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Saciando con Pan el hambre del alma

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En 2006, Luis Alberto Spinetta presentó Pan en Montevideo. Recordamos la crónica del diario La República de Montevideo en Apuntes spinetteanos.


Por Matías Rótulo

El disco Pan fue presentado en Uruguay, su más reciente trabajo discográfico que, según el propio Spinetta, cuenta las vicisitudes humanas, cuenta del amor, cuenta de su estado de ánimo. Repasó su extensa carrera musical, en uno de los mejores shows extranjeros de 2006 el jueves pasado en el Complejo Plaza.
El jueves las musas rodearon el Complejo Plaza desde temprano, en aquella calurosa y húmeda noche de invierno. Esperaron como unas fanáticas enloquecidas a que llegara el flaco, para volverlo a enamorar, para que nos contara a nosotros lo que se siente vivir en estado de constante inspiración, de constante amor. Porque uno puede estar enamorado tanto como Spinetta, pero nadie podrá describir ese amor al modo Spinetta, al modo de uno de los compositores con más genio, músico talentoso, y guitarrista virtuoso que la música nos regaló.
El propio Spinetta, en la conferencia de prensa del miércoles en el Balmoral Plaza Hotel, admitió que su estado actual era el de un tipo "enamorado".
Y lo demuestra con cada canción que escribe, con cada palabra que pronuncia cantando con su voz brillante, que hace de las simples melodías, las más bellas revelaciones del alma.
Su amigo Charly dice que el flaco es el más grande, Fito lo imita, todos lo respetan y le rinden culto, y él con sus musas en un amor mutuo solo hace música.
¿Qué decir de la genialidad cuando esta se desprende frente a uno en todo su esplendor?
La fascinación de ver a Spinetta, de escucharlo y comprender de qué se trata todo aquello de la admiración sin "cholulismo".
Esa fascinación se convierte en el respeto a ese talento que no posee entendimiento lógico, para quien quiera ir a verlo tocar al flaco con la idea de compararlo con el resto de la música conocida o por conocer.
Ese es el mundo Spinetta, el mundo que desde su primero hasta su último disco describe con lujo de detalles.

Manteniendo la respiración
Es verdad que la voz de Spinetta se perdía entre la potente batería que completa su excelente banda de bajo, teclados, y por supuesto la guitarra del flaco. Pero, aunque por momentos su voz se escapaba, valió la pena el intento de mantener la respiración y poner atención para escuchar su música, para conmoverse con su forma de ubicar la voz en el punto justo que la melodía requiere.
El repaso de su carrera incluyó temas lejanos en el tiempo como del disco Peluson of milk de principios de los noventa, en una modernizada versión del tema "Seguir viviendo sin tu amor", o de la roquera "Sexo" de la época de Spinetta-Jade, del disco Los niños que escriben en el cielo, un fonograma de principios de los años ochenta.
Incluso interpretó una vieja y hermosa canción de Fito Páez, "Las cosas tienen movimiento", que popularizó Juan Carlos Baglietto en la misma época.
Así Spinetta transitó por su historia de vida que no es más que la historia de su propia música y que casualmente es también la historia del cancionero argentino de los últimos treinta años.
También hubo lugar para revivir las canciones de sus últimos trabajos discográficos, tanto de los discos Para los árboles y Silver sorgo, ambos pertenecientes al siglo XXI, pero con música mucho más adelantada a su época.

Muchacha ojos de papelera

El clásico tema faltó a la cita, hablamos claro, de "Muchacha ojos de papel" de la primera época de Spinetta con la mítica banda Almendra.
Pero inevitablemente tuvo que hacer referencia al tema que hoy une tanto a su país como al nuestro, y no de la mejor forma. El argentino ironizó con el nombre de la canción y dijo en pleno show "Ahora voy a hacer un tema muy viejo, que se llama ´Muchacha ojos de papelera`". Pero nos dejó con las ganas.

Los ojos Ludmila

Otro tema que faltó a la cita fue "Ludmila", una preciosa canción del año 1984, en la que Spinetta parece gritar por ella diciendo: "Ludmila, yo veo tus ojos, y veo como un ancho mar". Por esas cosas del destino tengo una amiga que se llama precisamente así: Ludmila. Así que allí mismo le pedí al flaco que le firmara un autógrafo para ella, quien es una confesa admiradora de su música -al igual que toda su familia (por algo ella tendrá ese nombre)-. El flaco me miró sorprendido y firmó el autógrafo en mi libreta de apuntes durante la conferencia del día anterior al concierto: "Para Ludmila, del Flaco Spinetta, 2006". Encontré a Ludmila a la salida del espectáculo, la encontré parada en el medio de la sala del segundo piso del Plaza. Ahí estaba, parecía agitada mostrando toda su fascinación después de haber presenciado el recital durante tres horas, con un autógrafo de Spinetta en el bolsillo, con sus ojos brillantes, empañados. Tanto así que, los ojos de Ludmila se veían como un ancho mar.

Publicado el 8/7/06 en La República

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