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Bichos de laboratorio

PAPELES SALVAJES

La Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República editó tres libros que recogen las investigaciones científicas de egresados, estudiantes y docentes. Los Avances de Investigación del año 2011 y 2012 son eso, un avance de una Facultad que avanza, a pesar del estancamiento que por momentos se denuncian en las paredes del edificio de Magallanes y Uruguay en los carteles colgados por el Centro de Estudiantes. ¿Para quién avanza? ¿Para quién publica estos libros? 

Por Matías Rótulo Publicado el 04/07/13 en Voces

La Facultad de Humanidades tiene un edificio muy chico para sus necesidades. En los oscuros pasillos (cada vez más oscuros y llenos de carteleras y
muebles) se ve a los mismos estudiantes eternos (no todos), que se eternizan al frente de los gremios estudiantiles. También andan por ahí los docentes que les pedían investigaciones a sus estudiantes. Las investigaciones eran requisito de aprobación de materias. El docente (no todos, sino algunos inescrupulosos) presentaban con nombre propio sus investigaciones obligatorias a su función (hecha en base al trabajo de los estudiantes) pero el mérito era siempre del docente. Esas investigaciones morían en cajones oscuros. La Facultad no tiene horarios adecuados para que los trabajadores puedan estudiar (los eternos estudiantes siguen reclamando por un turno nocturno que les permita dejar de ser eternos), algunas materias para ser aprobadas requieren horas y horas de dedicación y encierro en bibliotecas que desaniman a cualquiera. La vida en la Facultad transcurre entre pujas políticas internas, y el hermetismo académico (no en todos los casos) basado en parte en el no reconocimiento de saberes de otras instituciones ya que siguen las históricas y literarias pujas con el Instituto de Profesores Artigas, más allá de los discursos políticos.
Sí, soy un resentido por no haber podido afrontar la Licenciatura en Historia por algunas de las causas antes mencionadas. Eso no me impide reconocer que los tres libros llamados Avances de Investigación (FHCE-2012) intentan romper con algunas de las afirmaciones totalizadoras y que no por ser mías, tienen que ser ciertas. 
Los tres libros (más un directorio de investigadores) saca del anonimato a una veintena de estudiantes que publican sus avances en historia, letras, filosofía, ciencias de la educación, lingüística y antropología. Lo mismo ocurre con los docentes y egresados. Los tres órdenes que integran el cogobierno universitario, esa especie de cónclave por momentos inalcanzable (más aún en Humanidades) para el resto de los mortales, se abre al mundo exterior, aunque en realidad: ¿Llegarán estos libros al mundo exterior?  Existe en mí el temor de que los libros queden en el ámbito de la Facultad de Humanidades o como mucho, al alcance de las familias y amigos de los autores. Igual, mis temores se debilitan al pensar que es saludable que la institución pública que por estos días reclama dinero no solamente para salarios, sino que también para realizar sus objetivos naturales, no así naturalizados (enseñanza, extensión e investigación) rinda cuentas de lo que está haciendo con esos dineros. 

Investigar ¿Para qué?
El estudiante Fernando García Tabeira se las arregla para vincular a Nietzche con la genealogía de la Federación Rural… pura filosofía. La estudiante Margarita Echeveste estudia algunas normas ortográficas que generar dificultades a los correctores de estilo… pura pragmática. Los estudiantes Elias Cheda e Ivanna Viazzo aportan una primera aproximación arqueológica sobre la Batalla de las Piedras… pura novedad. 
De la misma forma, los egresados y docentes van aportando nuevos datos sobre distintas áreas del saber en cuarenta y tres investigaciones todavía sin concluir. Según el decano de la Facultad de Humanidades Álvaro Rico, la iniciativa de publicar los avances de investigación no responde a un interés colectivo social, ni siquiera científico, o al menos esto se entiende de su presentación. Menciona en una suerte de explicación inicial que los tres libros editados contribuyen a la divulgación académica, partiendo así desde la posibilidad de salida, pero no de llegada de lo investigado. ¬Aclara que “aquellos investigadores que con un buen nivel de elaboración sobre temáticas importantes no siempre encuentran posibilidades de publicación” y reconoce que no siempre se encuentra un “retorno crítico por parte de sectores de la población o contrapartes específicas”. ¿Qué sectores de la población? ¿Cuáles son las contrapartes específicas? No lo aclara Rico. 
Agrega que “esta iniciativa se complementa con otras que, en su conjunto, generan mejores condiciones del entorno universitario y abren mayores posibilidades a las personas para la generación de méritos y reconocimientos”. 
El asunto a debatir no sería si las investigaciones sobre las mujeres del Quijote de la docente María de los Ángeles González contribuye o no a cambiar algo en la sociedad, así como podría contribuir una investigación sobre enfermedades raras en la Facultad de Medicina. Sería más interesante pensar en cómo los receptores de las investigaciones se amplían para que no quede reducido solamente a los estudiantes de una materia específica: por ejemplo a los estudiantes de letras. Este comentarios, tal vez sea desde la mirada de un lector de los libros que poco entiende de la genética de los charrúas, y poco seguirá entendiendo a pesar de los detallados informes que se hacen en uno de los libros. ¿Pero debe la academia contemplar mi ignorancia o dirigirse a los entendidos para que se siga construyendo saber que a la larga volverá a mí de alguna forma u otra? ¿Tengo que entender sobre la genética para comprender sobre las enfermedades raras? ¿O tengo que esperar a que esas investigaciones contribuyan a curarme en caso de estar enfermo de algo poco común? 

¿A quién le interesa? 
El objetivo de los libros es la divulgación, el aporte académico, la construcción de conocimiento, una especie de rendición de cuentas sobre lo que hace la academia pública, todo eso para la contribución general para la apertura de nuevas líneas de investigación o de complementar líneas ya existentes. 
Los bichos de laboratorio de la Facultad de Humanidades, con esta segunda edición de las investigaciones dejan al descubierto cuáles son las líneas de estudio por las cuales se transita en la actualidad. 
El trabajo en el terreno incluye el aporte de la flamante Licenciatura en Turismo. La docente Florencia Thul Charbonnier investiga la utilización de la figura de Artigas en la reconstrucción del Barrio Sur. “¿A quién le interesa?” me preguntó un amigo al comentarle sobre esta investigación. Para empezar la interesa a la profesora que hizo la investigación, pero además, le interesa a todo el Barrio Sur que es protagonista de primera línea de la investigación, pero también del proceso de patrimonización del Barrio Sur, un emblema en Montevideo. Le interesa también a la construcción cultural de toda una ciudad, de todo un país. Interesa. 
La otra pregunta que me hizo mi amigo fue “¿Aporta algo?” acompañado del comentario “que se ocupen de algo que sirva para algo a la gente”. El aporte académico le sirve a la gente en la medida que vemos el conocimiento como algo utilitario, producto del mensaje de años atrás donde el conocimiento tenía que ser “servil”; Servil para formar mano de obra capacitada, para los intereses económicos y políticos, etc. Pensar en lo “servicial” del conocimiento sería pensarnos a nosotros encima del conocimiento, siendo que el conocimiento nos ha demostrado que somos serviles a él. 
Los tres libros y el directorio de investigadores saca del laboratorio a los bichos ocultos, nos ayuda a combatir el bicho de la ignorancia y aporta al gran bicho del conocimiento. Hacen los libros, que la propia Facultad de Humanidades se convierta en un objeto de estudio y deja huellas. ¿Llegarán estos trabajos a alguien más que al demos universitario? ¿Llegaremos a comprender qué hacen dentro de esas enormes paredes pintadas de verde en su exterior y por la cual aportamos mucho dinero? Tal vez no. Pero es un avance. 



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