¿Cómo hace una sociedad que condena ciertos aspectos
de su sociedad, para esconder lo que su propia Cultura construyó con el correr
de los siglos? ¿Cómo hará Rusia para condenar a sus propios héroes, a su propio
pasado cultural y hasta político que toleró (no en todos los tiempos), la
homosexualidad?
Por Matías Rótulo
“Yo siempre supe
como es el juego
lucha en el barro
con tus amigas”
Indio Solari, “Black Russian”
El gobierno ruso
(con un alto apoyo de la sociedad de aquel país) enfrentó en 2016 una demanda
internacional (que terminó en la nada, claro está), una demanda moral en el marco de las medidas que imponen la
prohibición de imágenes o contenidos en medios de comunicación sobre relaciones
“no tradicionales”. Es decir, no se
permitía emitir publicidad que promuevan las relaciones homosexuales. La medida
restrictiva del gobierno es
para que niños y niñas no padezcan las consecuencias, tal como se explica desde Moscú.
Para que tenga una idea, si esto fuera Rusia, la marcha de la diversidad que se hace acá, estaría prohibido, el Movimiento Ovejas Negras estaría perseguido por el
lobo, y Dani Umpi sería prejuzgado. De hecho Dani Umpi es prejuzgado acá
también.
Pero ¿Qué van a hacer en Rusia con su literatura?
En Internet o
libros especializados en literatura de gays, lesbianas, etc. existe un profundo
trabajo sobre la literatura rusa con respecto a esta temática. Recomiendo en
particular el artículo de Carlos Espinosa Domínguez, llamado Rusia Rosa que
hace un importante resumen del tema (1).
El 18 de agosto de 2017, el diario El País (en base a The New York Times) publicó “si este artículo se publicara en un diario de
Rusia podría ser calificado para mayores de 18 años como una película porno y
debería tener esta advertencia: ‘Este artículo contiene información inapropiada
para lectores de menos de 18 años’". De hecho, este artículo también sería
prohibido y este periodista se las vería en apuros, todo por escribir lo que
escribirá a continuación: la cultura rusa y en particular su literatura no ha
sido ajena a las relaciones entre personas del mismo sexo.
Es más, el padre de
la literatura rusa, Alexander Pushkin se ha enviado cartas con rusos que se
movían en ámbitos de homosexuales. Ya sé, usted estará pensando que estoy
haciendo algo que no me gustaría que hicieran con Bartolomé Hidalgo, Zorrilla
de San Martín, Onetti, Quiroga o Florencio Sánchez: difamarlos. Pensándolo bien
se dicen cosas similares de cada uno de estos autores: al primero se le dijo
que era un “oscuro montevideano” (lo dijo el Padre Castañeda), al segundo se le dice que
es “fascista” (lo dicen muchos académicos y es repetido por
estudiantes del letras que no estudiaron qué es el Fascismo), del tercero que se drogaba, del cuarto que estaba
loco, del quinto que era homosexual, y tenía sífilis… Claro que, según como uno
diga algunas de estas cosas están dirigidas como acusaciones, con una clara
intención de desprestigiar al otro. La vida del autor no nos debería importar,
sino su obra.
En el caso de
Pushkin, las cartas a Phillip Vigel no solamente revelan la relación amistosa
de estos dos personajes de la Rusia zarista y decimonónica sino que se
manifiesta el aislamiento que los homosexuales vivían en esta época, no tan
lejana a la época actual, en un país que en el medio tuvo una revolución
comunista desde aquel régimen al prohibitivo de hoy.
¿Qué hará
Rusia con la aceptación plena de las entrañas de su cultura, donde la
homosexualidad está latente desde la Edad Media? La Leyenda del amor entre
Boris y Gleb en el siglo XI forma parte de una cultura que además llegó a pleno
período zarista con uno de sus defensores más fieles: Fiodor Dostoievski que en
su obra Netoshka cuenta la historia de la hija de un buen violinista pero sin
éxito, que es dejada con una familia noble. Las jóvenes entablan una relación
de acercamiento íntimo, y sensual.
En el medio de todo esto se habla de otros escritores, pintores, músicos y demás. ¿Cómo hará la sociedad rusa para olvidarse de este pasado? O ¿Será que lo miran de reojo sin opinar muy fuerte para no ser perseguidos?
El artículo está disponible en www.cubaencuentro.com/cultura/articulos/rusia-rosa-265403
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Matías Rótulo.