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El largo miembro de Marcelo

ESA CAJA BOBA QUE  NOS TRATA COMO IDIOTAS


Soy hijo de Marcelo. Mami no se acostó con él, pero Marcelo me educó en los noventa, fue mi tutor, le debo todo esto (y cuando digo “esto”, usted debería imaginarse que yo muevo la pelvis. Ríase sanamente, como lo inculcó Marce).

Por Matías Rótulo (Publicado el 2/5/14 en Voces) 

Papi simbólico me enseñó a reírme de los viejos, los diferentes (inclusive de los discapacitados), los distraídos y que las diosas no están en el cielo sino saliendo en ropa interior de un mar azul.
Algunos tienen un auto lindo y lo muestran orgullosos, pero Marcelo Tinelli tiene un programa de televisión, y esa es la extensión de su miembro.
Su cabeza enorme no piensa en ideas nuevas, pero se impone ante la cabeza de otros hombres. Porque la lucha es por el dominio de la jungla, y los machos son expertos en ese terreno. Sí, lo de la “cabeza” léalo en el sentido más “entrelaspiernas” que se lo pueda imaginar. Porque papi y yo lo entendemos así, con el código del segundo sentido picarón, el más instintivo y poco sutil.
Hace poco fue padre por quinta vez. Se casó tres veces. Se dice que se acostó con varias modelos y actrices hermosas. Marcelo es un hombre semental, un activo reproductor de seres humanos reales.

En su primer programa, después de un año de inactividad, nos habló de sus hijos, de su esposa, de lo gran padre que es. Es un señor de familia bien, que además se dará el lujo de cortejar con mujeres semi-desnudas en todo el ciclo 2014 de Show Match. Pero ojo: tiene valores cristianos profundos, tanto que se ha impreso tatuajes de imágenes religiosas en su piel. Eso lo hace un gran devoto. Marce será eterno y su cuerpo esculpido en tintas quedará en las retinas de quienes leímos alguna vez la revista Caras y vimos sus fotos al sol. Su alma lleva las marcas que lo acusan de haberse acostado con la ex mujer de su amigo, su hoy esposa. ¡Qué campeón! Pero tuvo la oportunidad de confesarse con el Papa Francisco por sus pocos pecados.

Como buen hombre argentino, Marce es hincha de fútbol, mejor dicho, es casi dueño del fútbol. Es vicepresidente de un equipo campeón y algunos especulan con su postulación a la AFA. Su hijo último, -nacido de sus genes-, lleva el nombre de ese club que ama. Marcelo lo bautizó con el nombre Lorenzo y lo afilió a San Lorenzo. Porque Marcelo es hombre bien hombre y como tal domina sobre su sangre: se hace lo que él quiere y se es hincha de quién él quiera.


Marcelo se mete dentro de nosotros y nos taladra desde hace tres décadas. No me refiero a un asunto “entrelaspiernas”, sino a algo más contextual y cultural. Desde la inocente televisión que hace para divertirnos, hemos reproducido el modelo de un ser humano egoísta y banal donde lo importante es reír a carcajadas como sus reidores obsecuentes, salvo cuando Marcelo decide mirar la cámara y ofrecer un discurso ejemplar, como buen ciudadano que es.

Pero su cabeza peina ideas simples, que de tan simples nos llegan como algo tan complejo que ha ocupado el pensamiento de filósofos críticos.

El lunes pasado nos mostró su billetera (que no dejó de abultarse a pesar de las crisis). Filmó una película para inaugurar su programa que además tuvo una presentación al estilo de apertura de Mundial de Fútbol con casi trescientos artistas en vivo. Toda la presentación fue un hastío, pero el atractivo del programa está en atraparnos igual.

Mencionó que fue acusado de hacer caer a un Presidente, se rió de sus jefes y todo mientras un grupito de bailarinas brincaba como conejitos haciéndole la corte. Marcelo nos refregó su sus pantallas gigantes traídas de Asia, Europa y Norteamérica. Porque todo hombre que se precie de tal debe tener un buen televisor, enorme y colorido a su cargo. Un televisor que lo muestre enorme y poderoso. Algunos hombres se miran desnudos frente al espejo, Marcelo prende la tele y se observa seductor, cabezón, y bien macho.


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