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Tampones y toallitas

ESA CAJA BOBA QUE NOS TRATA COMO IDIOTAS


¿Qué es una gran descarga? ¿Un balde de agua que se nos cae en la cabeza? Menos mal que en el mundo de la publicidad por televisión, y en particular la publicidad de toallas femeninas y tampones, es muy creativa para que los varones miremos pero no preguntemos. No sea cosa que esos temas que son asunto de ellas, nos pueda dar asquito y dejemos de mirar a las mujeres como objetos sexuales… ¿No?


Por Matías Rótulo


“Tranquila, vas con ‘OB’”, le decía una voz femenina, cómplice (cómplice por ser una voz femenina), y porque además (aunque en ese momento no se sabía) era Natalia Oreiro la muchacha que se paseaba con un perro tan blanco como su pantalón frente a un grupo de muchachos en la calle. Los tampones permitían desde allí “hacer una vida normal” que consistía en esconder eso terrible que es menstruar, y que en el mundo de “lo perfecto”, de “lo lindo” y de lo “machote”, está mal saberlo, más aún por los machos. Desde la perspectiva de los hombres (curiosamente las propagandas de estos productos femeninos se hacen desde la perspectiva de un hombre) se fomenta que no nos fijamos ya en la belleza externa de alguien, sino que vamos más allá. Debemos los hombres (y las mujeres tienen que cuidar que nosotros lo logremos), conocer lo menos posible sobre los períodos naturales biológicos de una mujer. Pues lo único que importa a nivel social, desde la mirada de los multilocos publicistas siempre a la moda, es que se siga un modelo de mujer parecida al de Natalia, que menstrúan sí, pero que son hermosas, perfectas, que por menstruar son fértiles para que se asegure la reproducción humana, y los machos estemos atraídos hacía esa juventud y belleza para poder comenzar con el ritual de apareamiento de la hembra.


No hay mal olores

Las propagandas que hacen a los “asuntos femeninos”, generalmente se relacionan a lo masculino. La preocupación de una muchacha es que el novio le ve la cara que “ya no es la misma”, es una cara que “no conoció”, pues el jovencito es incapaz de reconocer que la cara “extraña” de su novia es porque tiene dolores menstruales. De los dolores menstruales de la muchacha (algo de lo que no entiendo por no ser mujer), no se habla. Hay que tomar una pastilla de un laboratorio en particular, que ayuda a mejorar el dolor, para que así el novio no esté preocupado. Lo mismo ocurre con las propagandas de toallitas y tampones. Hace un tiempo se emitió una propaganda donde una muchacha estaba en una especie de aula magna de una facultad, y tenía que pasar por delante de un muchacho que le gustaba para llegar al asiento que le había reservado su amiga, justo al lado del muchacho. El problema era (y esto es en serio), el olor que podía tener la chica por sus “temas femeninos” (que nunca se describían pero que se daban a entender). Las toallitas promocionadas eran con aromas que solucionaban “el problema”. Pero no era un problema para la muchacha, sino para que el muchacho no sienta nada “raro”.


La problemática adolescente

Como los adolescentes son el público más importante para las empresas que les venden productos que no sirven para nada, pero que les permite (comprar esos productos) estar “dentro” de la sociedad siempre, las toallitas no quedan exentas de este tema. Se relaciona la menstruación (que como fondo tiene el objetivo de la venta del producto) con la problemática del adolescente. Se busca una identificación con las chicas que tienen que elegir el producto. Vale aclarar que casi siempre la propaganda se dirige a adolescentes modelo de belleza, y que los adolescentes fuera de la publicidad aparecen muy poco con su voz en los medios, y cuando aparecen casi siempre son acusados de todos nuestros males sociales. Volviendo a la estrategia de venta, una muchacha iba con la otra caminando por el costado de una piscina, y surgió la posibilidad de tirarse al agua. Pero justo estaba el muchacho que le gustaba a la muchacha muy tranquilo en la piscina. Ella estaba menstruando y obviamente se preocupó por no tener ningún “accidente” en la piscina. Entonces consiguió ese tampón especial y resistente al agua, y se tiró a la piscina con su, cerrando así la historia de amor adolescente e ideal. Pensemos en cuántas veces se nos habla en serio del amor adolescente, de los sentimientos de los jóvenes, y de lo que piensan sobre el amor. La muchacha y el muchacho, gracias al tampón, pueden consolidar su amor. Entonces, gracias a que la mujer sometida a los gustos (o a los no disgustos) del varón puede darse de lleno a una relación amorosa, ya que es posible ese amor siempre y cuando evitemos hablar, mencionar, o ni siquiera pensar en la menstruación.


La madre despreocupada

La promoción de “Siempre Libre” que circula en todos los canales de televisión consiste en regalarle “todo un Shopping” (Punta Carretas) a una mujer. Una señora va entrando a Punta Carretas y recuerda todos los problemas que tuvo en el día. Escucha en su mente las voces de aquellos que de alguna manera u otra le “complicaron” su tranquila jornada. En un momento, tras escucharse la voz del mecánico, y de su jefe se escucha la voz de una mujer (la maestra) diciéndole que su hijo tiene problemas en la escuela. Véase que la propaganda pone al mismo nivel al mecánico con la maestra y al niño con el auto. Entonces, en vistas de todos esos dramas, la señora se para frente a la puerta del centro comercial y decide entrar. Está claro que ese no es el modelo de la mujer uruguaya actual, despreocupada de todo, inclusive de su hijo. Pero así son los tampones y las toallitas femeninas: les soluciona la vida a las mujeres, cuando la verdadera y única solución es una y solamente una.


Publicado en el Semanario Voces, 28 de octubre de 2010

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