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Los hombres altos





No sé ustedes, pero yo siempre me imaginé a los actores que interpretaban a los superhéroes como hombres altos, de estatura por encima de la media, despegados del piso. De hecho, Christopher Reeve, el Súperman que más admiro, medía 1,93. Guy Williams, el Zorro más legendario andaba por los 190 centímetros.


Por Matías Rótulo


¿Se imaginan un Hércules por debajo de los 2 metros? Me molestó toda la vida, asociar a Robin como un Superhéroe, por el simple hecho de quedar unos centímetros por el camino con respecto al elevado Batman.

Cuando veo a un hombre de gran estatura, me pregunto por qué no se dedicó a ser un héroe mitológico o uno con capa y espada.
Hay una razón para todo esto, resulta que mis hermanos son más altos que yo, y yo soy el menor de los hermanos. Ojo, soy alto, pero no tan alto como
Daniel Rotulo
, el mayor y más alto de mis hermanos. De chico, él me parecía enorme. Lo veía tan alto... como si arañara las nubes.
Cuando usaba barba y pelo largo, andaba como el Jesús de allá arriba en la cruz de la Iglesia (nadie puede negar el caracter heróico de Jesús), caminando por el barrio como si la Tierra le fuese ajena desde su alejamiento de flaco alto, tal como un Jesús pero de camiseta aurinegra. Daniel no iba crucificado y no era tan santo, pero la comparación visual de su pelaje es válida.
Desde mi altura de 9 o 10 años, Daniel parecía una torre de un par de décadas más, como si yo, casita del Buceo nueva y utilitaria me acercara a saludar al Empire State.
Creo que los hombres altos están condenados a estar atrás en la fila de la escuela, y como todos sabemos, los del fondo de la fila son los más jodones, se practican seis años para eso, y luego salen adultos altos y divertidos, así, exactamente así, como mi hermano Daniel. He tenido varios ahogos de risa de niño, pero de adulto también, con sus pavadas diría mi madre, con sus pavadas diría su madre.
Un hombre alto, sin humor, no es un hombre alto. Daniel cumple las dos funciones vitales de todo alto gracioso: altura y gracia.
Pero además, los altos son, tal como cantaba Píndaro, los atletas olímpicos. Entonces, si a un hombre alto y gracioso le das una pelota de basket nos resulta un Harlem Globetrotters en potencia. Ahora les contaré como niño orgulloso sobre algunas habilidades de mi hermano Daniel: es alto, gracioso (ya lo dije antes), pero además me enseñaba trucos con la pelota de basket, tales como girarla en un dedo, o rebotarla en el piso en pequeños golpes todos ligeros, uno atrás del otro. Siempre fue un globetrotters pero la cancha del Buceo no es tan glam.
Los hombres altos viven respirando aire más fresco que el resto y están unos centímetros más alejados de la asfixia social, entonces pueden mirar la vida con otra perspectiva.
Él, como hermano mayor, y yo como hermano menor, en los extremos de la larga nómina de cinco partos donde participaron varias personas procreadoras -su mamá, mi mamá, nuestro papá- (ojo, todas por separados, tampoco crean que en mi familia somos todos degenerados), siempre tuvimos y tenemos entre nosotros, entre Daniel y yo, hasta hoy y por siempre, como un pacto fraternal y humano, la palabra sincera, amorosa y compañera.
Los hombres altos son así, buenos amigos, buenos hermanos, como Daniel, que es un hombre alto, un olímpico glorioso, un Jordan blanco, más gigante que Reeve, que Williams, más héroe que Hércules y esto lo supe una vez, allá el el Buceo, cuando me subió a sus hombros, y siendo yo un niño me enteré de lo fantastico que se siente ser un hombre alto, tan alto como mi hermano Daniel.

En memoria de mi hermano Daniel Rótulo.

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