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Ese Montevideo que agoniza


Por Matías Rótulo (Publicado el sábado 7 de abril de 2012 en La República)

Juan Casanova se queja de que en un día de lluvia llegaron “250 mensajes de texto que dicen: ‘la lluvia cae sobre Montevideo’”. Ese día de lluvia era aquel en el cual tenían pensado grabar el disco y dvd que conmemoró en La Trastienda los 25 años de “Montevideo Agoniza”. Los Traidores dejaron un registro que como en aquel primer disco de la banda, documentaba en letras y música una ciudad nublada.
Los Traidores
Montevideo queda puertas afuera y el aparato de dvd, dirigido por Pablo Abdala, se enciende en una máquina que late con la música de una de las bandas históricas del rock uruguayo (y que tal vez por estar encerrados en esta ciudad no tuvo otra trascendencia internacional). La ciudad que fue motivo literario para la generación del veinte, tema de los del 45, reclamo de los del sesenta, crítica para los del ochenta, y fastidio para los demás, es música para el oído agudo del candombero, tanguero, rockero y punk. Claro que ser “punk”, tuvo sus problemas en un momento donde el país intentaba (en términos de José Pedro Barrán) un nuevo “disciplinamiento” ya no de comportamiento, sino democrático.
Los Traidores parecen mezclar (no lo hacen, no lo quieren hacer, pero uno se lo puede imaginar) el ruido de la caída de los brazos de los troley, con la cumbia villera del 145. Ellos le cantaron a una ciudad que agonizaba, y tras 25 años, le vuelven a cantar y la ciudad parece encajar justo en aquellas letras.
Un disco y un dvd editado por Bizarro, parecen atravesar como un rayo los 25 años que separaban aquel 1986 del 2011 cuando fue registrado el recital. Víctor Nattero (guitarra), Juan Casanova (voz), Daniel Jackes (bajo) y Marcelo Olivera (batería) no descubren nada nuevo sobre el escenario, nada que no se mantenga al estilo de una banda que celebraba la aparición de un primer disco, después de otros tantos. Podríamos hacer mil juegos de palabras, como a veces hacen aburridos escribas en medios de prensa, asociando los títulos y las letras a momentos del grupo en su actuación: un esfuerzo estéril.
Eso ya lo hizo la banda con su obra. Si en “Primavera digital” (Koala, 2002) se le cantaba al acto individualista, al hermetismo del hombre, al ocio exagerado, en Montevideo Agoniza (el de ayer y el de hoy) se presume un compromiso social y político (también musical que quizás sea el primero de la banda). Desde ahí se podrá discutir si el arte debe ser comprometido, si debe educar, o si tiene que simplemente mostrar el daño, adelantarse a los hechos, discutir con la filosofía y las ciencias. Los Traidores dan esa batalla desde el mismo debate. La banda no es inocente al traer sobre el escenario un disco que causó un gran impacto en su momento. Explican en el documental del dvd que les sorprende que reza (es llamativa y distintiva la posición de Casanova al cantar arrodillado en el escenario, como en una plegaria a vaya saber quién) “La lluvia cae sobre Montevideo, hoy como ayer” sea una canción elegida por esa letra, para que los programas de radio y televisión la emitan los días de lluvia. ¿Pero qué más hay debajo de esa simple indicación, natural, que no admite sujeto alguno de acción?
La ciudad
Mario Benedetti prefirió no reeditar después de su exilio “El país de la cola de paja”, himno crítico de la sociedad de los sesenta, por considerar que estaba fuera de época. “Los amores de Juan Rivault”, obra de José Pedro Bellán que hace poco conocí, mencionaba un Montevideo oculto de pasiones, de pulsiones sexuales, oculto en el “paquete” asfaltado capitalino de la primera mitad del siglo XX. Después de eso, tanto de la obra de Benedetti como la de Bellán, pasó una dictadura y la llegada del punk a la ciudad (el rock seguía metiéndose en los oídos aturdidos de marchas militares). Los Traidores nacían (o por lo menos sacaban su primer disco) en la primavera democrática. Las cejas de los más adultos se fruncían de asombro. Ahí veía la luz “Montevideo Agoniza”. Mientras el Uruguay se volvía a estructurar, la banda intentaba grabar un disco, que según Casanova “se grabó muy rápido”, y con “instrumentos prestados”, tal como lo declara en el dvd, pero que terminó siendo el fastidio de los conservadores (lo cual es un elogio para una banda de punk).
Reeditando
Aquel “Montevideo Agoniza” fue editado por Orfeo en 1986 y Bizarro volvió a presentarlo en disco compacto en 2007. Una cuestión de vigencia, una exigencia del mercado, o vaya a saber uno qué razón, logró que los nuevos oídos, los más jóvenes que a veces ven en el punk (también en el rock) algo tan alejado de su esencia, con bandas que hacen apología de la indiferencia a costa de cantarle a la reunión de amigos y la pérdida de tiempo, se encontraran con parte de una generación musical que intenta manotear espacios en la pequeña escena local.
Los Traidores le cantan a lo cotidiano, de ayer y de hoy. “Solo fotografías, en las caras de todos los días” dicen en “Solo fotografías”, ubicadas en “las calles de todos los días”. La ciudad es como un paquete lleno de locos, aunque ellos se empeñen en decir que no están locos: “no estoy loco” (tal como se llama y dice el estribillo de una de sus canciones). El público, les hizo de coro en los momentos de coro: en el resto de las canciones la voz de Casanova predominaba en el cuarteto. Las guitarras que por sencillez no pecan de falta de belleza, es imposible aislarlas del todo de una banda que se mueve en el escenario sembrando la semillas de la rebelión.
La música de Los Traidores va pisando las veredas rotas de una ciudad algo sucia. Los ciclos se repiten, y aquello a lo que le cantaban es aquello a lo que le cantan hoy. “Soñando futuros pintados en una pared, dormido en la cuna de la represión, estoy salteándome un lugar”. En tiempos donde ser un reaccionario está mal visto, la historia de Viviana, una reaccionaria, se asemeja a un testimonio de época. Era tan reaccionaria ayer, hace 25 años, como hoy.
“La sociedad está al borde de un volcán en erupción” dicen en “Juegos de poder”, denunciando la violencia de un mundo de gente sometida a esos juegos, al individualismo, de un país donde los uruguayos cantan un himno que ellos se animaron a modificar: “uruguayos la patria o la tumba, con libertad o con gloria igual van a morir”. Y la muerte, que para Los Traidores es “elegante”, empieza a dialogar con la vida inmersa en una velocidad criticada por el punk, el veloz punk. “Flores en mi tumba” se adelanta así a esa cuestión de la muerte futura (siempre es futura la muerte para quienes la piensan sobre sí mismos). Y ahí se cuela “Máquina” de “Radio Babilonia” (1995) que forma parte del “Montevideo Agoniza” en su versión 2011, y revela que “mi corazón late como máquina y ya no sé quién soy” en tal vez una de las más maravillosas melodías de un punk adulto, que no traiciona los sentimientos de un género que se manifiesta a las normas, siendo reaccionarios, como Viviana.

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