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Bailes nocturnos: violencia, alcohol y discriminación


Por Matías Rótulo (publicado el 22 de julio de 2012 en La República) 
Preocupa a las autoridades policiales y del INAU la violencia creciente en los centros bailables. LA REPÚBLICA investigó algunas de estas situaciones. Una de las últimas y más violentas ocurrió en Salto cuando tres jóvenes adolescentes fueron agredidos con cadenas: uno está en coma.


En Salto, un baile se convirtió en una pesadilla para tres jóvenes montevideanos. Fueron identificados como de la capital y después rodeados por un grupo de personas que los agredieron con cadenas. En Fray Bentos, Minas y Cerro Largo, las situaciones de violencia se suceden a menudo. En ningún departamento, estos hechos son ajenos. En Montevideo el INAU (Instituto del Niño y el Adolescente del Uruguay) y demás autoridades tiene identificadas algunas zonas rojas que se asocian a ventas de drogas, ajustes de cuentas, venta de alcohol, miedo de los vecinos y poca responsabilidad de los dueños de los boliches. Los bailes nocturnos (no todos, en este artículo no se darán nombres), son muchas veces trincheras para dirimir diferencias que se convierten en conflictos barriales, amorosos, deportivos, sociales, y hasta geográficos. Actualmente un joven lucha por su vida en Montevideo tras ser agredido con cadenas en un baile de Salto. Otros dos fueron heridos esa noche. “Hay una denuncia radicada contra dos hombres y está en manos de la Justicia”, explicó un funcionario policial de Salto tras romper el hermetismo que otras autoridades tienen para hablar del caso. 

“Les pegaron con cadenas, y uno está en coma”, informó una allegada a una de las víctimas. Los tres jóvenes recorrían el país en vacaciones y fueron a dar a un baile de la capital salteña considerado como uno de los puntos de encuentro de jóvenes de nivel socioeconómico medio alto.
Pero en el interior no es el único caso registrado en el último mes. En Minas, hace pocas semanas “mi hija fue agredida por otra”, explicó el padre de A.L. de 19 años. Su hija tuvo un problema en el liceo con la agresora que “la fue a buscar al boliche”. En Canelones, por lo menos dos hechos graves dominaron las crónicas policiales locales.
En Fray Bentos “un boliche inauguró con una fiesta donde se contrataron stripper”, explicó Alejandra Pacheco encargada de la fiscalización de Espectáculos Públicos del INAU. “Eso no es necesario, porque también es una forma de violencia”, de “generar ciertas situaciones que se pueden ir de las manos”. En Montevideo, el público de algunos bailes de la zona del Palacio Legislativo provocan un circuito de violencia que comienza dentro de los establecimientos o fuera de ellos, inclusive antes de llegar a los mismos. “De noche siempre tenemos problemas”, explicó uno de los funcionarios de Cutcsa que realiza el servicio nocturno de una de las líneas que transita por la avenida Agraciada.
Zonas rojas
Los alrededores de los bailes tienen varias situaciones de riesgo según Pacheco. “La venta de alcohol, que en particular está prohibida para menores” pero después “a la salida ocurren algunos hechos de violencia”. Luis, un “seguridad” o “patovica” de un boliche de la Ciudad Vieja explicó que “nosotros, y por los general es así, nos ocupamos de lo que pasa adentro, afuera tiene que estar la Policía”. Al ser consultado sobre su capacitación, Luis dijo que “soy profesor de artes marciales, y sé cómo controlar ciertas cosas”.
El experto en seguridad Robert Parrado explicó “sería necesario que el personal que cuida el lugar esté capacitado para atender las situaciones de violencia, pero además para comprender que trabaja a veces con un público adolescente que tiene sus propias características”. Muchas veces, las denuncias realizadas recaen sobre los propios “patovicas”. “No somos matones, nos contratan para algo y lo hacemos, explicó Luis”.
Discriminación
Uno de los aspectos de violencia que se dan dentro de los centros nocturnos es la discriminación por cuestiones raciales, sexuales y hasta religiosa. La Dirección de Derechos Humanos del Ministerio de Educación y Cultura (MEC) recibió este año tres denuncias por discriminación. Desde la Dirección de Derechos Humanos del MEC Alicia Saura dijo a LA REPÚBLICA que “nos han llegado algunos casos de denuncia y nosotros siempre pedimos que en primera instancia realicen la denuncia penal correspondiente”. Discriminación por orientación sexual o racial han sido una constante de los últimos años. Para Pacheco “lo preocupante es que inclusive en algunos centros comerciales no se permite ingresar a jóvenes con gorrita”. Según el “seguridad” del boliche de la Ciudad Vieja “nosotros no discriminamos, pero si te viene uno todo sucio o alcoholizado no lo vamos a dejar entrar por respeto a las demás personas”.
Para Parrado “cuando existía la Dirección de Prevención del Delito” se “trabajaba de manera coordinada con varias instituciones”. Explicó que “se iba por los boliches con un funcionario municipal, del INAU, del Ministerio del Interior y Bomberos y se actuaba de manera coordinada”. Según Parrado “si había una puerta cerrada con llave, porque detectábamos que no existían puertas de seguridad, el funcionario municipal estaba habilitado para obligar la apertura”. Parrado, siendo funcionario del MI, recordó que “veíamos situaciones muy complicadas, debido a la concentración de gente que había, y el traslado de situaciones barriales, o del liceo a los boliches”.
El síndrome de Drácula
Para Parrado es necesario que los boliches se estiren en su funcionamiento hasta la salida del sol porque “el sol te quema” y no te podés mandar cualquier macana, explicó. Los vecinos de la zona de la avenida Agraciada, a la altura de Arroyo Seco presentan varias denuncias por fin de semana a la Policía por riñas, pero “todo sigue igual a la otra semana”. Según Parrado “hemos detectado a vecinos de Pocitos que no duermen y se quedan jugando las cartas toda la noche por si pasa algo”. Una de las propuestas presentadas en el gobierno de Jorge Batlle fue que los boliches tengan una brigada de evacuación en la calle para mejorar la sensación de los vecinos y prevenir que se deja la cuadra sucia o cosas rotas”.
 M.R.


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