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Murgas injustas, poco ecuánimes y subjetivas

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Se acusa a las murgas uruguayas de no criticar al gobierno del Frente Amplio y de darle palo al futuro gobierno. El arte ¿Debería ser ecuánime, objetivo y justo?



Por Matías Rótulo
"Objetividad" grita para recalcar aquella señora cuando escucha a la murga Queso Magro
"Ecuanimidad", dice el señor del otro lado, levantando el dedo acusador para señalar después a Agarrate Catalina. 
"Sean más justos" reclama a Metele que son pasteles,  otra persona desde más lejos. Mientras tanto, un político se refiere en redes sociales a este tipo de murgas como "totalitarias", haciendo una afirmación totalizadora y condenando como un fiscal justo, ecuánime y objetivo el enojo que su subjetividad le dicta.
Es que en este Carnaval, las murgas se vinieron con todo y a ninguna parece gustarle el gobierno que asumirá el 1° de marzo, fecha en la cual ellas, seguramente, seguirán haciendo tablados. 

¿Se imaginan un arte ecuánime, obetivo y justo?
No habría teatro sobre los reyes históricos que Shakespeare retratró sin obetividad, ecuanimidad, ni justicia. No conoceríamos Julio César y el Rey Ricardo de Ricardo III no sería tan cruel. Despojada de la crueldad, aplicándole justicia histórica, las obras lucirían llanas y poco emocionantes. 
Vamos a reclamarle también a Dante, por haber condenado al Infierno o ubicado en el Purgatorio y Paraíso, de manera absolutamente subjetiva, a sus amigos o enemigos. En uso de su subjetividad, Cervantes hizo consideraciones sobre las novelas de caballería para escribir El Quijote. ¡Qué horror Cervantes! Usted criticó a sus colegas escritores de antaño ¡Qué subjetivo!  Eliminemos a Don Quijote por ser subjetivo.

El totalitarismo
Una de las actividades humanas más afectadas por el totalitarismo a lo largo de la historia fue el arte. ¿Es necesario mencionar a Federico García Lorca y Víctor Jara? ¿Debemos recordar a Zitarrosa y Mario Benedetti? No, la lista sería muy extensa. 
En cada régimen político o religioso intolerante, el arte tuvo que apagar sus voces ante el totalitarismo. Pero cuando se pudo hacer oír, evitando ser atrapado en el intento, el artista arremetió con tropos literarios rebuscados y efectivos. 
Acusar de "totalitario" al Carnaval o cualquier otra manifestación artística es darle un poder al arte. Un poder que el arte no tiene. 
El arte no mata, no mete preso, no castiga. El arte denuncia asesinatos, denuncia el castigo de las cárceles. Dostoievski nos dio una lección al respecto mientras el totalitarismo de su época lo acusaba de "traidor" (léase Memoria de la casa muerta del escritor ruso).
El arte tiene otros poderes. Pero el arte siempre está sometido (no en vínculo) sino sometido a los vaivenes de las decisiones de los gobiernos de turno que pueden ser más o menos totalitarios. 
El arte resiste, denuncia, advierte pero no juzga, no debe ser justo ni tampoco es la representación del pensamiento del pueblo, No nos representan todas las canciones de Jaime Roos, la literatura de Benedetti o el teatro de Calderón. Si nos representaran, también lo harían otros artistas y sus obras, incluso los artistas y obras que no nos gustan.  Yo no me imagino en qué medida Rombay me representa con sus canciones de playa, porque odio la playa. 
Lo que piensan las murgas, porque ese es el tema en cuestión, a mí no me representa, pero bien podría sentirme representado por algo que canten.

Una obra mentirosa
Un arte justo, es un arte que llega al pueblo, que es accesible, tanto en el mensaje como en el costo para acceder. Un arte justo es el que promueve la formación del público, tanto para fomentar artistas, o para que quién vaya a una obra de teatro entienda de qué se está hablando. 
Un arte justo es el que llega a todos en el sistema educativo: la literatura, el cine, las artes visuales, el teatro, la música que nuestros estudiantes conocen en el aula o salidas didácticas, pero que  también ellos producen con el apoyo de docentes creativos.
Una obra de arte justa es la que miente. Sí, la que finge una nueva realidad, la que propone una nueva visión del mundo real. La que nos saca de lo cotidiano, las obras que nos propone un buen producto, verosímil más allá de los fantaseoso.
Una obra justa, en este caso una murga justa, sería aquella la que conserva la esencia del Carnaval uruguayo: la de la crítica comprometida. Si debemos pensar que la crítica comprometida debe ser desde la ecuanimidad, estamos equivocados. 
Si queremos que la murga diga lo que queremos decir, saquemos una murga adelante, escribamos la letra y cantemos nuestras verdades. ¿Tuvieron que haber criticado más al gobierno saliente? Para mí deberían dejar de hacer las mismas dos o tres metáforas que hacen siempre en las retiradas. Entonces mi causa y la causa de quienes afirman lo de las críticas políticas (o la ausencia de estas), son causas distintas e incompatibles con las otras miles de opiniones existentes. ¿Eso no ocurre siempre ante la obra de arte en general?


La ecuanimidad
¿Por qué esperamos que una murga sea objetiva? ¿Pretendemos que se aplique un método científico a la creación artística? Me imagino el cuplé de La Gran Muñeca: 

1. Marco teórico
2. Objetivos
3. Hipótesis
4. Desarrollo
5. Comprobación de hipótesis..
6. Conclusiones.
7. Bibliografía. 
8. Anexos.

El arte está cargado, por no decir que está completo de subjetividad. ¿A usted se le ocurriría pararse al lado de Vargas Llosa y decirle "de esto no escribas"?  No, porque estaríamos practicando la censura y ahí no habría un arte justo. Habría un arte lleno de la corrupción propia de lo totalitario. 

Una opinión personal
No me gustaron las murgas que vi hasta el momento, salvo un par. Pero soy injusto, poco ecuánime y nada objetivo. Aunque mis razones son más estéticas que políticas. A una amiga le gustó una murga que a mí no. Me habló de lo divertido que le parecieron los chistes sobre cierto pasado del presidente electo. Yo lo vi, no me dio gracia. Un conocido me dijo que le gustaron mucho las voces y vestuario de esa murga, algo que yo estoy incapacitado para observar. Como verán, el arte es así, tanto en la recepción como en la creación. Una de las murgas me pareció mala de principio a fin, pero en las entrevistas a los medios, los murguistas decían; "tenemos un gran espectáculo". Entonces, si no nos ponemos de acuerdo entre nosotros ante un mismo espectáculo ¿Cómo podemos esperar un arte ecuánime, objetivo y justo? 

Comentarios

  1. Genial Matu! Y qué viva el Carnaval! Aplaudo la cantidad y calidad de tantos artistas que le dedican un rato de sus vidas (en general) a este gran espectáculo uruguayo.

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Gracias por su comentario.
Matías Rótulo.

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