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Mostrando entradas de noviembre, 2021

Que le vaya mal al verdulero nuevo

En la esquina de mi casa hay una nueva frutería y verdulería. Hoy, de paso por la panadería, escuché la conversación entre dos personas: "vino para complicarle la vida a X". Resulta que el señor X tiene una verdulería y frutería callejera justo al lado de la panadería ubicada en U..., en un barrio popular de Montevideo.  Por Matías Rótulo Desde que vivo en el barrio, el señor X tiene su negocio con relativo buen éxito. Pero el demonio se instaló en la esquina. El nuevo verdulero no quiere trabajar y ganarse el pan dignamente, sino destruir los logros del más viejo. Eso es al menos lo que interpreté de la charla entre las vecinas. A eso se sumó otro vecino que le auguró al nuevo verdulero un mal destino.  Cual economista de televisión, o político televisado que sabe de economía lo mismo que yo de partículas de plomo, hizo un rápido cálculo sobre lo que el verdulero, instalado en un local bastante grande y que de a poco se va llenando de productos. Razonó que iba a

José Pedro Varela: agachate y…

José Pedro Varela escribió un libro de poesía " Ecos Perdidos"  que tuvo el visto bueno de Víctor Hugo y  El uruguayo tuvo que viajar a Francia para mostrarle su obra   ¿Qué opinó Víctor Hugo? Por Matías Rótulo El reformador de la educación pública no se merece un título tan altanero, atrevido, desubicado, ordinario y falto de educación. Pero… (los puntos suspensivos del título y de la nota refieren a todo lo que no puedo decir para que no me echen del sistema educativo público del cual soy parte). Quiero recomendar un libro de José Pedro Varela: el poeta. Se llama Ecos Perdidos. Es parte de la obra poética del barbudo del cuadro de la escuela. Publicado en 1968, José Pedro Varela y su editor le dan autoridad al libro mostrando el interés que tuvo Víctor Hugo por la poesía del uruguayo. Para llegar a la bendición de Víctor Hugo, Varela tuvo que oficiar de adolescente de hoy, desesperado por darle un disco compacto grabado por él mismo a Charly García. Disco que desp

La selección uruguaya es un cuento

Los amantes del fútbol, tal vez sin saberlo, sienten la misma emoción que el lector de alguna novela donde el héroe debe atravesar por distintas circunstancias penosas hasta alcanzar su éxito. En muchos casos, los héroes no llegan a concretar su victoria y mueren o abandonan antes su lucha y es allí donde la tragedia se concreta como tal. Por Matías Rótulo No se amargue tanto con la Selección Uruguaya. Sienta la situación actual dede la selección casi afuera de un Mundial como si fuera una ficción donde el héroe está en una situación límite entre la vida y la muerte y a último momento logra zafarse. ¿Algunos no ven al fútbol como un arte? Piense en las veces que Batman, atado de pies y manos y a punto de ser asesinado por el Pingüino podía salirse de esa situación y terminar victorioso. En la ficción es posible, y en la vida también. Vladímir Propp, teórico de la literatura que vivió entre la Rusia zarista y la URSS (nació en 1895 y murió en 1970) analizó los elementos q

Plantación circular

Esta historia es de una planta que fue arrancada y arrancada  volvió a ser plantada en una nueva historia. Por Matías Rótulo  La raíz que arrancó del fondo de la tierra, desgarrando el corazón de la maceta, arrastró la vida de la planta.   La raíz que arrancó del fondo de la tierra, desgarrando el corazón de la maceta, arrastró la vida de la planta. Los dedos de ella tuvieron las marcas del asesinato por un buen rato. Porque del ojo más próximo al viento noroeste se le plantó una lágrima en la mejilla. Y la lágrima fue secada con el despojo del cuerpo verde al cual todavía le tiritaban las piernitas flacas, peludas, desparejas, amarillas. No tuve más que respirar profundo entre su duelo y el mío. Mientras ella lloraba, yo me hería de un silencio constante, suspirando un rezo por el dolor de los años, el olor de los daños, la consecuencia de los actos, la frutalidad de la bruta. La brutalidad de la fruta. Entonces entró en juego la ternura del abrazo, le pedí perdón y

Murgas injustas, poco ecuánimes y subjetivas

Se acusa a las murgas uruguayas de no criticar al gobierno del Frente Amplio y de darle palo al futuro gobierno. El arte ¿Debería ser ecuánime, objetivo y justo? Por Matías Rótulo "Objetividad" grita para recalcar aquella señora cuando escucha a la murga Queso Magro .  "Ecuanimidad", dice el señor del otro lado, levantando el dedo acusador para señalar después a Agarrate Catalina.   "Sean más justos" reclama a Metele que son pasteles,   otra persona desde más lejos. Mientras tanto, un político se refiere en redes sociales a este tipo de murgas como "totalitarias", haciendo una afirmación totalizadora y condenando como un fiscal justo, ecuánime y objetivo el enojo que su subjetividad le dicta. Es que en este Carnaval, las murgas se vinieron con todo y a ninguna parece gustarle el gobierno que asumirá el 1° de marzo, fecha en la cual ellas, seguramente, seguirán haciendo tablados.  ¿Se imaginan un arte ecuánime, obetivo y jus

Seremos putas asesinas

Putas Asesinas (2001)  puede alterar algunos ánimos deseosos de moralejas en tiempos de crisis. Pero Bolaño se para desde la crisis (moral, económica y social), y nos dice qué odiamos de la realidad.  Por Matías Rótulo Los cuentos de Roberto Bolaño parecen desprendidos de toda sensibilidad, pero en realidad se aferran a la sensibilidad desprendida de esta época. Eso que odiamos es lo que desearíamos no ser para no odiarnos. Los niños son castrados como parte de un ritual ancestral. ¿Quién salva a un niño? Un homosexual. Salva a uno y condena a los otros porque no los salva. No salva a los que estaban con el niño en ese momento en el que lo miró con ternura, pero tampoco salvó a los anteriores y no se queda para salvar a los futuros. Es egoísta porque el “héroe” no es tal. Son niños pequeños, de unos siete años, que serán castrados con permiso de sus padres. La castración va más allá de lo literal. Es lo descarnado de nuestra sensibilidad sobre lo ajeno. Si soy un macho

Que me trague un cocodrilo

Como la consigna actual es tener éxito, quiero que me trague un cocodrilo. Así ocurrió aquel 13 de enero de 1865 cuando a las doce y media en punto, Iván Matvieyich, “sintió la comezón súbita de ver el cocodrilo que exhibían…”. Por Matías Rótulo  El cuento “El Cocodrilo” del ruso Fiodor Dostoievski (1821-1881), a pesar de la distancia histórica y geográfica plantea el debate sobre el individualismo, el capitalismo, la sociedad del entretenimiento y hoy agregaríamos el por entonces desconocido posmodernismo (o por lo menos sirve como aporte al estudio de estos fenómenos o modelos vigentes en la actualidad). El capitalista, es decir el dueño del cocodrilo, no quiere que maten al animal para que se salve un hombre que fue literalmente tragado por la bestia. El hombre, desde adentro del cocodrilo insiste que si el espectáculo de ver a un cocodrilo con un hombre adentro (el hombre no se ve desde afuera), genera ganancias, no debe desperdiciarse dichas ganancias salvándolo de

Muñecas rusas

¿Cómo hace una sociedad que condena ciertos aspectos de su sociedad, para esconder lo que su propia Cultura construyó con el correr de los siglos? ¿Cómo hará Rusia para condenar a sus propios héroes, a su propio pasado cultural y hasta político que toleró (no en todos los tiempos), la homosexualidad? Por Matías Rótulo “ Yo siempre supe como es el juego lucha en el barro con tus amigas” Indio Solari, “Black Russian” El gobierno ruso (con un alto apoyo de la sociedad de aquel país) enfrentó en 2016 una demanda internacional (que terminó en la nada, claro está), una demanda moral en el marco de las medidas que imponen la prohibición de imágenes o contenidos en medios de comunicación sobre relaciones  “no tradicionales”. Es decir, no se permitía emitir publicidad que promuevan las relaciones homosexuales. La medida restrictiva del gobierno  es para que niños y niñas no padezcan las consecuencias, tal como se explica desde Moscú. Para que tenga una idea, si esto fuera Rusia,

Acto de bondad

Hay personas que se sienten bien levantando perritos de la calle o atándose a un árbol para que no lo tiren o militando en un sindicato o rezando por el alma de alguuen. Sienten esa satisfacción de la bondad por el hecho realizado hacía un otro.  Yo, lo que hago, es darle la razón a la gente. Sí, ante una controversia que me involucra le doy la razón a las personas. No hay nada más satisfactorio que tener la razón, ser dueño de la verdad, el poseedor de la respuesta correcta. Pero no hay nada más hermoso que hacer feliz al prójimo al hacerle sentir ese nirvana por sabiduría. Yo sé que tengo razón, pero voy y le digo al otro "qué gran verdad". ¡Qué placer el ver la cara de goce de aquel que me enfrenta, ganándome la pequeña batalla de la mente! Pero yo me voy satisfecho, tras haber recuperado por un ratito, el espíritu de alguien.  ¿Ustedes qué piensan? Pueden darme felicidad o yo puedo hacerlos felices con un simple comentario.  MR

Lágrimas de cocodrilo

Un cuento de Dostoievski y uno de Felisberto están en un diálogo, tal vez no buscado, pero en sintonía entre sí. La conexión de los cuentos se dio cuando el autor de este artículo escuchó a un vendedor ambulante en un ómnibus.  Por Matías Rótulo  El cuento de Felisberto Hernández es un llamado al arte. El personaje es un músico, concertista de piano que tiene la facilidad de ponerse a llorar, así sin más. Ese es su arte. El arte de la música, y el arte de llorar. Con la música genera algo  ¿Qué genera? Una impresión. Con el llanto provoca (es provocativo) pero además provoca en el otro (en quien lo ve llorar) una impresión, una idea, y logra una venta. Eso es arte. Entonces me subo al 76 en Garibaldi y 8 de Octubre. Después comienza su actuación el vendedor ambulante y ofrece la estampita. Cuenta la historia como si fuera el recitado de un escolar. No… como si fuera el libreto de un relator comercial en partidos de fútbol. Carece del tono extasiado por los gritos

Fito Páez: Los años salvajes y el movimiento del culo

Che Fito, no vendés un disco. Flaco, te pusiste comercial después de El Amor después del amor. Fito, yo te escuchaba en los ochenta y hacías buena música. Fito, siempre hacés lo mismo. Fito, cambiaste y sos un desastre. Fito, te hacés el rockero. Fito, te falta rock. Fito son K.  Por Matías Rótulo En Los Años Salvajes , el nuevo disco de Fito Páez hay una conjunción de todo eso. No, no quiero hablar del disco, sino de los comentarios. Desde un comentario voy a criticar a los comentarios, anulando así el propio sentido de todo esto, haciendo un ejercicio "intelectualizante" (tal como me acusó un querido lector de este blog). Pero los que escuchan a Fito están a medio camino entre los intelectuales y los analfabetos. Yo escucho a Fito, y lo digo "intelectualizando" ¿Soy un intelectual?  ¿Se dan cuenta que la gente sigue leyendo blogs? De la misma manera, la gente sigue escuchando discos, a Fito, a Dylan, a L-Gante. Porque la música es un ejercicio sentimental, único

La tristeza del beso que Grisel no me dejó darle

Y o no sé qué es la tristeza. De tantas veces que la sentí, perdió sentido. Pero sin dudas, ella la tendrá impresa en su frente. Ella es Grisel: adolescente virginal que se suicidó en mis brazos. Muñeca helada que vivió en la década del veinte entre la Boca y El Buceo. Una muñeca satírica que desnuda hervía la sangre del mismo demonio. Yo era muy joven cuando sucedió, tendría unos mil veinte años.  Su ilusión fue de cristal. Tenía la edad de la adolescencia cuando escuché por primera vez este tango, y coincidió con ser la primera vez que escuché la versión de Spinetta y Páez, la primera vez que ponía ese disco en un pequeño reproductor Philips al que le reventé un parlante de presionarlo con el alto volumen.  En el ritual de los discos recién comprados, La La La significó el momento menos ritualista de todos. Hasta ese momento, lo primero que hacía era pasar canción a canción, dejándola sonar unos diez segundos. Pero con La La La me quedé dormido  ha