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Desayunos hiperformales


ESA CAJA BOBA QUE NOS TRATA COMO IDIOTAS
 Por Matías Rótulo
En Semanario Voces 483 


Me vengo despertando bien temprano para ver “Desayunos informales”. Porque de lo “perfecto” se dio un giro radical y se pasó a lo imperfecto, lo descontracturado, lo cashual, re cashual,re re re cashual. Lo “informal” es lo descontracturado, lo espontáneo, lo libre, lo vivo, la joda absoluta y yo espero que por fin suceda. Pero no sucede.

Una noche soñé que María Noel Marrone empezaba el programa subida al escritorio y le agarraba los lentes a Fabregat y se los tiraba por la cabeza mientras ella bailaba rock. Porque si hay alguien que está cerca del rock, esa es María Noel que desde los Premios Graffiti... bueno, ahora le dan premios a  Lucas Sugo, así que ya no hay rock. Volviendo a lo de los lentes, si hay alguien que merece que sus propios lentes se le estrellen en la frente, ese es Pablo Fabregat.
El programa se llama “Desayunos informales” y entonces me imaginé un desayuno con copas con caña, vino, un helado de dos litros comido por los cuatro participantes del programa a cucharadas. Pero hay café con leche y bizcochos, como cualquier desayuno empresarial, formal y pituco.
Además anunciaron la presencia del doctor Paullier. Imaginé que el doctor iba a aparecer en un programa inflando preservativos, diciendo que no sirven para nada, otro día cocinando papas fritas y comiéndoselas como un angurriento. Otro programa estaría prendiendo fuego la dieta de una mujer gorda gritándole cosas ofensivas. Pero el doctor procura que seamos ordenados, limpios y sanos. Muy formal.
Como el programa se llama “Desayunos informales”, creí que Martín Sarthou por fin se iba a sacar la barba. Eso es lo único transgresor que puede hacer el periodista. También podría pelearse con alguien por Twitter pero eso es algo muy común para él.

¿Pero qué pasó? El programa es una clase de comunicación conservadora. Es recontra estructurado, hiperformal. Cuando tienen un entrevistado hacen las mismas preguntas que hacen todos los periodistas, basados en las noticias que publican dos o tres diarios uruguayos. Es un programa de radio hecho en televisión. Si la fórmula de la informalidad es tener a un panel de cuatro personas comentando cosas, quiero explicarles que los siguientes programas ya lo hacían de manera informal: “La Hora de los deportes”, “Buscadores”, “Punto Final”, “Algo Contigo”, “Estadio Uno”, el debate por el plebiscito del ochenta... ¿Qué tiene de informal un programa que sigue con las reglas formales de nuestra televisión aplasta culos? La televisión aplasta culos es aquella que sienta a cuatro tipos durante tres horas frente a una cámara a hablar de la vida como si supieran algo.

La idea del programa es innovar a la hora de informar. Aprovecho para preguntar si Néber Araujo firmó un contrato para que Canal 12 no moviera un sólo centímetro de la estructura ochentosa de “Telemundo”. Un programa que se llame “mañanas informales” y repita las noticias del más conservador de los informativos de televisión uruguaya, y se limite simplemente a comentarlas, es hacer escuela en la formalidad más absoluta.
El comentario que hacen los panelistas, se basa además en lo que cualquiera puede leer en cualquier lugar en Internet, porque los panelistas hacen comentarios dignos de cualquier usuario de Facebook.
Pablo Fabregat no hace un solo chiste. Su aporte está desaprovechado. Su imagen se va desgastando  con una presencia radial y televisiva al aire que, se lo digo con cariño a Pablo, me aburre.

Mañanas informales se reúne alrededor de una mesa, marcando una doble diferencia con el espectador: la de la pantalla y la del mostrador. Es el modelo de la televisión almacén, donde el vendedor ofrece sus productos del otro lado del mostrador. De fondo -y acá hay un elemento de renovación- espera su lugar la segunda mañana. Se muestra la escenografía del otro programa como que fuera el postre.

La segunda mañana
Una vez finalizado “Día perfecto”, comenzó un nuevo programa, todo renovado. Es la segunda mañana de “Desayunos informales”. Lo diferente es el nombre. Aquel era perfecto porque la perfección se basaba en la consolidación de la superficialidad. Era perfecto para los intereses de quienes lideran las economías del mundo, inclusive la uruguaya: los vendedores de productos que no sirven para nada. Se mantuvieron algunas caras, pero sobre toda las cosas, se mantuvo la ideología de la estupidez como base de un programa que no profundiza en nada, salvo en las cuestiones que ocurren en Twitter (no se pierda la mejor selección de comentarios en Twitter en la página 31 de Voces de hoy). Hacen un programa de televisión con el eje de las redes sociales, y en particular lo que producen en las redes sociales los famosos argentinos.  Hablar de esas banalidades es lo formal de nuestra televisión actual, siendo una repetición formal y ya, a pesar del corto tiempo, desgastada. Hacen un intento desmedido por reírse de Montelongo, un taxista interpretado por Marcel Keoroglian y se nota cuando se ríen fingido. Se nota cuando no tienen nada que aportar. Se nota cuando no hay ideas nuevas, porque en realidad tanto este programa de Canal 12 como los matinales de los otros canales, van rotando a los invitados y los temas en una calesita interminable de cosas viejas, desgastadas y formales.




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