Por Adriana Franco Un Páez que mira a otro Páez. ¿O no son acaso dos tomas del mismo Páez? La vacilación, la duda que provoca la imagen de tapa parece el mejor resumen para Confiá , ya sea como acto deliberado (Alejandro Ros, el responsable del arte, escuchó el disco, masculló las canciones, pensó, elaboró, trazó líneas, buscó al doble adecuado) o por prepotencia de sincronía (de las que gambetean razonamientos y deducciones para dar de pleno en el concepto). Porque es sobre el autor, la idea de autor, el lugar de esta idea en el mundo de hoy y los espejismos que ha producido lo que sugiere (lo que me sugiere) la tapa y predispone para la escucha de las doce canciones que forman este todo, aquí y ahora, y que llegará a las disquerías pasado mañana. Hay ya un sonido paezziano . Y es ahí, en el lugar del autor, donde este disco se convierte en descanso y sorpresa, tan reconocible y tan distinto, tan a años luz de Rodolfo , su álbum anterior, de 2007, en el que la voz y el piano eran los