Por Matías Rótulo (publicado en este blog en 2008, actualizado a 2012)
En exclusiva para este blog, el mismo Papá Noel ofreció una entrevista.
Tres de la tarde. Hace calor. No puedo revelar dónde estoy. La investigación nos había llevado a lugares tan lejanos y ocultos como la garganta del Ministro Ricardo Ehrlich que dicen, esconde sus cuerdas vocales en los más profundo de una cueva en el Parque Capurro.
Lo cierto es que llegué hasta la casa de Papá Noel, y les relataré cómo.
Era 22 de diciembre, y estábamos sentados tomando un café con leche, y mirando bombachas de mujeres, ya que nos encontrábamos en la plaza de comidas de Montevideo Shopping, justo debajo de la escalera. Así espiábamos a las chicas que subían de pollerita.
Entonces se acercó un hombre. Era raro. No, no era Víctor el de las marionetas. Era raro, simplemente raro.
- ¿Usted es el de la televisión?
- Si, salí un par de veces cuando presenté un libro y este año con lo de Últimas Noticias...
- Perdón, pensé que era un cantante de cumbia -me dijo el señor que ya tenía preparado un papel para que firmara un autógrafo-.
Se retiró el hombre. Fui a buscar una media luna. La traje. Es la media luna con la que voy a desfilar con Yambo Kenia en las llamadas, ya que decidí cargar ese elemento al santo botón (no se sabe para qué sirve pero todas las comparsas la llevan adelante de las banderas). Mi sueño es llegar a cargar una de esas banderas gigantes y partirle la cabeza a algún niño que me tire de la tela o a Ana Olivera en el palco oficial, que es del tamaño de un niño.
Me fui, entonces, al subirme al taxi, el taxista me preguntó: ¿Usted es de la televisión? Le dije que no era un cantante de cumbia pero que había escrito un libro, y tenía algunas apariciones televisivas por cuestiones sindicales, sacando pechera y hablando como que yo fuera un tipo importante porque soy escritor y sindicalista: como Richard que es sindicalista y es importante. Como Joselo que es sindicalista y es importante, como Castillo que es... bueno, es.
Entonces sacó un palo de golf, y me lo partió en la cabeza. Desperté en una cama. Una luz me iluminaba. Es lo que suelen hacer las luces. ¿No es medio tonto que en todas las narraciones que quieren mostrar algo fantástico, el narrador diga "una luz me iluminaba"? Es como decir "estaba en el agua que me mojaba", o "estaba escuchando a Fernando Vilar que me calentaba con lo que decía", o "estaba escuchando a No Te Va Gustar que me deprimía".
Tenía ganas de tomar agua, estaba solo, dolorido, vomitado.
Estaba atado, desnudo... Para no generar un asco mayor no voy a contar más de mi situación de desnudez y cambio de tema rápidamente por algo más agradable: el vómito revelaba que había comido morrón y papa y además tomado Coca Cola que burbujeaba todavía.
Y se acercó una persona. Una personita.
Pensé en Fermín pero esta personita no tenía la cara de degenerado que tenía el chiquitín de Cacho Bochinche. Me imaginé de nuevo a Ana Olivera: sí a veces fantaseo con ella, deberían matarme.
- Santa lo quiere ver
- ¿Gilda? ¿La cantante que murió? -Pregunté asombrado, acordándome que la mina había sido santificada por sus fanáticos-.
- No, Papá Noel.
- ¡Que bien!
Entonces esperé. No volaba una mosca. Volaban tres que se me metían en la boca, me jodían en las orejas, y me hacían cosquillas en la nariz. Una tuvo sexo con la otra justo en mi pómulo derecho.
El macho eyaculó. Ella fumó un cigarro. Yo me excité. Me hice mosquífilo desde ahí.
No sabía qué hora era. Qué día era. Dónde estaba. Me sentía en la piel de Mujica después del mediodía, luego del almuerzo. Al Cuqui no le pasa, tiene experiencia.
Tras un rato, calculo que una hora, la puerta se abrió. Sentí el rechinar de la madera y un olor a podrido. Y de allí una luz apareció. Una luz blanca. La luz me iluminó. El frío me congeló. Sonaba "Clara" de No Te Va Gustar: "¡Por favor, si me van a matar no lo hagan por lo de Ana Olivera, háganlo para que no siga sufriendo con la voz de Emliano!" Grité desesperado.
Y otro enano me saludó.
- Hola -me dijo con una voz de enano, finita y nasal-.
- Hola. -le dije yo con mi voz de raptado, gruesa y nasal-.
- Hola. -Repitió-.
- Hola. -Repetí-.
Luego de decirnos 34 veces hola, se fue. Volvió y me dijo "hola": No le contesté nada, pero por dentro me moría por responderle "hola". Salió.
Entró después con un grupo de mujeres desnudas, hermosas. Todas me dijeron "hola" como si fueran un coro de ángeles. Les dije "hola", y ellas respondieron con un hola. Se fueron.
Al rato misteriosamente me desaté. Tenía ganas de ir al baño, estaba excitado por lo de las moscas fornicando. Seguían y seguían.
Tenía miedo, estaba solo, estaba desnudo, estaba asqueado.
Tal vez sea un secuestro por parte de algún comunista que se enojó por lo de Ana Olivera. Como me dijeron que es la casa de Papá Noel pensé que Eduardo Lorier podría estar vestido como tal para disponerse a leerme sus editoriales de El Popular:, largos, aburridos: las moscas cogían sobre una mesa y volaban a la vez. Los peces lo hacen en el agua y nadan. Nosotros tomamos esa agua. Es como lamer una habitación entera del hotel Goes después de que una pareja hace lo suyo.
Lo bueno es que ahora hay habitaciones temáticas. Una cosa es lamer la de Los Picapiedras y otra la de Los Supersónicos.
Apareció entonces por la puerta el mismo Papá Noel.
- ¿Vos querías hacerme una entrevista?
- Si señor.
- Acá estoy, grábame.
Entonces apreté "rec" en mi grabador.
- Papá Noel, ¿Quién es usted?
- ¿Sos boludo? Si te digo pierde la gracia. Soy Papá Noel, el tipo detrás del disfraz no se dice. Sería como que Nacho Álvarez reconociera de una vez que es un socialista detrás de derecha.
Luego de una hora de entrevista, el hombre habló conmigo de cosas muy profundas:
-Las vaginas son así - me dijo seguro-.
Pero los temas no fueron tan superficiales:
- Si, si, odio las películas que tratan de mí. Me hacen un gordo bueno y en realidad soy un degenerado.
Entonces se estrechó un vínculo cercano, amable. Mató a las moscas que se amaban poniéndoles la mano encima cuando ellas estaban encima de la mesa.
- Sos un boludo nene, te llamo para entrevistarme y me preguntas cómo entro a una chimenea, gil de cuarta, hubiera llamado a Néber Araujo, pero me jode porque él hace de Baltasar en Reyes para sus nietos, más ahora que que le lleva regalitos a los del Partido Nacional que están regalados.
Luego Papá Noel me dijo que no quería hablar más.
- No voy a hablar más.
Entonces volví a mi casa. El 24 de noche salí a la vereda. Y me fijé en la cara de los niños que felices esperaban a Papá Noel. La ilusión de las fiestas. La ilusión de la Navidad.
Pensar que yo estuve con él.
Pensar que esos niños lo sueñan, pero yo prometí no decir nada.
Gracias a la vida por ese momento único.
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Matías Rótulo.