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Mostrando entradas de julio, 2018

Una historia en dos décadas

Un cuento que se escribe en dos momentos de la vida del autor. PARTE I. Escrito en 1999 La chica más linda de mi barrio se llama M. No es la más linda, simplemente tiene la sonrisa más clara del Buceo. Ayer la vi llorando. Iba caminando rápido entre las gotas de lluvia que se mojaban con sus lágrimas. Transparentes ambas, las gotas de lluvia no giran en la cara de la gente. Las lágrimas hacen su recorrido escalera abajo hasta lanzarse al vacío desde el mentón al suelo. Ella, M. iba volcando lágrimas, hiriendo en cada paso el piso que la veía pasar desde abajo. Yo me puse un poco celoso del piso hace un tiempo, porque él la espía por debajo de la pollera. Pero ayer de tarde no pensé en eso. Me parecía hasta sucio imaginarla desnuda, siendo que la podía escuchar y verla gritándose para adentro algo que todos evitábamos escuchar. Lloraba por alguien, tal como supe después.  M. dobló la esquina de Bustamante, y pasó a mi lado como el viento que trajo aquella lluvia. No er

Que baila carolina

Un poema sobre una bailarina. que esta noche baila… como un grito que besa  el perfume que congela la visión de la amarga libertad. el gigante murmura solo, mastica bronca como esclavo que se relame el miedo  y escupe sangre la piel no resiste el grito del latido descendiente que retumba en el puño  abierto hacía la tierra,  silencio… hay noche.  y te siguen carolina  porque hay noche y hay llamadas porque los pies se amontonan entre huellas que suplican a la tierra empapada que esta noche: te sigue carolina, el gigante se retuerce, de su sudor bebe el ojo del calor la boca seca de la tierra que tiembla  con tus pasos que lo inquietan porque hay que hacer  silencio…  hay noche, y esta noche baila esta noche carolina  Matías Rótulo, 2018

Tengo a mis muertos

Una historia íntima sobre los seres queridos del autor de este breve poema.  tengo los rulos de mi tío veto tengo la tristeza de mi tía gloria tengo la inteligencia de mi hermano damián tengo la franqueza de mi tío nilo tengo la sonrisa de mi primo alberto tengo a mi padre en el camino tengo la libertad de mi abuelo tengo la esperanza de aquel niño que no vino tengo a mis muertos aquí mismo donde los puedo extrañar cada vez que los escribo MR. 2018

Dios no cree en mí

Luis murió de un disparo en la boca. Respiró su última bala, la masticó tanto que perdió ahí mismo todos sus dientes. Vomitó sangre por lo que le quedaba de mentón.  La bala, o el efecto de la explosión le arrancó un granito interno del labio, uno de esos llamado "sapitos", que ni saltan ni son verdes, pero que tienen el nombre de un animal desagradable, un bichito que no nos pondríamos en nuestra boca nunca, pero lo llevamos con dolor cuando ellos se meten solitos. Por eso la princesa besa al sapito para conseguir que el príncipe vuelva a ser el hombre más bello de todos. Los sapitos y las ranitas parecen que mean cuando se asustan y por eso no nos pondríamos uno vivo en nuestras bocas, cerca de los lagrimales. Si, lagrimales de la boca. Esos lanza-chorros que disparan babita cuando comemos, estamos a punto de vomitar, besamos, cuando tenemos ganas de comer algo que nos gusta, ni bien un sabor nos impresiona por lo ácido, lo dulce, lo salado, lo agrío... Claro