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Whisky (la película) y el aburrimiento

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¿Es Whisky una película aburrida? La paradoja que se analiza en este espacio llamado La caja boba, está en que los personajes viven en un letargo eterno e incluso cuando la rutina se rompe. 


Por Matías Rótulo

Pero si alguien dice que la película es aburrida, es porque se identificará con alguno de los personajes, sino, no tendría sentido la crítica colectiva, ya que en cada segundo, trascienden mil ideas. 

Cuando iba al liceo, mi profesor de historia llevó a clase un libro enorme. Lo presentó como "un ladrillo" y dijo "es muy aburrido, tanto como el autor". Su recomendación, aunque oculta en su crítica, fue "no lean esta basura". El libro en cuestión era Las puertas de la misericordia (Anagrama, 2002) de 1011 páginas, obra del uruguayo Tomás de Mattos. Desde ese momento, para mí, ese libro fue un bodrio sin haberlo leído nunca. Pero en 2014 lo leí y descubrí una gran obra.
Algo así me pasó con la película uruguaya Whisky (Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll, 2004) recientemente puesta a disposición en Netflix. En este caso, una profesora del Instituto de Profesores Artigas (IPA) en 2010 la sentenció a muerte: "es una cosa lenta, sin gracia, aburrida, triste, de lo peor del cine uruguayo".
De hecho, este semana, Pablo Stoll, director de Whisky, dijo en una entrevista al programa "No toquen nada" de FM Del Sol (Montevideo), que su película tiene el prejuicio de  ser "aburrida" y explicó que no lo era tanto, incluso -dijo- "hay momentos de risa".
De inmediato pensé en "lo aburrido", como aquello que se opone a los estándares de vida actual donde la diversión es la metodología única y válida para la vida en sociedad.

El error de Stoll
¡Qué equivocado que está Stoll! ¡Y todos los demás! Es cierto, existen momentos de la película que dan risa. Es esa risa que esconde una mueca íntima de tristeza porque la risa, si se logra, es a partir de la miseria de los personajes. Mirito Torreiro afirma en su crítica en el sitio Fotogramas  que se trata de una "Historia minimalista que involucra a tres personajes, con situaciones que parecen sacadas de un manual marciano del cortejo erótico, Whisky juega constantemente con la sonrisa, aunque en realidad muestra una realidad cualquier cosa menos gozosa: rutina, mediocridad, fealdad de manual (¡esa velada de karaoke en el balneario semidesierto!) que, no obstante, jamás es expresada con énfasis". 
"La lentitud" de Whisky es una decisión estética adecuada, precisa y pertinente. Los planos eternos, a cámara fija  alimenta la existencia misma de la realidad de los personajes. Una cámara en movimiento, escenas más cortas y con más agilidad, dejarían a la película sin cáscara y centro.

Los pares de almas
En una fábrica de medias conviven pares de personajes (los personajes son un par de empleadas cuya personalidad etopéyica es similar, el dueño de la fábrica y una encargada que andan a la par repitiendo sus rutinas). En literatura decimos que son personajes "en geminación" siendo dos que actúan de igual manera compartiendo no solamente el comportamiento sino la moralidad. Dicha moralidad se debería poner en cuestión porque patrón y empleada se unen tras una mentira.
Como las medias que fabrican, los pares se completan y se mimetizan con su entorno. La fabricación en línea, en un lugar en decadencia es la constante de las almas de los personajes.
Aquel profesor de historia me enseñó la Revolución Industrial, pensada para la mejora de la humanidad. Pero las máquinas, funcionando a gran escala alejaron al Hombre del trabajo y en cierta manera de otros Hombres. Así son estos personajes, van haciendo de su vida un proceso en línea, casi sin esencia humana.

Los personajes

Cada personaje se construye alrededor de lo religioso. Jacobo es el dueño de la fábrica y espera a su hermano Herman para el aniversario de la muerte de la madre de ambos. Ambos son judíos que fabrican medias. Ambos están desunidos por la distancia, uno no sabe casi nada de la vida del otro, los separan décadas de desencuentro. Herman, cuyo nombre destaca el papel de hermano, será "el otro", el que rompe la dualidad del par entre Jacobo y María.
Quiero destacar los nombres bíblicos: María, la encargada de la fábrica de Jacobo es la santa, solitaria y sufrida mujer.

La historia
Dice Sebastián del Caro en su crítica que la película es "melancólica y triste" y además es "en una historia muy simple" con "una mirada humanitaria y cariñosa". Agrega "uno la pasa bien, más allá de lo poco que sucede". Empero, en la obra sucede mucho más de lo que se cree.
Cada acción, cada plano y cada acto de los personajes tiene un movimiento interno en relación a lo externo y en viceversa, y estos movimientos deben ser vistos con detenimiento. Por ejemplo, hay dos escenas en donde los hermanos se regalan entre sí, en un primero momento un par de medias y en un segundo momento una remera, una de color blanco y otra negra pero igual en el estampado. Si bien la acción es lenta y aparenta ser eterna, se mueven mecanismos internos en la construcción de los personajes humanizados por un lado, pero destruidos por otros. Pretenden ser distintos entre hermanos, pero son tan patéticos por igual. La oscuridad y la luz de cada personalidad se empata con la acción imitada, innata de dos hermanos que se unen por dos mujeres: la madre muerta y por la propia María. Así se construye un triángulo amoroso inusual, porque en la vida de los personajes no hay lugar para nada más que para la dualidad.
Según la crítica de The New York Times  Manohla Dargis: "nadie en la película explica cómo o por qué él o ella llegaron en este momento (sí sabemos que Herman llega en avión); lo importante es que están aquí y ahora. Gris y taciturno, a la vez reconocible y opaco, Jacobo se desploma como agobiado por su deteriorada fábrica, pero podría haber nacido huraño. Al igual que Marta, con su cara arrugada y su cariño por robar un cigarrillo ocasional, Jacobo es un signo de interrogación de un personaje, uno que los cineastas no tienen prisa por explicar".
Estos personajes, al no tener una historia distinta a la de la vida que se muestra en el film (sabemos que María va al cine sola, que viaja en ómnibus y escucha la misma canción de siempre) son personajes sin historia y abren la puerta para que el espectador rellene los vacíos dejados en el largometraje. Por eso, las fotografías, las estampas de momentos (como los estampados de las medias hechas en serie y en lotes grandes) son fundamentales para remarcar un momento distinto del cotidiano.

No hay, en la película, espacio para salir de la rutina, y fuera de la rutina, cuando los tres protagonistas logran escaparse de la realidad cotidiana, todo sigue siendo muy rutinario.
A modo de ejemplo, en un momento Jacobo descubre una falla en la fabricación de las medias: ahí, él mismo detiene el proceso de fabricación para volver a iniciar y acomodar la realidad tal como es y debe ser. No hay lugar para la innovación o los cambios.
La película es aburrida si solamente esperamos reírnos. Cuando consumimos arte, esperamos de manera consciente o no, que la realidad de lo reflejado en el arte sea distinta a nuestra realidad. Si queremos que Whisky transcurra como nuestra vertiginosa vida, mejor mírese en el espejo y no pierda el tiempo con esta obra maestra. 

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Matías Rótulo.

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