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El nacionalismo televisivo y la televisión nacional (II)

Por Matías Rótulo para el Semanario Voces del jueves 9 de Julio de 2009

La semana pasada dije que no me parecía correcto proclamar que hay que apoyar lo uruguayo por el simple hecho de ser uruguayo. Apoyemos a los pungas del 76 que son uruguayos. Apoyemos los curas o “enfermadores” de bolsillos de la Iglesia Dios es Amor, que son uruguayos, aunque hablan con un acento portugués muy cómico e increíble. Casi siempre, los que dicen que hay que apoyar a “lo nuestro” son los que menos apoyan a “lo nuestro”. Además, están los “conformistas” que dicen cosas tales como “de última está el control remoto” si “algo no me gusta”. Mi esposa tiene olor a pata, de última “me busco otra esposa”, o “le busco otras patas”. Pero puedo cambiar de canal, es cierto. Al cambiar, veo en todos un montón de porquerías y apago. Entonces prendo la radio y encuentro sólo porquerías y apago. Entonces voy al cine y tengo un montón de porquerías y me voy al teatro. Y en los teatros no hay más que porquerías y ¿qué hago? Está la opción de leer un libro, pero eso ya es mucho pedir para muchos.

Me voy del país a un país con menos porquerías que el nuestro ya que siempre opto por callarme la boca, no quejarme y cambiar.

Lo mismo con cualquier otra cosa. Voy al médico y me atienden mal, entonces no digo nada porque tengo la opción de ir a otro médico. A su vez, muchos proclaman “la televisión es entretenimiento” o “sobre gustos no hay nada escrito”. Entonces, en cuanto a lo primero, no digamos que le televisión o los medios de comunicación son formas de “educación informal”. Matemos a los pedagogos. Quememos los libros de educación que hablan de eso. Listo, tenemos un problema menos. Como “sobre gustos no hay nada escrito”, matemos a los teóricos de la estilística y la estética. Matemos a los críticos de arte. Matemos a los músicos y pintores, bailarines y escultores que buscan la perfección de la belleza, porque total, a nosotros nos da todo igual, porque no hay nada escrito sobre gustos. Esta semana no me voy a bañar porque al que no le gusta mi olor corporal a pescadería

del Buceo, que se joda. Sobre gustos no hay nada escrito, y a mí me gusta mi olor. Volviendo a lo que es nuestro y no. Nos da igual que sea nuestro como no. Porque si defendiéramos tanto lo nuestro, no permitiríamos que pasaran a Tinelli, Rial y demás programas de contenido más turbio que el agua de Alberto Silva en el mate que lleva a Buscadores. El nacionalismo televisivo es el apoyo incondicional a lo nuestro. Como la propaganda de chorizos que canta a lo nuestro, o de la yerba, o el oso que pintó Páez Vilaró que dibuja lo nuestro, o las propagandas políticas que hablan de lo nuestro y en verdad lo nuestro nos importa muy poco. A la prueba está que decimos “la televisión es entretenimiento” y nadie se ocupa por decir nada sobre qué tipo de entretenimiento queremos para nuestros niños y jóvenes que se están educando y que son “el futuro del país”, diría la frase fetichista de cualquier hijo de vecino al referirse a lo más nuestro de todo: nuestro futuro.

La televisión nacional

La televisión es entretenimiento. También es educación de tipo informal, es decir que educa, pero fundamentalmente es una cosa u otra. Los canales privados consideran que es fundamentalmente una porquería y así lo refleja la mayoría de su programación. Pero hay algo que es nuestro. Es de todos, pues todos los financiamos. También es nuestra la señal que ocupan los canales privados pero nadie dice nada, pues

(y léalo con voz de nabo) “hay un control remoto que te permite cambiar de canal si no te gusta algo”. En este caso me refiero a Canal 5, la televisión de todos, la del Estado. La que últimamente, lleva a mi control remoto a ubicarse en su sintonía. No es que sea purista ni aburrido. Al contrario. Canal 5 últimamente está muy entretenido. No me refiero a la pregunta del conductor de “Quién es quien”, a Jorge Batlle “¿Doctor Batlle, a quien va a votar en octubre?” ¿Y a quién va a votar Gustavo? Me refiero a que Canal 5 pasó de ser el canal de la información a ser el canal de la información, la cultura y la educación. Y aunque parezca mentira, “es entretenido”. En las próximas semanas dedicaré mis columnas a cada uno de los programas de Canal 5.

Por ahora sólo diré que recomiendo revisar la programación del Canal Oficial. Fíjese en la variedad, las propuestas y las ideas. El cambio de la imagen de la televisora nacional. Para los que dicen que a mi no me gusta nada. Si, me gusta Canal 5. Estoy feliz con Canal 5. Soy hincha de Canal 5. Porque es nuestro. Es “u-ru-gua-yo” diría Cacho de la Cruz al vender una pelota Cubilla en Cacho Bochinche. Pero no por ser uruguayo soy hincha, sino porque al fin puedo ver televisión abierta de calidad en Uruguay. En las próximas semanas explicaré mis razones para afirmar lo anterior. Mientras tanto, me voy a comer un chorizo de los de la propaganda pro-patriota. No hay nada más uruguayo que eructar con olor a embutido arriba de una vieja en el 126 y apestarla, chistar al guarda, y decirle “¿estás nervioso guarda?”

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