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Colombia, NO morirás en paz

M.R.

Colombia NO recuerda a sus muertos, NO los olvida porque NO los salva.

En Colombia ya nadie implora a los dioses por el perdón de los fusilados, de los quemados, de los descuartizados, de los colombianos que no llegaron, de las mujeres violadas, de las niñas perdidas, de los niños sicarios, de la selva embarrada de sangre seca y agusanada, donde las huellas putrefactas son tapadas por camisas blancas y papeles firmados que son pisoteados por villanos de balota.

Los secuestrados vuelven a encerrarse temblando por decir algo en contra de la libertad. Los degollados se ahorcan para no gritar los insultos encarnados. Las madres se tocan el vientre lleno de tripas, carne y llagas... los pechos secos se agrietan de nación y miseria, pariendo generaciones enteras de desentendidos e ignorantes.

No hace falta reclamar por los muertos, porque lo muertos colombianos caminan por Medellín, Calí y Bogotá. En Antioquia de eso no se habla. Abren sus carteras y muestran los documentos que los acreditan vivos y votantes. Entonces dicen NO, votan NO. Los muertos sacuden sus vaqueros azules, sus camisas lilas y negras, las rojas y amarillas, son sus mortajas brillantes. Se sientan en un bar y piden un café que les mancha los dientes de un tinte rojo.

En Colombia, las tumbas rechinan por las pisadas de los vivos que las caminan, esquivando las letras de las lápidas, olvidando leerlas para no recordar que en Colombia no morirán en paz los espíritus cuando se los condena, a los vivos nadie los absuelve. 
En Colombia nacerán niños muertos, vivos de latidos y pulmones, moviendo sus manitos pidiendo auxilio, pero muertos de la historia que en Colombia no perdona a los cobardes, porque los cobardes morirán, pero nunca en paz. Porque en Colombia, los niños crecerán rodeados de negadores, de fantasmas acribillados entre naftalina y coca.

En Colombia hubo paz hace medio siglo, después hubo guerra, y ahora hay cenizas de lágrimas que caerán mientras llovizna este domingo, el último día de la democracia americana. El día que el continente entero dejó de creer en el realismo mágico, para comenzar a pensar en la falsedad realista. 

Había una comarca en estas tierras, había una vez un "una vez" de un cuento, era una comarca caliente, ecuatorial... Había un infierno, un Satán con gorro de paja, tres mestizos y otros blancos. Había una vez un miedo, un cura crucificado y un perro colgado de las patas mientras le chorreaba la baba en el lomo a las mariposas amarillas, que en Colombia vuelan entre bananas y balas. 

Alguien comenta que la paz en Colombia será posible cuando enterremos a nuestros muertos, pero la paz definitiva  será lograda una vez que perdonemos a nuestros vivos, esos que NO quisieron bajar al perro, los mismos que se quedaron con el "había una vez" del cuento más perverso de todos.


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