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Con las dos patas en el rock

¿Qué les pasa a Alberto Wolf y Los Terapeutas? El año que viene cumplirán sus bodas de plata y parecen estar en el mejor momento de su carrera. Días atrás arrasaron en la entrega de los Premios Graffiti quedándose con cuatro distinciones (Mejor Compositor, Mejor Álbum, Mejor Álbum de Rock y Mejor Productor). Además, la primera edición de su último trabajo, “De”, se agotó a cuatro meses de salida al mercado. Cuando la crítica y el público se ponen de acuerdo, parece un momento oportuno para celebrar. Este sábado, se presentan en la Sala Zitarrosa. Están “de Fiesta”, tal cuál bautizaron el espectáculo.

TOMADO EL SABADO 13 DE JUNIO DE WWW.ESPECTADOR.COM

“Mandrake” recibe a El Espectador en su propia casa. Hace un año que no vive por la calle Nimes. Si bien la extraña, está conforme con su nuevo hogar en Villa Dolores. Es que en los últimos tiempos las cosas han marchado bien. Redujo sus alumnos de veinte semanales y conservó a siete u ocho; la cantidad de toques se han multiplicado y además genera nuevos ingresos por derechos de autor, ahora que hay mucha gente cantando sus canciones. De todos modos, aún no cambió la grabadora de cassette Sanyo con la que inmortaliza sus momentos de inspiración. “El sonido es horrible, pero por lo menos no me olvido de lo que escribí”; “yo soy de otra época”, confiesa.

Mandrake reconoce que la banda atraviesa un buen momento, pero no está seguro de si se trata del mejor. “Todavía no explotó nada; todavía no tengo la limousine”, dispara. “Es una linda caricia que nos dio la prensa especializada y lo tomamos como eso, como una especie de alabo. Pero yo no creo mucho en los campeonatos de la música. Porque si fuera otro jurado, capaz que elegían otros discos. Es muy subjetivo, no hay que futbolizar todo”.

De todas maneras, todo tiene una explicación, la banda está convencida de que su último disco es el mejor de su carrera. ¿Qué es lo que tiene que le faltó a los demás? “Primero una gran producción musical que me parece que está excelentemente hecha. El otro día prendí la radio, estaban pasando un tema y me quedé contento de cómo sonaba. Eso es una cosa. Además, desde el nivel compositivo está bastante redondito. No tiene un hit como Miriam… pero es un disco compacto, inteligente. No quiere romperle los huevos a nadie porque dura 33 minutos. Yo creo que es lo que puedo asimilar en una escuchada. Lo hice pensando en que tengo ahí adentro (señala una de las habitaciones al fondo de la casa) 200 o 300 discos de pasta. Es la vieja fórmula, duran 17 minutos de cada lado. Me parece que con lo digital hay mucha información. Yo siempre digo, el último disco de los Red Hot Chili Peppers es un disco doble. Yo no lo escuché nunca entero”.

De tan libre
Volviendo al álbum con nombre de preposición, Mandrake dice que fue bautizado de esa manera por capricho y casualidad. Sucede que varias de las canciones a ser incluidas en el trabajo comenzaban con esa palabra y cuando se percataron del asunto se bajó línea. “Por una cuestión comercial también, porque este disco se vuelve a llamar Alberto Wolf y los Terapeutas y no (sólo) Los Terapeutas (Daniel Jacques, Luis Jorge Martínez, Gonzalo Gravina y Pedro Alemany). Si yo le ponía un título súper rimbombante, te queda como “La insoportable levedad del ser”…una cosa así…

De todos modos, los permisos que se da la banda en la búsqueda de lo comercial no van mucho más allá. “Nosotros queremos ser lo más populares posibles, pero estamos contentos de hacer lo que nos gusta. Eso ni lo cuestionamos. Escribo lo que me sale y no me interesa la fórmula del éxito. Siempre digo, si fuera un multimillonario, escribiría canciones, y si fuera un pichi o un linyera, haría lo mismo. No hay diferencias”.

Mirando en perspectiva la historia del grupo, el líder de Los Terapeutas reconoce un crecimiento sostenido desde 1997, particularmente con la trilogía “sin concepto” que concluye con De (que también incluye Hay cosas que no importan (2006) y Amor en lo alto (2002)). “No hay un concepto, lo que sí puede haber es que quizá son los discos mas eléctricos nuestros. También pasó algo muy significativo para mí y es que me puse a componer con guitarra eléctrica. Un instrumento que en una época tuve y después lo vendí".

Esa búsqueda se inicia en 1987 con el álbum Mestizo en todos lados. “A ese disco se le puso así, porque no éramos ni canto popular ni rock (como en esa época sonaban Los Estómagos). Éramos, digamos, una cosa distinta. Y bueno, en un momento hubo un "boom" del rock que es brutal y dijimos vamos a meter las dos patas acá y ta; lo logramos. Un poco por conveniencia. Para mí no hay ningún tipo de frontera con la música. Si lo que está aportando es el rock, vamos a meternos de este lado. Vamos a no ser giles, si tenemos también esos componentes”. Sus palabras suenan a satisfacción y no es para menos: Mandrake es rockanrol. Un ejemplo de eso puede ser el irreverente suceso de la entrega de los Graffiti cuando al recibir el último premio se descolgó con un “el mejor álbum del año, le rompimos el culo a varios”. “Eso fue una zarpadera”, reconoce ahora, “pero lo quise decir en una forma simpática, no quise denostar a nadie ni hacerme el malo. Al contrario, fue un chistecito”, dice con la picardía de un niño que se sabe en falta. “Hay que ser mal perdedor y mal ganador. Yo soy hincha de Peñarol… ¿qué querés que le haga?”, se disculpa. “A veces me hago el coso, pero no estoy montando un personaje”, asegura.

“Es una forma de vivir distinto a cómo vive otra gente. Sin despreciar a nadie. Es una opción de vida distinta. La gente se disfraza mucho. No sé de qué me disfrazaría… ¡en la fiesta de mi nene me disfracé de princesa!”, recordó. Para los que se preguntaban lo mismo, la respuesta es no. No fue ahí que se afeitó el bigote. “No, el bigotito… me emocioné una vez que vi un reportaje a Ghiggia. ¿Viste que todos los veteranos que son putañeros tienen un bigotito así? Después vi a Dylan y a Jimi Hendrix y dije vamos a sacarnos el bigote de duro y vamos a ponernos uno más de fiolín, pero no me sale muy bien. Me compré una afeitadora, pero no le agarré mucho la mano. Ghiggia es un genio. Todos hablan del negro jefe, pero el que la mandó adentro fue él.”

De desesperados
“Estamos hablando de un género que se llama canción. Yo soy un enamorado de las canciones porque es un género que me permite expresarme y la canción está cargada de cosas, porque está la música y la palabra y se mezclan. La letra no puede ser muy pesada. Tiene que saber volar y a la vez transmitir algo. Es un gran desafío. La tenés que poder escuchar y tararear sin que te rompa y a la vez te tiene que decir algo. Pero si tiene mucha información, es un embole. Yo trato de ir por ese lado. Capaz que hay una parte más livianita y otras no”.

Esa es la fórmula con la que Mandrake viene construyendo desde hace más de dos décadas su universo de historias mínimas, en las que dialogan aleatoriamente cotidianeidad y filosofía. “Empiezo a divagar con la guitarra, a jorobar y de repente aparece una frase; veo que hay une especie de idea que está ahí para desarrollar. A veces estoy años para escribir una canción porque tengo la idea, pero tengo que encontrar las palabras y es como una especie de puzzle enorme. Para mí lo más fácil de hacer es la melodía y la música, pero después, escribir la letra me lleva un buen tiempo.” Miriam entró al Hollywood, el hit de su penúltimo disco, estuvo inconclusa durante dos años. “Es una especie de ansiedad que te viene, la mirás y ¿para donde ir?… te falta una palabra… y tiene que ser exacta”.

De sangre a sangre
Mandrake acompañó buena parte de la historia de la música popular uruguaya, postdictadura. De hecho, aún recuerda la primera vez que escuchó a Mateo y cómo, maravillado por Musicación 4 ½, creyó que descubría a un artista célebre para luego darse cuenta de que la gente poco sabía de él.

De todos modos, está convencido de que el mejor momento de la música uruguaya esta ocurriendo hoy. “Lo que está pasando ahora es una ebullición increíble. Además, es inteligente la cosa, porque hubo un boom enorme con el rock. Pero ahora se ha instaurado una industria de la música. Y eso es increíble. Ahora hay productores musicales. Cuando yo empecé eso no existía. Los veías en los discos, George Martin con Los Beatles. ¿Qué hicieron los productores musicales te preguntabas? Ahora hay una cantidad (y) buenísimos. Se toca en el interior que era inexpugnable para el rock. Se piensa también mirando para Argentina. Todo el mundo se da cuenta de que hay que mirar para la vecina orilla que es la gran urbe de esta zona. Los Premios Graffiti, por ejemplo, jodiendo o no, son parte de la frutilla de la torta. La gente se está tomando muy enserio a los músicos”. Y tiene su banda favorita en la escena local: “el disco de Bufón, el último, me encantó. Por lejos despegada de todas las bandas que hay acá y en Buenos Aires. Es un grupo que todavía no fue descubierto. Son increíbles las letras de Ozzy y la actitud cuando tocan en vivo. Me sorprendió mucho, además, no sabía ni quiénes eran. Cuando la vi en una Fiesta de la X dije: “Y esos de dónde salieron”. Mirá que hay un montón de bandas que me gustan”.

De “Fiesta”
Mientras preparan su primera gira a nivel nacional, Alberto Wolf y Los Teraputas se proponen celebrar los Premios Graffiti compartiendo una noche de fiesta junto a las personas que los han acompañado. Como proyectos para este año, también les queda pisar con más fuerza los escenarios argentinos y, por qué no, editar De allí.

Datos del espectáculo:
Lugar: Sala Zitarrosa
Fecha: Sábado 13
Hora: 21.00 horas
Localidades: Las entradas anticipadas hasta el domingo 7 están a la venta en la boletería de la Sala (de 15 a 21 horas) y en la Red UTS (CD Warehouse, Palacio de la Música y RedPagos) con precios de 180, 150 y 110 pesos.

Comentarios

  1. Me ha gustado mucho este, tu blog.

    A mí podés encontrarme haciendo click aquí.

    Felicitaciones por el sitio, y espero me escribas.

    Alejandro

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Matías Rótulo.

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