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¿Quién mató a Fidel?

Hace algunos años, un viejo amigo, viejo comunista uruguayo, más comunista que viejo, me dijo que alguien mataría a Fidel. 

Me lo dijo en la redacción de un diario pro Fidel, pro Cuba, y pro-clive a vender su ideología al precio de la necesidad. Me lo comentó con un pucho apagado en la boca y hediendo a caña. 
El día que Fidel muera -me explicó muy serio-, será porque alguien lo asesinará. 
Le pregunté si él pensaba hacerlo. Hizo una pausa de esas que para la revolución sería como para planear el golpe contra el tirano... no, yo no, pero alguien sí. Fidel va a morir asesinado, ya que la naturaleza no se lo puede llevar.

Me pidió que si él estaba muerto el día que Fidel ya no esté (hoy sabemos que es el sábado 26 de noviembre de 2016), me encargara de escribir un artículo con el título "¿Quién mató a Fidel?" 
Muerto mi amigo comunista, cumplo con la consigna. 

¿Quién fue el brazo ejecutor? ¿Quién lo mató? ¿Fueron los que festejaron anoche en Miami? 
¿No será que Fidel estaba muerto de antes? La Habana estuvo de luto hace algunos años cuando la visité. Sus calles calurosas, sus autos antiguos, su gente curtida por el sol, el trabajo y una extraña alegría, más alegre cuando te quieren vender algún producto típico a escondidas, daba la impresión de un cortejo social rumbo a un cementerio mundial. 

Fidel ha muerto de muerte natural, que es la más asesinas de las muertes. Dejó de existir porque se venció su tiempo. ¿Se habrá vencido el tiempo de Cuba? Aquel Fidel, el del Granma  que lo hacía flotar a la revolución a este Fidel pintado por el Granma, el diario que lo recuerda así:

"Cada generación de cubanos, en los úl­­timos sesenta años, tiene su propia imagen de Fidel y las fotos que lo fijan como recuerdo de familia: en el Moncada, saliendo de la cárcel de la entonces Isla de Pinos, en México, o en el yate Granma, con su fusil en las montañas de la Sierra, saludando al pueblo eufórico durante el trayecto de la Caravana de la Libertad por las calles de Santiago o de La Habana, saltando del tanque durante la batalla de Girón, cortando caña, de recorrido por calles, escuelas y fábricas, bajo la lluvia y los vientos de todos los huracanes, los me­teorológicos y los políticos".(1)

A Fidel lo matamos cada vez que opinamos sobre FIdel desde acá, a favor o en contra. Murió el día que su hermano pactó con Estados Unidos, su hermano, el más temido de los dos. Pero revivió cuando los cubanos de Miami celebraron su muerte con bebidas caras en la calle. Murió asesinado de poder, soberbia y soledad (muy bien acompañado). 

Fidel murió, depende de nosotros no asesinarlo. ¿Quién se anima a matar ahora a Fidel? Viva la Habana. 

(1) Granma, "Fidel es Cuba", 26-11-2016.


M.R.

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