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Galeano, ese que escribió La borra del café

INMORAL PARA TELECTUALES
Por Matías Rótulo


El inmoral pero telectual, típico representante del bien sentir y ser uruguayo, llora por estas horas la muerte de Galeano. ¿Qué llora? 

El inmora pero telectual, típico representante del bien sentir y ser uruguayo, critica por estas horas la muerte de Galeano. ¿Qué critica? 

Los uruguayos no tenemos puntos medios. Lo tenemos que odiar o lo tenemos que amar. Porque Galeano, por algo, llegó a ser lo que llegó a ser (y hacer). Llegó o por bueno, o llegó por venderle su alma al diablo de la izquierda, o por vender libros, Nótese que el Inmoral pero telectual no puede de ninguna manera conjugar en una misma persona el concepto de vendedor y de izquierdoso. Sí puede conjugar el concepto de universitario oncólogo rico, o economista rico, o granjero que puede llegar a ser rico pero se presenta como pobre, con la idea de la izquierda y política. Uno de la izquierda que se haga rico con la política es más perdonable que uno de la derecha que se haga rico con su empresa (ese, sin dudas, le robó algo a alguien). 

Hasta la prensa ortodoxa de la derecha lloró por estas horas al hombre de izquierda muerto. Esa prensa intenta buscarle una definición al sujeto, de entenderlo, de compartir inclusive sus opiniones. Porque está muerto, y a los muertos se los respeta. 

Hasta los programas de televisión más simplones y condecorados con la desintelectualidad más perfecta le hizo homenajes a Eduardo (eso sí, mencionando cuantas veces podían el nombre equivocado de los libros de Galeano). 

¿Qué nos dejó Galeano? Esa es una pregunta digna para mí, periodista y profesor de literatura, porque soy el único autorizado a decirlo. ¿Por qué? Porque a Galeano no lo construye el lector de a pie que se junta con otros lectores a dialogar sobre alguno de sus libros. No. Se espera que quien posee el poder de transmitir el canon, es decir un profesor y un periodista, nos diga con exactitud, qué dejó el finado. 

El Inmoral pero telectual sabe a quién llorar porque nosotros se lo decimos. Galeano fue un buen escritor. ¿Me cree? Se lo juro. Pero espere, Galeano también se repitió muchas veces, y después de las Venas... no hay mucho más para decir. ¿Está feliz? 

Una señora me dijo hoy que leyó de él La borra del café. ¡Es de Benedetti! 
¿Y qué importa si es de él o de Benedetti? ¿Lo leyó? ¿Fue feliz? ¿Qué importa si fue uno u otro?

Luego estamos los que estamos en contra del quien hasta hace poco estaba por acá.  Algo así: 
Galeano fue un oportunista de las luchas y de los efectos urgentes de una literatura cargada de historias ajenas construida para el impacto. Puaj. Qué asco. 

Claro está, el Inmoral pero telectual no supo decir esas cosas antes de ayer, cuando el hombre vivía. Tuvimos que esperar a que se muriera para desnudar su farsa. 

El Inmoral pero telectual irá corriendo a comprar sus libros. Llenará los bolsillos del muerto, sin entender que Galeano entró definitivamente en la cultura del canon, ya no solamente cultural, sino que también económico.
No, ni siquiera va a hacer eso. El Inmoral pero telectual uruguayo dirá cosas tan simplonas como algunos de los cuentos efectivos de Galeano. Lo dirán por Twitter, porque algo hay que decir.
"Se fue un gran de nuestras letras, salú Eduardo" o "un gran Eduardo" o "las letras se quedaron en silencio" (sin decir el nombre de él pero todos entendemos que es para él, aunque puede ser también para el otro finado del día, el nobel que murió en algún lado del mundo. 

Se nos fue Galeano. Se murió la literatura efectiva. 

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