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Los periodistas y los supersticiosos



Esta nota trata sobre el anuncio de un mago contador de cuentos, que otrora contribuyó con gobierno autoritarios (por lo tanto algo del tema entiende)* que pronostica una dictadura en Uruguay. 


Los periodistas sufrimos el año nuevo en las redacciones. Enero es un mes pesado por el calor y porque las empresas no prevén que cuando unos se van de licencia otros se sobrecargan de tareas exigiéndoles lo mismo de siempre. Nos preocupamos a la fuerza de aquello que el público quiere saber, aunque no sabemos si lo quiere saber. Siempre hay un viejo periodista, de esos que no salen a la puerta ni para ver que llueve y nos dice a los más jóvenes lo que la gente quiere leer, lo que la gente está comentando, haciendo uso del opinómetro que tienen oculto debajo de la almohada y no nos muestran para que no nos endulcemos.
Entonces es ahí que surge la nota sobre el primer nacimiento del año. como si fuera algo fundamental. Después nos olvidamos de la vida del primer niño cuyo único mérito fue nacer después de las doce del 1 de enero. Si el niño por omisión del Estado o los padres vive en un contexto social, económico y educativo mediocre, si es más grande y delinque, poco nos importará que en tal año fuera el primero en nacer. Lo acusaremos de menor infractor y contribuiremos a pensar que ese niño nació con un ser terrible en su interior.
En fin de año se hacen notas con los resúmenes de lo que ocurrió los meses anteriores y en enero hay que ir a buscar a expertos en distintas áreas para conocer qué previsiones tienen del año que comienza. Todo esto se acompaña con relatos de color, porque la gente parece que se vuelve más superficial en verano: vamos a  la playa y narramos el paisaje, contamos de los festejos, buscamos la tendencia de la moda, etc.
Una de esas notas de color que nos hacen llenar espacio vacío por falta de noticias es la de los astrólogos, tira cartas, visionarios, magos supersticiosos que ven el futuro. Decía Voltaire que un supersticioso es lo que un cobarde en un ejército, ya que ambos generan terrores pánicos en el resto.

Boris Cristoff es el ejemplo vivo de lo que hace algunos siglos señalaba Voltaire. Ellos reproducen a su vez a otros supersticiosos que repiten lo que escuché ayer de la boca de un sujeto en Montevideo: "viste que se está armando un golpe de Estado y el gobierno no hace nada". Es que según una nota de Subrayado (el 4 de enero de 2014) el presentado como “vidente” Boris Cristoff predice un golpe de Estado para 2017, además de una crisis financiera, y que  Uruguay será campeón del mundo en fútbol en 2014.
El periodista que hizo la nota, también muestra en su artículo que el “vidente” se ha equivocado y mucho en sus predicciones. ¿Entonces para qué le consultamos si no es una fuente confiable?

El Código de Ética de la función periodística recomienda en el artículo noveno (aprobado en 2013 por la Asociación de la Prensa Uruguaya):

“El compromiso con la búsqueda de la verdad debe llevar a los periodistas a brindar una cobertura de los hechos completa, equilibrada y contextualizada. Los periodistas deben informar sólo sobre hechos de los cuales conozcan su origen, fundamentar la información contrastando fuentes, sin omitir informaciones esenciales ni sus antecedentes. Deberán, por lo tanto, evitar la publicación de rumores”.

En este caso se conoce el origen de quién lo dice, pero ¿Cuál es el origen de la información? Tal vez lo sea la creencia de alguien en su fe. ¿Por qué Subrayado no le da entonces cobertura periodística a la gran gama de creencias que existen en Uruguay?
El origen de lo que dice Cristoff es una “ciencia” que está reservada para sujetos que viven de ella y que parece cerrada a ellos: la astrología. Los astrólogos recogen grandes ganancias y se lucen en libros, entrevistas, y se sacan lustre de sus logros, sus aciertos, y se olvidan de sus fracasos. Moldean los hechos en base a una hábil declaratoria. Si yo dije que se caía un avión, y en realidad cerró la aerolínea estatal, bueno, predije eso. Si yo anuncié un golpe de Estado y en realidad el Presidente tuvo una gripe complicada, bueno, me refería a eso.

Informar sobre lo que dice Cristoff (nadie discute el derecho de Cristoff a expresarse libremente), ¿No es igual a difundir un rumor?
El rumor puede ser de este tipo: “dicen que en unos años habrá una dictadura”. Alguien me dijo que al decir lo de Uruguay en el mundial se genera una “expectativa” que no está mal para el ánimo de la gente. De la misma forma ¿Se generará un pánico en la sociedad por el anuncio de un posible golpe de Estado y una crisis financiera?
El artículo décimo del Código de Ética plantea que “los periodistas no deben difundir material falso, engañoso o deformado. Si así lo hiciesen por error es de buena práctica profesional rectificar la información con el mismo destaque empleado para su difusión y pedir disculpas por la equivocación”.

Quizás lo que diga Cristoff no sea falso para la conciencia y creencia de quien lo dice, pero en el fondo ¿no hay cierto grado de falsedad, engaño o deformación en lo que anuncia? Lo digo por la “ciencia” que profesa y por los anuncios que hace.
El artículo once del mismo Código establece que “La cobertura realizada por los periodistas debe diferenciar claramente lo que es información verificada de lo que es opinión”. ¿Es una información o es una opinión la de Cristoff? No se aclara demasiado. Es sabido que el Código se dirige a los periodistas, pero si los artículos de opinión o creencias se presentan como información casi al punto de concretarse ¿No hay un engaño? (no lo digo por el artículo de Subrayado).

¿Por qué nos quejamos tanto de las predicciones meteorológicas erróneas, predicciones que parten del estudio de una ciencia, y permitimos que libremente especuladores levanten la voz en los medios de comunicación sin que nadie después les reclame por sus errores?

Hace algunos años, en 1995, un especulador del mismo tipo de Cristoff anunció que se encontraría una cura para el SIDA en un programa de televisión. Fue Ricardo Shiaritt en el programa Nico de Nicolás Repetto que en Uruguay se transmitía por Canal 4. Anunciar un golpe de Estado, una crisis financiera, la cura para el SIDA o que Uruguay ganará un mundial ¿No es manipular la información de manera cruel, teniendo en cuenta que el futuro es ingobernable?

Los periodistas caemos en las trampas del verano y vamos a buscar a los especuladores que con la única ciencia de la oratoria nos aterran, nos convencen y nos espantan. Los periodistas también fuimos cómplices de los constantes fines del mundo nunca concretados, anuncios que surgieron a partir de las manipulaciones económicas de editores que se aprovecharon de creencias antiguas para vendernos libros.

Me gustaría pronosticar que los especuladores que siembran el terror entre los demás, tal como los cobardes del ejército, no seguirán comunicando irresponsablemente lo que un día soñaron o imaginaron y se les ocurrió decir como una verdad.


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(*) Extracto de la nota de Subrayado del 4 de enero de 2014: "Según Christoff, en 1970 el gobierno de entonces le pidió ayuda para encontrar a secuestrados por “los terroristas”. El presidente era Jorge Pacheco Areco y los terroristas eran los integrantes del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros y el OPR-33, las dos organizaciones que practicaban el secuestro como parte de su plan de lucha"


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