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El país que no mira hacía atrás, le dedica un día al atrás


Por Matías Rótulo



El futuro económico de muchos de los organizadores de fiestas (y servicios afines) están asegurados con la proclama del recuerdo del pasado. Hoy es 24 de agosto y la Noche de la Nostalgia nos invita a jugar a estar en los sesenta, setenta, ochenta y noventa. ¿Queremos estar de nuevo en aquellos años? En los sesenta había un odio contenido; odio racial y político en todo el mundo. En los setenta comenzó la masacre local en la Dictadura. En los ochenta vino un nuevo destape, pero todo perdía sentido, y el mundo económico se preparaba para hundir a estos países latinoamericanos en un proyecto salvaje que tendría sus consecuencias en el dos mil. 

Alguien puede decir "es una cuestión de arte" esto de celebrar la Noche de la Nostalgia. El arte siempre se adelantó a los tiempos (en particular la literatura, arte emparentada desde tiempos antiguos con la música), contando los hechos de un presente y determinando el futuro. Pero parece que la música, el 24 de agosto, tiene un lugar en el tiempo preciso en el que se debe recordar, como si el resto del año no existiera, como si la música actual, el arte actual, la vida actual no se construyera con eso del pasado y que se nos viniera encima la última semana del mes ocho. 
Imaginarnos el rock nuestro (argentino y uruguayo) actual sin la influencia del rock originario, blues, y tango, sería como desconocer no solamente aquello, sino también esto. 
El espacio del festejo es permitido por quien permite festejar: sería un fracaso realizar una fiesta donde se pase música vieja el 10 de octubre o el 6 de marzo. Quien permite festejar, quien permite hacer algo tan humano como recordar, ostenta un poder inigualable que se refleja el 24 de agosto. 
Claro está, que quién legitima ese poder tiene el poder también de decisión. La pregunta sería ¿Queremos tener el poder de decisión cuando vemos que es mucho más fáciles que quien ostenta el poder decide por nosotros y nos organiza la fiesta?

Mañana es 25 de agosto, día proclamado oficialmente como el de fiesta de la Independencia. Esa, fecha nos recuerda que somos independientes de todo poder extranjero, siguiendo, claro está, los lineamientos políticos que se levantaron entonces: el lineamiento de la burguesía europea (vaya independencia). Pero mirar hacía el 25 de agosto no nos hace nostálgicos, sino conservadores, según la opinión de algunos liberados de las fronteras espaciales gracias a que hay que estar hiper recontra conectados y con la mente abierta para escuchar las voces de todos, sin discrepar, porque todos tienen el derecho de opinar: ¿Se imaginan esa situación? Todos hablando de lo que piensan pero nadie contestando. Contestar, levantar la voz, sería parte de un pasado que "ya fue". Son los que piden romper las fronteras pero que son ultra conservadores atados a la proclama de estar conectados con el mundo todo el tiempo. Pensar en el 25 de agosto es ser "antiguo" porque mirar la historia va desde lo aburrido, a lo poco práctico con el hermoso presente que tenemos, donde lo tenemos todo.


Da lo mismo Vilma Palma que The Beatles
No importa el 25 de agosto porque es una fiesta que nos hace como país, en un país donde parece que sólo nos podemos unir cuando juega la Selección de Fútbol o cuando queremos festejar algo. En el primer caso, no dejamos de celebrar las victorias (o derrotas cercanas a la victoria), a partir del pasado. Nos hacemos responsables de Maracaná como sociedad pero no de las macanas políticas. En Maracaná la sociedad tuvo poco que ver, en las macanas políticas la sociedad siempre es partícipe por elección, o cómplice por omisión. El segundo caso es el de festejar todos juntos el recuerdo nostálgico a partir de la música que al ser de los sesenta, setenta y ochenta pensamos que es buena, ya que lo dicen seis o siete personas que no nos dan por la radio un sólo argumento estilístico. Pero tienen un mérito, y ese mérito fue estar en el momento adecuado, en el lugar adecuado (Independencia -no la del 25 de agosto-, Radio Mundo, etc.). 
Los operadores de música que hoy serán protagonistas, elijen qué es bueno y qué no es bueno para pasar. Es más fácil que los que tienen el poder elijan por nosotros. En un mismo baile, hace dos años convivían canciones de Vilma Palma y de The Beatles. Claro: el criterio de la Nostalgia no es la calidad sino que sea viejo. No hay, entonces, un criterio estilístico sino un criterio temporal. 
En el caso de otras artes, no se celebra la Nostalgia. Sería absurdo celebrar la Nostalgia literaria siendo que la literatura nos ha construido, al igual que la plástica, la danza, la música, etc, por lo tanto, no hay nostalgia posible sino que somos reflejo de Edipo Rey aunque no lo hayamos leído nunca. 
No se puede celebrar una fiesta de la nostalgia de la literatura porque a diferencia de la música, cuando se lee, como mucho se podrá comer algunas galletitas con té, pero no organizar una fiesta que mientras se disfruta un libro a a vez que se sirve whisky,  se ofrecen quesos y fiambres finos, se tira espuma, y se conversa... La lectura es íntima. La música también lo es. Puedo disfrutar de la misma música del 24 de agosto en la soledad de mi casa, y haciendo yo mismo una selección de lo que quiero o no quiero escuchar. Pero prefiero socializar y recordar aquellos que muchas veces no podemos recordar porque no vivimos. 

Los que no festejan
Resulta llamativo que en un país donde se sigue debatiendo sobre el recuerdo del pasado, sobre si juzgar o no a personas que mataron personas en una Dictadura, se realice una celebración con la música que adornó aquel tiempo donde ocurrían estos crímenes. Más llamativos es, que muchos de los actores políticos y sociales que dicen que hay que mirar para el futuro, anuncien ahora que el 24 de agosto saldrán a festejar el pasado que vivieron. Hace poco, en un plebiscito más de la mitad de la población, la misma población que hoy celebra el pasado, ordenó que no se juzgara a los autores de asesinatos contra otros integrantes de esta población..
No nos gusta mirar atrás, porque sino nos encontraríamos con aquellos que Benedetti llamó "El país de la cola de paja". Ese es un país donde no quiere saber mucho el por qué pasan las cosas, porque saberlo nos pondría en una situación incómoda, y podría revelarnos a nosotros mismos como culpables de algo. 
No miramos para atrás al estudiar por qué hay menores infractores, o por qué hay un problema educativo donde se cargan las críticas al presente. 
Esta noche sonarán Bee Gees, que con mucho color y lindas melodías nos trajo la herencia anglosajona de la fiesta por la fiesta. De eso, esos comunicadores que hoy organizan fiestas no decían nada en sus programas de radio, ni siquiera lo insinuaban. Porque era y es más fácil que otros lo hagan por nosotros. Es más fácil saber que otros ya lo hicieron. Y como lo hicieron tenemos que seguir haciéndolo. 

El 24 de agosto es un día para recordar. ¿No lo es también el 25 de diciembre, el nacimiento de Jesús condenado a morir? ¿No lo es el día del cumpleaños de uno? ¿No lo es cada feriado patrio? ¿No lo es cada otro día en el cual vivimos con nuestros problemas a cuestas recordando? ¿No lo es Pascuas? En todos los casos, siempre hay  "felices" deseos para el otro, pero no reflexión por el otro, los otros que murieron en el camino. Todos los días recuerdo a mi padre, hermano y abuelo muertos. Si me pusiera a recordarlos a ellos, sólo por mencionar a tres personas que se han muerto en mi vida, pero si además le sumo alguna ex novia que me causó dolor (y le causé dolor), la plata que perdí, las vergüenzas que pasé, las fracturas de huesos, los episodios de violencia, los errores, y si a todo eso le sumo las cosas lindas de la vida que me generan emoción ¿Hoy no sería un día adecuado para mandar todo a la mierda por lo insoportable de la acumulación de sentimientos? 

No, no lo haga, sea feliz y vaya a bailar que en la fiesta lo esperan con música que lo hará recordar que vivimos en un país donde no nos gusta recordar, pero nos sometemos igual al recuerdo y pagando muy cara la entrada. El país que no mira hacía atrás (el mismo país que tiene la cola de paja), se asume como conservador cada 24 de agosto.


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