E n el Prado de Montevideo, Bartolomé Hidalgo nace, vive, galopa y muere en una serie de pinturas que adornan el pasaje que lo homenajea y que nace en Agraciada y Capurro. Entre hamacas, parejas, niños, y caminantes, el poeta parece emerger desde el pasado, ahora como una postal montevideana, lejos de aquel Montevideo que lo vio escribir sus primeros versos en el convulsionado siglo XIX. Foto: Matías Rótulo, febrero de 2013. " El cielito de la Patria hemos de cantar, paisanos, porque cantando el cielito se inflama nuestro entusiasmo. Cielito, cielo y más cielo, cielito del corazón, que el cielo nos da la paz, y el cielo nos da la Unión".
Un sitio de Matías Rótulo