Las Pelotas tocó en el Teatro de Verano de Montevideo. Antes, una de las bandas históricas del rock uruguayo se presentó con casi una hora de música. Ambas, revivieron sin hacer mención alguna a ellos, a héroes caídos de la música, a sus héroes caídos.
Por Matías Rótulo (publicado el 10/4/13 en www.rock.com.ar de Argentina)
“Algunos nunca se van” dijo Germán después de cantar una de esas canciones que recuerdan a Mauricio. “Sokol murió pero vive” rezaba una bandera negra con letras blancas que en un ángulo llevaba estampada una pequeña insignia manya (del Club Atlético Peñarol).
El escenario se iluminó toda la noche de luces rojas, violetas y verdes. Hay un recurso literario que se llama “sinestesia” y es la combinación de por lo menos dos sensaciones (sonoras y gustativas por ejemplo) para crear un nuevo sentido, en particular poético. Por eso, de rosa se iluminó el ambiente en “Bombachitas rosas” casi al final, de azul si las baladas de “Cerca de las nubes” ambientaban el inicio del recital.
El ojo abierto que funcionaba como pantalla gigante en la trastienda del escenario miraba por él los videos de las canciones. Miraba para mostrar. Los videos eran como un reflejo del sonido que Las Pelotas imprimió en la noche otoñal, de una Montevideo gigante. Gigante se hace cada vez que Las Pelotas se aproxima. Gigante porque se agranda el pequeño espacio que tenemos para movernos los capitalinos, ya que el rock es más rock con Las Pelotascerca. Más libertad en la música… como si las sierras de Córdoba se posaran en las canteras verdes del Parque Rodó.
Como siempre ocurre con esta banda, el encuentro del rock es la escusa par agitar gargantas. Dos horas de recital no bastaron para silenciar los gritos tribuneros – futbolísticos que siempre se mezclan con la palabra cantada de Germán. Una voz que imperceptiblemente trae consigo un tono italiano, sucio y alto. Prolijo sí, sin imitar a Prodan. Pero ahí estaba, está.
Del recital se desprende la sensación de un dulce acompañamiento de la madurez de sus integrantes, de un trayecto recorrido y una declaración de principios intacta: el respeto por la música que hacen, por las luchas que emprenden en su arte comprometido con su región y su momento. De “Capitán América” hablamos, pero también de las melodías encantadoras del último disco que también son un compromiso con el arte musical, con letras que se amigan con el arte poético.
Encuentros musicales
Antes tocaron Los Terapeutas que acaban de editar su disco Monstruo. Si Las Pelotas (y Divididos) cuentan cómo fue el rock, con el capítulo esencial de Sumo integrado en la historia de ambas bandas, Los Terapeutas son testimonio viviente de la música popular uruguaya, del rock oriental y de Eduardo Mateo en vida y muerte. Hace algunos años, Los Terapeutas, la banda uruguaya liderada por Alberto “Mandrake” Wolf ensayaba con Eduardo Mateo para un espectáculo que brindarían días después. El músico se sintió mal y el propio Mandrake lo llevó al Hospital de Clínicas. Horas más tarde murió. Allí comenzó el mito y una eterna discusión nacional: la no valoración al músico uruguayo (y al artista en general). Una “no valoración” que lo llevan a un final en soledad, una muerte que es (en muchos casos como el de Mateo), el epílogo de una vejez en silencio, una vejez con problemas económicos y de salud. Pero Mateo no quedó en el olvido. Los Terapeutas lo reivindican sin rendirle un homenaje explícito y la música del gran músico uruguayo (destacado por músicos argentinos de todas las generaciones) suena cada vez que suena la voz de Mandrake.
Luca Prodan y Mateo tal vez se conocieron o tal vez no. Mateo grabó su disco “Mateo solo bien se lame” en Buenos Aires pero mucho antes de la existencia de Prodan por tierras porteñas (el disco fue editado en 1972). Fue una grabación caótica y abandonada por Mateo pero que terminó en uno de los discos que más influyó en la trova musical oriental desde los setenta a esta parte de la historia. Luca Prodan viajó varias veces a Montevideo a tocar junto con Alejandro Sokol. ¿Habrán visto a Mateo? ¿Tocaron juntos? Mateo lo sobrevivió casi tres años: murió en 1990.
A muchos se nos pasó por la cabeza un posible encuentro musical, indirecto, rebuscado, pero con el escalofrío de los pensamientos íntimos entre la música y la ovación de un recital de domingo. Allí, arriba del escenario primero tocaron Los Terapeutas. Mateo influyó a esta banda como lo hizo en el excelente Fernando Cabrera. Mandrake Wolf dejó (para los que no conocen a Los Terapeutas) como herencia musical popularizada por Jaime Roos la canción “Amor Profundo”. Por ahí, la banda tiene algunas canciones compartidas con Litto Nebbia y otra con Hilda Lizarazu que cedieron su voz para hermosas pero poco conocidas canciones de Mandrake: “Corazones musicales” y “Ella va, 1 ½” respectivamente.
El domingo, algo ocurrió en el Teatro de Verano. Por ahí andaban, dialogando con una historia mal nacida: la de la muerte dos bandas históricas de acá y de allá. Primero Los Terapeutas y después Las Pelotas. Sokol recientemente, Luca y Mateo antes compartieron este paréntesis que es la vida (parafraseando a Mario Benedetti). Un uruguayo, poeta y comprometido militante político de la izquierda uruguaya, padre de Martín Buscaglia pero antes que eso referente cultural, periodista y creador virtuoso: “El Corto” Buscaglia dijo “Qué sponsor la muerte”. Lo es.
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Matías Rótulo.