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Plantación circular


Esta historia es de una planta que fue arrancada y arrancada  volvió a ser plantada en una nueva historia.



Por Matías Rótulo 
La raíz que arrancó del fondo de la tierra, desgarrando el corazón de la maceta, arrastró la vida de la planta. 
La raíz que arrancó del fondo de la tierra, desgarrando el corazón de la maceta, arrastró la vida de la planta. Los dedos de ella tuvieron las marcas del asesinato por un buen rato. Porque del ojo más próximo al viento noroeste se le plantó una lágrima en la mejilla. Y la lágrima fue secada con el despojo del cuerpo verde al cual todavía le tiritaban las piernitas flacas, peludas, desparejas, amarillas.
No tuve más que respirar profundo entre su duelo y el mío. Mientras ella lloraba, yo me hería de un silencio constante, suspirando un rezo por el dolor de los años, el olor de los daños, la consecuencia de los actos, la frutalidad de la bruta. La brutalidad de la fruta.
Entonces entró en juego la ternura del abrazo, le pedí perdón y me dijo que sí. Anduvo por ahí tiritando de frío la única luz del puerto aquella noche. Una sombra pasó por debajo del agua. Y creo que vimos caer al piso la trama secreta de todo este lío.
No pasaron dos minutos hasta que le dije su nombre. Hasta que el beso tibio volvió a sonar en la calle de julio de dos mil y tan pocos años después de Cristo. Un trece de enero, tan de febrero que parecía marzo aquel mayo cuando junio fue julio. Ese día una semilla se sostuvo sola en la cornisa del vientre: la tierra abierta por un pájaro.
Luego se decidió a saltar y se durmió en los brazos de alguna lombriz bailando en la Penumbra. Penumbra… Con la música en la Penumbra.
Y creció, y se hizo noche, y dio tallos, y las hojas movieron el viento, porque el viento movió a las hojas.
Y el cielo se acercó a ella, porque la Tierra se acercó a las gotas de lluvia.
Y hoy… hoy alguien arrancó la planta, porque no hay planta que dure mil años. Pero sí hay plantas que pueden volver a ser plantadas.
La tierra que arrancó del fondo de la raíz, corazonando el desgarrón de la maceta, arrastró la planta de la vida. Los dedos de ella le volvieron a dar vida. Las marcas de la resurrección le sobrevivieron hasta la muerte. Por que el viento más próximo al ojo fue el sur, que mejilloneó una planta a la lágrima. Y la lágrima fue despojada de todo secamiento del verde cuerpo que ahora acurrucaba sus piernitas flacas, peludas, amarillas, para sostenerse fuerte.



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