Jesús pecador, hijo de José crucificado y de María (la virgen), amante de María (la puta de Magdala), tuvo quien le escriba su historia.
Si Jesús hubiera
muerto de una bala en el pecho, o en la cabeza, o en el hígado, no llevarían
los curas una bala para perdonar y castigar los errores humanos, tal como
llevan hoy la cruz. ¿O sí la llevarían? Hay quienes (a pesar de todo) parecen
idolatrar y rendirle homenaje a las balas, tan asesinas como las cruces de los
romanos. De aquellos romanos.
El hijo siempre
está condenado a morir, a sufrir (así es la vida de los humanos desde el pecado
aquel, el del fruto indefinido, la serpiente y la mujer).
La madre (mujer
ella) está condenada a morir dos veces, a sufrir dos veces. María, la virgen de
Nazaret murió tres veces. Murió ante la negación, ante Dios, ante los pies sangrantes de su hijo.
“La Madre” (la rusa) también murió el día que
recibió el anuncio de su hijo que después de leer “la verdad” en libros
prohibidos, se fue a la lucha tras notar que el obrero trabajaba toda la vida
para ser miserable, y el patrón crece en su economía sin trabajar. Eso ocurrió
hace pocas décadas, en la literatura de Máximo Gorki, en La Madre: literatura socialista, hija de un realismo comprometido
(y comprometedor, años después).
María y la otra madre supieron de inmediato
que sus hijos estaban condenados. José Saramago en El Evangelio Según Jesucristo dialoga en su literatura con los
evangelios. Este no es apócrifo, es literatura. ¿Los otros qué son?
Dialoga con La Divina Comedia de Dante. José supo
que Herodes iba a matar a todos los niños menores de tres años. El rey Herodes,
enfermo y sufriendo tuvo un sueño. Soñó con la llegada del hijo de Dios que
tenía en ese momento menos de tres años. Las balas matan hombres tanto como los
sueños. José, padre de Jesús, carpintero él, escuchó a los soldados romanos hablando
de la orden recibida y corrió a salvar a su hijo recién nacido, que esperaba
con su madre en una cueva de Belén. El egoísmo también mata y condena. Murieron
los niños menores de tres años en Belén y Jesús fue salvado por su padre. Salvado
para ser condenado. El único niño condenado a morir se salvó.
En La Divina Comedia, los condenados por
indiferentes en vida ni siquiera tienen lugar en el Infierno. El hijo de la
obra de Gorki, a prior se salvaría de ese castigo. A los indiferentes se les
prohíbe ese honor, el de entrar siquiera al Infierno eterno. Por lo menos, los
condenados al Infierno hicieron algo para estar ahí. Persiguen una bandera sin
lema, sin color, aguijoneados por avispas (es una rápida descripción, lo sé,
los espacios en los medios de prensa también nos condenan). José, indiferente,
pudiendo haber avisado a las familias de los niños a asesinar por la orden del
rey, salvó a su hijo. José indiferente fue crucificado cuando al no ser
indiferente, quiso salvar a su vecino, herido en lucha por revolucionario. José
indiferente, un simple carpintero nada revolucionario, fue crucificado por ser
confundido, injustamente, con los hombres que luchaban por una causa. José fue
condenado. ¿Fue injustamente asesinado o la injusticia fue hacía los otros, por
verse confundidos ellos con alguien como José indiferente?
La
pasión
Saramago dialoga
con nosotros y nos interpela desde su obra literaria. ¿Cuántos han leído esa
obra y la han cuestionado, pensando que el cuestionamiento era el peor de los
castigos para ese libro? Jesús se sienta en una canoa con Dios y el Diablo y
descubre Jesús que ambos son iguales, que uno no puede vivir sin el otro. El
peor de los castigos para una obra literaria sería no leerla, dejarla morir
crucificada en los estantes que se humedecen. Tienen vida mientras se leen. Si,
ambos son iguales.
Jesús tiene relaciones sexuales con María
Magdalena y el momento se cuenta con lujos de detalles. Perdona Dios a
Saramago. Jesús hace tratos con el Diablo. Jesús es pecador, y como pecador
murió. No hay nada que perdonar.
El Evangelio según
Jesucristo de José Saramago debe ser leído y entendido como una obra literaria
que reconstruye una historia. No la reconstruye: la construye nueva.
Es Saramago el
que se cuenta ahí, porque nos cuenta de nosotros seamos o no católicos. Nos
cuenta egoístas y haciendo tratos con Dios y con el Diablo. Nos relata el
mecanismo de “marketing”, pensando en tiempo de hoy, que Dios y el Diablo
elaboraron utilizando a un obrero: Jesús, para expandir su poder a pesar de
millones y millones de muertes en el planeta. Un obrero como el de la obra de
Gorki.
Somos nosotros idolatrando balas, cruces, diccionarios. Nosotros indiferentes como José, condenando (ahí ya no somos indiferentes, al condenar) al hijo de La Madre de Gorki –a todos los demás hijos-, por pensar en un mundo mejor. Somos nosotros, Saramago y nosotros, reescribiendo la historia de Jesús todos los días. Amén.
Somos nosotros idolatrando balas, cruces, diccionarios. Nosotros indiferentes como José, condenando (ahí ya no somos indiferentes, al condenar) al hijo de La Madre de Gorki –a todos los demás hijos-, por pensar en un mundo mejor. Somos nosotros, Saramago y nosotros, reescribiendo la historia de Jesús todos los días. Amén.
Publicado el 8 de noviembre de 2012 en Voces
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Matías Rótulo.