Los ruleros, la plancha y la tabla de planchar. Pero también los pelos en las piernas, la panza de cerveza y las manos en los genitales eructando como el macho latino. El político y el profesor, el periodista y el doctor. Por Matías Rótulo Sea de clase alta, media, baja a todos nos gusta saber de la vida del otro. Miramos espantados el televisor enterándonos que el director del “Bocón” casi se agarra a las piñas con la “Tota” Santillán en la paupérrima demostración de que la televisión uruguaya tiende a la pauperización, en un programa llamado “La City” (4). La vida privada se vuelve pública, y lo público parece ser privatizado por la televisión. Lo privado se hace más delicioso si es más morboso, y si es más privado del otro, aunque ajeno a mí. Si “El juego de tu vida” (10) revela que con las zanahorias te masajeas el ombligo, no importa si con la misma zanahoria le cocinas la comida a tus hijos, pues no importa si sos mal padre o madre. Menos importa si sos un cocinero asquer
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