ESA CAJA BOBA QUE NOS
TRATA COMO IDIOTAS
La mejor
justificación para la existencia de “La columna de la gente” es que el fin de
semana último pasado llegaron a los cien mil amigos en la red. Eso confirmó
algo: es el programa que “la gente” quiere mirar. Entonces no se puede discutir
más. El público es sagrado.
Por Matías Rótulo - Publicado en Voces 441
La televisión es diversión, negocio, y lo que queremos ver.
Esas son las razones más cómodas y convenientes de muchos de los que hacen
televisión. Inclusive, algunos periodistas justifican publicaciones de noticias que lastiman a otras personas,
gracias a un aparato invisible pero efectivo que mide aquello que el lector
quiere leer en los diarios, y que lamentablemente en Voces todavía no tenemos. ¡Por eso nos sale lo que nos sale!
Que la gente no quiere preocuparse, que la gente no quiera
ponerse a pensar tanto, que la gente nos mira cada vez más, y por lo tanto eso demuestra que piden lo que
les damos, que la gente es una especie de conglomerado sin rostro, cerebro ni
lengua… Esa misma gente es la que lee este artículo y este artículo es lo que
la usted quiere leer.
En “La columna de la gente” (el nombre lo dice todo) se
argumenta que se le da al televidente lo que él quiere, y yo puedo argumentar
lo mismo en cada una de mis notas. Por lo tanto, si llego a escribir aquí que
“La columna de la gente” es un programa desechable, y a usted le gusta ese
programa, habría un choque de intereses. No se chocan mis intereses, ni de
quienes hacen “La columna de la gente”. El choque de intereses es de la gente, -por
eso-, arréglese usted como pueda.
“La columna de la gente” nos ofrece un resumen divertido de
lo que personas comunes y corrientes con afán de mostrar sus habilidades (o la
falta de ellas) publican en Internet. Algunos de mis contactos en Facebook suben fragmentos de “La columna de la gente”, fragmentos
que muestran esos videos subidos a
Youtube. ¿No es un círculo interminable?
El programa nació como un espacio en “Día Perfecto”, ese
programa matinal que se basa en la agresión disfrazada de buena onda e
información de poca relevancia, pero los conductores me dicen que es
fundamental para mi aburrida existencia. ¡Hace que mi día sea perfecto!
De a poco, “La columna de la gente” se ganó un lugar y
obtuvo un espacio propio con videos de efecto: niños haciendo de animales,
animales haciendo de niños, monos haciendo monerías, conductores haciendo lo
mismo que hacen los monos pero con menos gracia e imágenes de personas
golpeándose en la cabeza en accidentes. ¿Cuál es el contenido? El mismo que
cualquiera de nosotros puede ver en Internet,
pero la facilidad que da el programa es la de hacernos una selección, cosa de que no nos compliquemos la vida.
Yo no sé si eso es lo que la gente quiere ver. Pero como un
individuo que forma parte de eso llamado “gente”, ese monstruo sin rostro y sin
lengua, me parece, cada vez que lo miro, que hemos llegado punto máximo de
subestima al espectador. ¿Eso es lo que yo quiero ver? Si no tengo otra opción
(no tengo cable) y si las otras tres opciones a esa misma hora no me
entusiasman, puede ser que me quede con “La columna de la gente”.
Me dicen que no quiero pensar, que me quiero divertir, y que
tengo que entender que la televisión es un negocio. Resulta que la parte del “negocio”
no lo termino de entender porque para mí no es un buen negocio, pues la
televisión me invita todo el tiempo a gastar dinero en productos innecesarios.
Surge entonces que la televisión es diversión y “La columna de la gente” no me
divierte, porque para mirar a un tipo bailando ridículamente, prefiero buscar
en Internet un video de Monty Phyton. Y no, tal vez no quiero
pensar, pero programas como este me hace pensar más de la cuenta y por eso
empiezo a escribir este artículo.
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Matías Rótulo.