Durante seis años, desde 2006 a 2012 fui el periodista encargado de la página de educación en el diario La República. En todo ese tiempo trabajé duramente para que La República sea la referencia periodística en dicha área. A veces lo conseguía, otras veces no.
Un tarde se me acercó un jefe de redacción y me pidió que revisara la entrevista que le habían hecho a la directora de un liceo que reclamaba ciertas cosas del sistema y sobre un concurso con "trampa".
Le expliqué a mi jefe que prefería no hablar con esa persona, ya que cada vez que la llamaba, ella me decía lo mismo que le decía a los otros diarios, pero que en la lista de reclamos se incluía uno personal: "por favor decí (publicá) que yo perdí el concurso porque acomodaron a otros".
Todo había empezado tiempo antes, cuando llamé a esa directora y me planteó lo del concurso que ella no había logrado, y de inmediato llamé a una autoridad de Secundaria que me confirmó que conocían la denuncia de la directora. Como no me quedaban las cosas muy claras porque la información era confusa, preferí esperar a publicar alguna noticia hasta confirmar una información que me iban a dar desde el Codicen y para volver a hablar con mis fuentes.
Resulta que cuando llamé a la directora algunos días después, ella me recriminó que yo no había publicado ni los reclamos sobre el sistema educativo que ella me había manifestado días antes, y que tampoco había publicado lo de su reclamo personal.
Le indiqué que la decisión había sido mía ya, que yo tenía dudas sobre la información que tenía en mi poder, y que la llamaba para que me aclarase algunas cosas.
Me respondió a modo de pregunta, pregunta algo pícara: "¿Y qué dice Fasano?" A lo que le contesté que Fasano (Federico Fasano, propietario por entonces de La República) no estaba enterado de esto, y aunque lo estuviera, yo tenía la autonomía suficiente para decidir qué publicaba y qué no, ante las dudas que tenía sobre la información.
La respuesta fue "entonces le paso la información a El País" siendo que en El País la señora salía casi todos los días dando su voz. Le respondí que sobre lo que hacía El País, era problema de ese medio, al igual que lo que se publicaba en La República era tema de La República.
Le pregunté de nuevo sobre cuál era su intención a la hora de hablar conmigo, y la directora, preocupada por el futuro de la educación, me tiró todos sus reclamos individuales sobre cierto concurso y nada más.
Obviamente, ignoré los reclamos de la señora, dado que me pareció que me quería utilizar a mí y a mi medio como parte de su estrategia personal para sacar algún rédito personal, y que lo del discurso "pro educación" era una fachada para conquistar algún espacio de poder personal en Secundaria.
Hoy, quería contar esto, dado que estoy en plan de dar a conocer anécdotas de mi vida como periodista.
Si alguien se da por aludido...
MATÍAS RÓTULO
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Matías Rótulo.