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No es Batman, no es Batichica es… José Pedro Varela


PAPELES SALVAJES

Por Matías Rótulo (Publicado en el Semanario Voces el 20 de agosto de 2012)

El libro El club de los ilustres (Grupo Belerofonte – 2012) recientemente editado, de Rodolfo Santullo (guión) y Guillermo Hansz (dibujos) transforma en personajes - héroes a José Pedro Varela, Delmira Agustini, Aparicio Saravia, y Horacio Quiroga. Los cuatro deben luchar contra el mal. El malo es un dictador decimonónico llamado Máximo Santos.

El canon literario, histórico y cultural en general vuelve a ser alimentado, ahora por Santullo y Hansz.
El comic, como texto literario, también canonizado aunque renegado por la literatura académica (los estudios literarios) así como la literatura infantil y adolescente (el comic tiene la habilidad de serle interesante a todas las franjas de edades) es tenido en cuenta por dos autores que descubren la forma en el dibujo y la historieta. En ese descubrimiento se proponen desafíos tales como atraer al público con personajes centenarios. Son autores, obras y personajes históricos que rondan por las aulas de primaria y secundaria al ser impuestos en los programas de enseñanza y que contribuyen a que sigan vivos en la memoria colectiva. De lo contrario, tal vez nadie leería a Delmira, o pocos recordarían a Aparicio, más allá de los intereses políticos que lo rodean actualmente.


Llevan a la ficción a cuatro personajes emblemáticos de finales del siglo XIX y principios del XX que
en algunos casos no llegaron a convivir históricamente pero se unen contra el mal, tomando el prototipo  de los “súper amigos” de historietas. Son los “Cuatro fantásticos orientales”, donde una mujer integra el grupo, como para hacer un equilibrio de género, aunque la relación es tres a uno.

Los protagonistas son la poetiza modernista Delmira Agustini, el reformador de la educación José
Pedro Varela, el caudillo blanco Aparicio Saravia y el gran cuentista Horacio Quiroga. De obras y características personales muy diversas entre ellos (inclusive los dos escritores ates mencionados tiene grandes diferencias artísticas), son héroes de la historia, convocados por un jefe,
cual “Misión imposibles” o “Los Ángeles de Charlie”. Ellos luchan entre otras cosas, -dentro de la obra-, con el dictador Máximo Santos, presentado como el villano.

Fuera de la obra, en el mundo del canon cultural y real, los cuatro personajes luchan por sobrevivir a
los tiempos posmodernos donde renegar del pasado a favor del presente como único horizonte, los
va dejando relegados.

Delmira Agustini con su trágica vida y obra de exquisitos ribetes modernistas y eróticos, es la heroína
revitalizada en “El Club de los Ilustres”. Llega a empuñar un arma frente al dictador Máximo Santos,
como queriendo hacer justicia de su propia vida y muerte (aunque ese no haya sido el motivo de la acción del personaje). Quiroga también toma un arma, a sabiendas hoy de su historia como matador
accidental de un amigo en la vida real.

Tal vez, lo que se puede poner en debate con respecto al argumento de El club de los ilustres es que
no destaca como se merecerían los personajes, las características de la obra que dejaron en vida los
ahora héroes de historieta. Quizás porque la acción bélica predomina por encima del resto. Aparicio
(el caudillo blanco) fue el único que luchó bélicamente por su causa en vida aunque de la causa poco
se dice. El resto, poniendo la cuestión en lenguaje bélico, llevaron adelante otro tipo de batalla: la cultural. ¿Alguien puede renegar del compromiso de Varela o de la impronta artística que tuvo en su
época Delmira?

En el caso de Santos (para citar un ejemplo), es el villano natural. Dictador él, los Ilustres deben combatirlo. Parece paradójico que Varela combata a quien formó parte del “Militarismo”, proceso donde el reformador de la Escuela Pública llevó adelante su obra en el período de Lorenzo Latorre. Varela murió en 1879 antes del gobierno de Santos. El pacto ficcional, permite los cruzamientos más
allá de la vida y la muerte. Delmira, cuando Santos Gobernaba apenas nacía en 1886.

Héroes de historietas

Hoy predomina lo audiovisual. Tal vez por eso las imágenes de lo suntuoso en la poesía de Agustini no tengan lugar al carecer de imágenes que lo representen en el papel impreso. Los cisnes de Delmira no se escuchan cuando se lee algunas de sus poesías. El comic apoya las acciones con la onomatopeya, el “bang” o “pum” por ejemplo que no faltan en El club de los ilustres, en los excesivos episodios de combate.

Con su llamativa edición y propuesta, buenas ilustraciones y fácil lectura es un atractivo entretenimiento, lo cual es mucho en un mundo donde lo “entretenido” debe estar por encima de “lo interesante” según los mercaderes del arte. El club de los ilustres es interesante a priori, por la tapa, por los personajes, y las imágenes aunque en el desarrollo es una historia lineal de héroes que luchan contra el mal, lo que lo vuelve monótono. De todas formas, en el transcurso del libro se nota una transformación de los personajes y distintos vuelcos en las aventuras que hace dinámica la obra.

Por lo demás, si el Club de los ilustres colabora a que alguien se interese por el comic en general, por
la obra de los personajes bienvenido sea.

M.R.

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