Ir al contenido principal

Los avaros y codiciosos en Ahora caigo

ESA CAJA BOBA QUE NOS TRATA COMO IDIOTAS



Como me han dicho que no puede ser que no me guste nada de la televisión actual, voy a confesar que me río mucho con “Ahora caigo”. Me río por el efecto sorpresa de la caída del participante, por las payasadas del conductor, me pongo nervioso cuando los concursantes están a punto de perder, contesto las preguntas desde la comodidad de mi hogar y la incomodidad de mi sillón y me siento capaz de ir en cualquier momento a España  y ganarme los cien mil euros.


Por Matías Rótulo. Publicado en Voces el 28/03/14.


La belleza del programa español que emite Canal 10 casi todos los días porque hay que rellenar con el rico espacio comercial que tienen los propietarios de Saeta, es su singular forma de castigar a los participantes: los hunde. Los hace desaparecer. Los elimina como la caricatura del jefe malvado que manda a una fosa oculta en el centro de su oficina al mal empleado. Debajo de la fosa del jefe hay tiburones o cocodrilos. En la fosa de “Ahora caigo” suponemos que hay colchonetas esperando al participante que acaba de vivir su mayor humillación: no supo y se lo castigó.
 La España agonizante en una crisis ha visto hundirse a sus españoles, pero desde acá parece como que es todo felicidad. ¿Nunca se ha puesto a ver los informativos de RTVE donde se informa sobre las crisis políticas, los millones de parados (desocupados) e inmediatamente después las millonarias compras del Real Madrid, Valencia y Barcelona? Los españoles han sufrido tanto que pasan de un momento al otro de la angustia a la diversión. Eso es lo que creemos, porque eso es lo que vemos por televisión.
En “Ahora caigo” los participantes son presentados de dos formas: nombre y ocupación. Es interesante observar que en un país en crisis, quienes participan en este tipo de programas son aquellos que tienen carreras terciarias, pero con ocupaciones que en momentos de crisis no son tan esenciales: estilistas, gerentes de marketing, decoradores de ambientes, etc. Casi todos los participantes coinciden en su situación “soy publicista pero estoy parado, por lo que me encargo de conducir un coche de alquiler”.
Esto no quiere decir que el programa de televisión nos revele la situación social del país, para eso hay una Facultad de Ciencias Sociales y Economía. Por cierto, las carreras serían mucho más entretenidas con agujeros en el piso para que los malos estudiantes se caigan por una rampa al infierno.
La idea de “Ahora Caigo” es que el que no sabe se va al inframundo, castigado a la vergüenza eterna y sin un euro. La expresión “ahora caigo” no es más que una expresión de caída a la realidad. Al caerse por el pozo uno se va del espacio de la ficción, del plató o estudio de televisión a hacer algo más efectivo que jugar por un rato frente a las luces de arriba. Cuando uno cae al pozo se vuelve a la realidad del trabajo o de la crisis. Arriba hay luz, está el saber, y abajo hay oscuridad, el que cae no tuvo las luces prendidas para ganar.
Los participantes pueden demostrar su ambición o no, si en cierto momento del juego deciden abandonar con la mitad de lo ganado o avanzan rumbo al premio mayor.  El concursante tiene tres comodines, siempre empieza el retador, y hasta se le da un nuevo comodín en más de la mitad del juego. Sin embargo casi nunca se llega al pozo mayor, al de los cien mil euros.
“Ahora caigo” es otro entretenimiento de verano, un enlatado español cuya diferencia con otros programas de televisión de preguntas y respuestas es la de la caída, la bonita escenografía, una conducción amena, y muchas luces. Un programa que podría ser suplantado por los tantos programas que se producen en España de alto entretenimiento y de buen valor cultural, algo que proponemos aunque sabemos que no tendremos éxito.
Mientras tanto nos reímos y respondemos preguntas tipo ahorcado, y creemos que aprendemos mientras nos divertimos. Nos hundimos en el sillón mientras vemos al pobre desgraciado de la pantalla tratando de rescatar un euro en el medio de su crisis. Si pierde y se cae en esa especie de water gigante pensamos que se lo merece y yo hasta lo visualizo todo manchado de aguas sucias.

Si le revelé en esta columna algo nuevo sobre el programa, usted me podrá decir “ahora caigo” y yo le abriré las compuertas a sus pies para que se vaya al diablo. 


Comentarios

Lo + leída de la semana

Santiago Soto: director del INJU “El Uruguay está lleno de viejos… y la política también”

"La túnica en el perchero" en el Semanario Voces