No hay nada como una grasosa pizza con queso mozzarella. De esas que te hace chorrear por la comisura de los labios la salsita. Que te sube el colesterol y engorda. Pero Pizza a Carballo no es nada de eso, salvo por lo de “grasoso”, si lo tomamos como una definición referida a que “patina” durante tres horas en una incertidumbre sobre el rumbo del programa. Una nueva “temporada” fue anunciada por Canal 4. Cuando hay nuevas temporadas uno espera también alguna renovación. La presentación por ejemplo es nueva, con una ambiciosa producción que poco tiene que ver con el contenido del ciclo, mostrando en algún sentido, un glamoroso espectáculo que carece la forma final del producto dominguero. El programa varía entre la imitación de Carballo a Tinelli (el programa empieza con papelitos, Carballo cantando y haciendo morisquetas), la imitación a Olmedo en los gestos del conductor, y hasta a Jorge Rial (cuando Carballo se arregla la camisa mirando el monitor). El segundo programa del ciclo, el pasado domingo, tuvo los primeros 16 minutos ocupados en una extensa presentación, y hasta el minuto 22, parece que siempre sigue presentándose. Un chivo, un baile aburrido, y un montón de chistes internos que nada tienen que ver con nada caracterizan la primera hora. Además, las ínfulas de Carballo pensándose como conductor de un programa de la BBC de Londres. Carballo señaló que está primero en el rating. Que todas las figuras de la televisión empezaron en Canal 4. Que tenía a un invitado de otro canal, como que los canales tuvieran figuras en guerra con un nivel astronómico. ¿Carballo no se dio cuenta que acá estamos en un país donde la llevamos a Laura Martínez a una isla para que luego sea tapa de una revista hablando de su separación con Cacho? ¿Contra quien compite y cree que gana Carballo? ¿Se enteró que está en Uruguay donde la televisión es el reflejo de la limitación cultural y democrática de un pueblo que cada vez le importa menos la cultura y el expresarse para quejarse de los basurezcos contenidos de su radio y televisión?
Nuevas ideas
El programa, en su nueva edición sigue apuntando a un humor carnavalesco, como el año pasado, repitiendo chistes de la zafra de Momo. Apuesta a la utilización de la mujer con el estereotipo de belleza física aprovechado para hacer chistes de corte machistas. Agregamos chistes internos homofóbicos, chistes internos de parejas formadas entre bailarines que el público no conoce. Con propuestas “humorísticas” de falsas ficciones al estilo de su competencia directa “El Show del Mediodía”. Tal vez sea parte de la cuestión de la falta de originalidad como un constante de nuestra televisión y de Pizza Carballo en particular. Pongo de ejemplo un segmento “humorístico” donde Adriana Da Silva hace de una mujer que –según Carballo-, es “retro”. ¿Será tal vez una imitación a uno de los personajes de Guillermo Francella que también era “retro” y “vivía en el pasado”?. La televisión desaprovecha, en la opinión de este “boludo”, (tal como fue catalogado por algunos de los maravillosos humoristas de ese programa) ricas oportunidades para educar, entretener y transmitir cultura. Pizza Carballo, es otra manifestación de la mediocridad televisiva de este país. Lo peor que hay en nuestra televisión está resumido en tres horas con un tipo que habla, habla y habla y no dice absolutamente nada. Un programa sin contenido, con la torpeza de creer que compite en una televisión llena de basura sin control por parte de un Estado omiso a evaluar los contenidos y la calidad.
Publicado el 26 de marzo de 2009 en Voces
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Matías Rótulo.