La
Iglesia Católica tuvo y tiene un papel relevante en la historia, estando buena
parte del tiempo al mismo nivel (de poder y económico) que los gobiernos
monárquicos. En el Vaticano (y el resto del planeta) las miradas están puestas
en el Papa actual, su renuncia y en la decisión sobre el sucesor de Benedicto
XVI tras el humo blanco. Pero hoy, así como en el pasado, hay hombres y mujeres
en la Iglesia que realizan un papel comunitario fundamental y que de renunciar
no solo pasarán desapercibidos para el resto del planeta, sino que dejarían un
espacio vacío en el entramado social.
Por Matías Rótulo (Publicado en Voces el 21/02/13)
En
Nápoles tal vez no conozcan dónde es el Cerro Norte de Montevideo. En el Cerro
Norte, sin embargo, Nápoles vive en la memoria de un hombre cada día. De allá es
el padre Mingo. No es insustituible pero lo que hace en el Cerro Norte este
napolitano que vino a Uruguay hace dieciséis años como misionero católico es
esencial para una zona que desafía todos los días la indiferencia, la pobreza y
otros problemas de largo arrastre, no caiga nuevamente en la desazón. “En el
Cerro Norte, yo soy simplemente uno más de una congregación que viene
trabajando en el barrio desde hace casi setenta años” explica Mingo al Semanario Voces con la humildad de sus palabras que se acompañan con su
acento natal.
Si
se va el Papa Benedicto XVI es noticia, si el Padre Mingo y el equipo que
trabaja junto a él abandonan el Cerro Norte, no muchos se enterarán y se
pondría en peligro la educación, contención y el entramado social construido a
partir del trabajo de varios años en la zona. Ellos son los insustituibles
aunque prefieren pensar que “es la propia comunidad la que quiere salir adelante”
sostiene Mingo.
Allá,
en el Cerro Norte, un lugar donde no importará quién será el Papa en las
próximas semanas salvo por lo anecdótico y noticioso, la Congregación Misionera
coordinada por el Padre Mingo trabaja con un plantel de sesenta personas que asisten socioeducativamente a
niños y adolescentes en los Centros Caif, un colegio primario y un centro de
ayuda a adolescentes que no están trabajando ni estudiando.
Él
–el Padre Mingo- (Doménico Di Meo, misionero
Oblato de María Inmaculada) dice que es “uno más para atender a casi 400
niños y jóvenes”.
El Estado no es omnipotente
Como
la obra coordinada por el Padre Mingo, otras tantas obras religiosas (no solo
católicas) que trabajan en el terreno en todo el país tienen convenios con organismos
estatales. Pues el Estado no está en todos los rincones, ni puede (así queda
demostrado) atender todos los casos en los cuales los más desprotegidos
necesitan asistencia. Entonces es ahí que la sociedad civil o instituciones
religiosas -como en este caso-, deben entrar en acción.
El
Estado no logra abarcar todas las necesidades de la sociedad y por eso esta
nación laica a fuerza de debates y resistencias a principios del siglo pasado, debe
apelar hoy, y desde hace varias décadas, -inclusive mientras se intentaba
separar a la Iglesia del Estado-, al trabajo de la Iglesia Católica. Según los
protagonistas consultados para este artículo, lo que se brinda es un servicio al
margen de la religión obligada a los beneficiados directos, pero levantando los
lineamientos orientadores de La Biblia y
la fe católica.
La
Iglesia Católica es una de las instituciones con más convenios sociales firmados
con el Estado. En particular, la mayoría de ellos (según datos de la propia
Iglesia) son con el Instituto del Niño y el Adolescente del Uruguay (Inau).
Según Marcelo Fontona, director de la Asociación Uruguaya de Educación Católica
(Audec) los católicos realizan una labor social en todo el país que muchas
veces “cubre vacíos del propio Estado”. De hecho, en un informe presentado por
el Monseñor Nicolás Cotugno tras un mensaje emitido en el año 2010 en el
momento del lanzamiento de la “Misión Montevideo” se estimó que en todo Uruguay
unas quinientas obras sociales católicas funcionaban asistiendo a más de ochenta
mil personas.
En
el caso de la obra que coordina el Padre Mingo en el Cerro Norte “acá el
trabajo se hace con los más necesitados, con chicos que requieren reinsertarse
en la educación formal y eso lo logramos mediante el trabajo de talleres”. De
igual forma, si bien la institución católica cuenta con instituciones de salud
y centros educativos que atienden a personas con ingresos medios “se realiza
una fuerte tarea social en intervención directa en las zonas más vulnerables”
detalló Fontona.
La
tarea de la evangelización no queda de lado aunque “vemos nuestro trabajo como
una tarea que tiene un fin social general, donde lo prioritario es la tarea
educativa, reforzar los valores humanos y servir de trampolín para la
recuperación de la zona, de ellos mismos (los jóvenes) y sus familias” explicó el
Padre Mingo.
Un Salto del Vaticano
Nicolás Arenas (izq.) y uno de los beneficiados por su labor. |
Mientras
en el Vaticano el debate es político tras el anuncio del Papa Benedicto XVI, en
el departamento de Salto pasan cosas muy distintas. Desde ahí, el obispo Pablo
Galimberti trabaja con estudiantes de la Universidad Católica del Uruguay en un
plan de sensibilización social por estos días. En cuanto al Papa y lo que
ocurrirá en los próximas semanas en el Vaticano, algo que concentrará la
atención de millones de personas, la mirada de Galimberti desde Salto es “la
mirada de un católico y un curioso más”, aunque reconoció que tiene mucha
expectativa. “No me queda más que esperar, esperar que lo que decidan sea lo
mejor para todos” y “en mi caso, cuando tenga que presentarme ante el nuevo
Papa lo haré con gusto” expresó la máxima autoridad religiosa del departamento
norteño. Allá, al noroeste del país, donde para ir al Vaticano hay que viajar a
Montevideo y tomarse un avión (doble viaje y ambos muy largos), Lucía Minutti,
una católica, psicóloga y luchadora social también mira de reojo lo que pasa en
el Vaticano pero no puede desatender lo que ocurre a su alrededor. Ella piensa
que la mejor manera de ayudar a los jóvenes salteños que cometen infracciones
no es encerrarlos, sino abrirles un nuevo mundo y la fe, pero también el
trabajo científico son un camino. Para eso está la obra Don Bosco donde
funciona el proyecto “Miguel Magnone” en Salto. El proyecto es el único de la Iglesia
Católica que tiene un acuerdo en el interior del país (más allá de los
existentes en Canelones) con el Inau En dicho acuerdo, la obra salteña ayuda a
veinte jóvenes a salir delante de una situación de extrema vulnerabilidad, tras
haber sido enviados por la Justicia competente a un plan de recuperación a
cargo de Lucía y el equipo profesional. Minutti explicó al Semanario Voces que el que coordina “es un proyecto de medidas
socioeducativas no privativas de la libertad para jóvenes desde los trece años
que cometieron delitos”. La Justicia, a los jóvenes que son primarios, los
envía al proyecto socioeducativo y a
partir de ahí comienza un trabajo que depende del tiempo que el juez decida
teniendo en cuenta la causa: “pueden ser dos meses o seis, y ahí tenemos que
ver cómo trabajar con ellos para que la reinserción social sea efectiva”
explicó Minutti.
“Las medidas socioeducativas tienen un
componente de control de los jóvenes a partir de una orden judicial, y a su vez
nos obligamos ante el juez a hacer un seguimiento con un componente educativo
durante el trabajo con ellos”. Lo que se busca con la labor de campo con los
adolescentes es que “por lo menos, que se pueda modificar lo que lo motivó a
ese joven a hacer lo que hizo”. Agregó que “en algunos casos se logra, en otros
no”.
Valores cristianos
El Padre Mingo en el Cerro Norte |
Lucía,
el padre Mingo y Nicolás Arenas (otro de los entrevistados que será presentado
más abajo) son tres “valores” que representan con su trabajo lo que la Iglesia
Católica propone desde su obra social. Ellos trabajan para la sociedad desde
hace muchos años y el reconocimiento es diario, según expresan los
entrevistados. El día que se vayan de esos lugares no habrá humo blanco
mediático para saber quiénes serán sus sustitutos, sino que sus puestos serán
rápidamente ocupados para no dejar por el camino el trabajo hecho. “Yo ya
estuve en San José trabajando como misionero. Es difícil dejar un lugar pero
esto es así” aseguró el Padre Mingo. De la misma forma Pablo Galimberti, en el
mismo departamento de Mingo tuvo que abandonar su lugar por una orden papal
para asumir el obispado de Salto hace algunos años. “Fue una muy buena
experiencia la de San José, así como pienso que es buena la de Salto” explicó
Galimberti.
Pero
más allá de protagonismos (Galimberti tiene un renombre por su cargo) la
cuestión de la labor religiosa o social (o ambas), parece ir por un rumbo
distinto. En el caso de Lucía el trabajo “se plantea como una cuestión social”
algo que también dijo el Padre Mingo desde el Cerro Norte. “Trabajamos brindado
un servicio social, dentro los valores que manejamos” y esos valores “son los
valores cristianos, pero no porque seamos católicos se les obliga a ser
católicos a los gurises” explicó Lucía. Lo importante “es la integración del
joven, teniendo en cuenta que la vulnerabilidad económica no es la única que
sufren” destacó la entrevistada.
La
mayoría de los jóvenes que asisten a la obra de Don Bosco en Salto coinciden
con los del Cerro Norte en varias cosas: una de ellas es que el sistema
educativo los desplazó. Esa parece ser la mayor preocupación de todos los
entrevistados. Marcelo Fontona de la Audec dijo que “el factor de la educación
es esencial para la sociedad” y el trabajo de la comunidad católica en las
zonas más vulnerables en cuanto a lo educativo es cada vez más necesario cuando
las instituciones públicas no logran llegar.
La palabra del educador
El
ya mencionado Nicolás Arenas no fue desplazado del sistema educativo y de hecho
gracias a la educación que recibió y al centro donde concurrió en Secundaria
hoy tiene un papel muy importante en el entramado social de La Tablada. Estudió
ciencias de la educación, y aplica sus conocimientos en el campo práctico de
aquella zona. A pocas cuadras de la cárcel, Nicolás Arenas, un ex estudiante
del Liceo Juan XXIII que mientras cursaba los últimos años de bachillerato
comenzó a colaborar con los vecinos de los conventillos del Cordón, está hoy al
frente de la obra del Centro Bosco de los salesianos como coordinador. “Es un
club de niños y un centro juvenil que recibe a ciento treinta gurises de la
zona”. Arenas, sobre el trabajo realizado en la obra indicó que “está dirigida
a niños y adolescentes de La Tablada que asisten contra horario del curso curricular
educativo, que en el caso de los adolescentes, pueden ser incluso cursos del Inau”.
Para que tengan el derecho de asistir se les exige a los jóvenes que estudien
sea lo que sea. Además de ser un centro social, educativo y recreativo “si a
alguno le sale una caries se hace la gestión con otras instituciones, como por
ejemplo la Facultad de Odontología para que sea atendido” explicó Arenas.
También se les brinda alimentación, apoyo particular en educación, talleres de
informática, expresión artística, y asistencia psicológica y social.
El bajo
clero
el Cerro Norte, en La Tablada
y en Salto hay una Iglesia que trabaja con decenas de personas que realizan una
importante acción social. En el Vaticano, la Iglesia uruguaya ve la luz de un
camino que guía desde lo espiritual pero que de cambiar de Papa, no implicaría
nada nuevo bajo el sol… bajo la luz divina.
Como en el Medioevo, la Iglesia
es una sola pero lo político parece ir en paralelo al trabajo de aquellos que
caminan el barro. La película Elefante Blanco donde Ricardo Darín representa a un cura luchando
contra la burocracia de la Iglesia al llevar adelante un proyecto social en una
villa miseria en Buenos Aires, es parte de una realidad que no escapa a la de
nuestro país. Tal vez, de los temas burocráticos los fieles de la Iglesia (y
autoridades) prefieren no hablar demasiado. El miedo al castigo divino o
institucional está a la orden del día, aunque tampoco hace falta “endemoniar” a
la Iglesia, tal como manifestó uno de los entrevistados de manera irónica.
Sobre
el alto clero, la influencia en temas políticos y sociales, en asuntos de fe es
reconocida como algo presente. Sin embargo, parece que por más cambio de Papa,
por estas tierras bendecidas por el trabajo de hombres y mujeres como Lucía,
Mingo y Nicolás, nada cambiará. Pablo Galimberti, el obispo de Salto, sostuvo que
“el cambio de Papa no implica para el trabajo social que la Iglesia realiza en
Uruguay un cambio de ningún tipo ya que tenemos autonomía de trabajo y el que
piensa que algo cambiará es porque tiene una fe endeble”. Destacó que “no
necesitamos aprobación ni permiso del Papa para trabajar”, aunque “los
lineamientos de trabajo son los de la fe católica, y lo que requiere cada comunicad
diocesana”.
Para Galimberti “el trabajo
social de la Iglesia es muy importante para contribuir a mejorar la calidad de
vida de las personas” y “en Uruguay eso se demuestra con el trabajo que se
hace”. De la misma forma opina Marcelo Fontona, director de la Audec: “en la
comunidad cristiana hay una sensibilidad especial por los más necesitados y eso
se refleja en las acciones diarias que se llevan adelante”.
Recolección de ropa, servicios de
alimentación convenios con instituciones públicas y organizaciones no
gubernamentales son la mejor carta de presentación que la Iglesia tiene, aunque
muchas veces se prefiere mantener el perfil bajo.
Para el Vaticano queda la
polémica: si la Iglesia es rica, conservadora, corrupta u otras cuestiones que
escapan al día a día de las personas del bajo clero.
Actualmente, la Iglesia mantiene
convenios con 120 organizaciones no gubernamentales en todo el país y tiene a
miles de fieles trabajando cerca de la gente, pero lejos de los líos políticos
del Vaticano, o ciertas controversias públicas donde el propio Galimberti ha
sido protagonista. “Hoy no nos preocupa si tenemos muchos o pocos fieles, nos
importa que la Iglesia sea efectiva, sea una guía” admite Galimberti.
Vale destacar el trabajo del
Cotolengo Don Orione, la labor con los privados de libertad, el trabajo con
adictos, con jóvenes y desamparados y otras obras que quedan fuera por ser
muchas y no tener sede en el Vaticano.
El Papa se va y el espacio vacío
se saldará con el humo blanco y luego las historias sobre el nuevo
representante de Dios sobre este planeta: su vida, su historia, sus dichos y
con ellos las polémicas. “Todos estamos esperando, esa curiosa la ceremonia,
pero las cosas hay que seguir haciéndolas”
concluyó Galimberti. Mientras tanto, en algún lugar del mundo, habrá
alguien empezando un nuevo día, rezando, preguntándole a alguien cómo se
siente, y esa será la verdadera tarea asignada por Dios. Ese es el trabajo que
hacen los insustituibles de la Iglesia Católica.
Galimberti:
elogios a Benedicto XVI
Nada cambiará con el nuevo Papa según
Galimberti en lo que respecta a Uruguay y la región. Pero la región
latinoamericana mira con atención la designación del nuevo Papa ya que Leonardo
Sandri y el Cardenal Bergolio (Argentino y residente en Buenos Aires
respectivamente), están entre los candidatos al papado. “Sandri no aparece
dentro de las expectativas de los obispos europeos” explicó Galimberti pero
“que es candidato, lo es”. Consultado sobre el papel que tuvo el Papa Benedicto
XVI en su administración dijo el obispo de Salto que “fue muy positiva, puso el
bisturí en temas en los que el papado de Juan Pablo no había ido a fondo como
en lo que respecta a la pedofilia” ya que “permitió una legislación para actuar
y no apartar a los pedófilos del lugar donde cometen esos actos sino que se los
juzgue y se actúe en consecuencia”.
Resaltó que los grandes comentaristas elogian la firmeza, los discursos,
la visión profunda de los Derechos Humanos que tiene el Papa Benedicto XVI”.
Recalcó que “ha dialogado con los grandes filósofos del mundo y para eso se necesita
una destreza y eso no lo hace cualquier obispo y cardenal”. Galimberti dijo
“admirar a Benedicto por su profundidad y por ser tan accesible al hablar”.
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por su comentario.
Matías Rótulo.