Cuando vemos una película o serie sobre algún hecho o persona de la vida real ¿Estamos viendo la realidad? ¿Es valida la queja sobre la falta de rigurosidad histórica?
Por Matías Rótulo
Estábamos en la clase de literatura universal, en aquellos años de aprendizajes y debates, desde mi lugar de estudiante del profesorado de literatura. Mi profesor era Alfredo Goldstein. De pronto, una compañera dijo que no le gustaban las versiones teatrales de los clásicos de Shakespeare puestos en escena por la Comedia Nacional de Uruguay, porque "no son nada shakesperianos". Goldstein, con su sonrisa siempre franca a la hora de enseñar, una mueca educativa, de esas que te larga ni bien está por soltar una respuesta maestra e incuestionable, precisa y clara, le preguntó "¿Y qué obra de Shakespeare es más shakesperiana?" porque -agregó-, las únicas obras de Shakespeare realmente
shakesperianas "serían las que él mismo pudo haber puesto en escena" en su tiempo, con él dirigiéndolo todo.
Esa crítica, la propuesta por mi compañera de clases, es al que le da luz a largos debates mediáticos y terrenales, cada vez que se discute sobre lo que se muestra en las ficciones cinematográficas o televisivas sobre un hecho real, es decir, sobre aquellos que ocurrieron en algún momento determinado con seres humanos involucrados.
No se parece a la realidad, no se parece a su vida, eso no pasó realmente así, no hubo tal hecho, esa persona no existió en realidad, nunca dije esas cosas, es incongruente la aparición de este personaje histórico en el momento en el cual se lo presenta.
Tenemos que considerar que en la película del cuartetero argentino Rodrigo Bueno, donde se refleja parte de su vida, el personaje muere (no estoy adelantando algo). ¿Pero si en la película no hubiera muerto? Mire Érase una vez en Hollywood, la última película de Tarantino y vea cómo se puede alterar la realidad tomándose licencias artísticas, tan válidas como el haber mostrado la realidad con exactitud histórica. Dicho lo anterior me pregunto ¿La historia es una ciencia exacta?
En los últimos días he leído y escuchado algunas críticas a series y películas basadas en la vida de personajes famosos ya que muchos hechos allí contados serían inventados. Ocurre con la película El robo del siglo que retrata la peripecia de un famoso ladrón uruguayo en Argentina. Si, "retrata" como cuando alguien pinta un cuadro de alguien. La imagen del cuadro no es "la persona". Ni siquiera una fotografía lo es. Eso que está en la fotografía es una macha de tinta con una forma que nos recuerda al ser que conocemos.
Hablemos de fotografía: vamos a tomar un retrato de alguien con tres cámaras, una ubicada de frente, otra de costado y otra a las espaldas del sujeto. No es necesario decir que las imágenes tomadas de la persona mostrarán distintas perspectivas. De igual manera ocurre con la literatura, el teatro o el cine. La perspectiva del autor, director, actor, maquillador, iluminador, le añadirá una nueva realidad a la obra.
Vayamos a la filmación sobre la muerte de JFK. Tenemos un video que relata lo ocurrido y podemos hacer una película nueva imitando ese momento. También podemos hacer una película contando la perspectiva que tuvo en ese momento el chofer del auto del presidente. Ambas coincidirían (o no) en el hecho narrado pero no sería igual lo que se muestra.
Un ejemplo claro es la nueva perspectiva que se nos entrega en la película Bohemian Rhapsody basada en la vida de Freddie Mercury (y en la de los que lo rodeaban), del recital "Live Aid" de 1985 en el momento de la actuación de Queen. La película permite ver una especie de segunda toma que complementa la imagen televisada en su momento. Podemos ver primeros planos de los músicos en el momento X cuando ese momento X tenía un plano alejado en la emisión original. Pero tanto el primer plano y la emisión original no son la realidad, son dos miradas distintas. Una refleja la realidad del momento, y la otra la ficcionaliza.
En la serie sobre Luis Miguel (Netflix), la supuesta pelea del protagonista de la serie con un actor mexicano que se ve en en la primera temporada nunca habría ocurrido. Así lo explicó el actor mexicano en cuestión a los medios cuando lo fueron a buscar ni bien se publicó el capítulo. Véase la siguiente nota de Infobae.
La otra serie de Netflix, basada en la vida de Jorge Bergoglio ("Llámame Francisco") también es objeto de críticas por la incoherencia del cargo ejercido en una fecha determinada de uno de los personajes basado en uno de los altos mandos del ejército durante la Dictadura argentina.
También hubo críticas a la versión cinematográfica de la obra de Sófocles "Edipo" (Pasolini, 1967), por no respetar el guión original. ¿Cómo lo va a respetar si el cine es un lenguaje distinto al del teatro?
También se cuestiona la historia de amor en la película Titanic por ser falsa. Lamento decirles que el barco que se hunde en la película también es falso.
La ficción es un fingimiento, un fingir una realidad, una imitación de acciones, tal como esbozó Aristóteles para el caso del teatro, o un fingimiento de cosas útiles de acuerdo al Marqués de Santillana para la literatura.
A su vez, la obra que muestra algo basado en hechos reales, "se basa" como un punto de partida para transitar, con la libertad creativa de quienes la hacen (director, actor, musicalizador) hacía un fin: una obra terminada.
En la serie sobre el boxeador argentino Carlos Monzón (también de Netflix) sucedió algo parecido. Se dijo que en realidad no pasó lo que se cuenta sobre algunos aspectos de la vida de las personas dramatizadas. Claro que no. Porque el drama es imitar acciones humanas, diría Aristóteles.
Entonces, cuando usted quiera ver una película basada en hechos reales, siéntese, olvídese de su realidad y déjese llevar a la nueva realidad, la que el arte le permite experimentar en ese mundo creativo y libre. Sepa que lo que verá no es la realidad, pero que sí es una realidad posible, una alternativa al mundo que conocemos, o desconocemos.
En cualquier caso, usted o yo hacemos un pacto con la obra. Cuando vamos al cine sabemos bien que la pantalla no nos muestra más que una obra con ciertos intereses: artísticos, históricos, económicos, entre otros. No nos podemos olvidad de dicho pacto.
Este artículo fue escrito el 27 de enero de 2020.
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Matías Rótulo.