Hay un circuito paralelo al oficial en el desfile de llamadas. Entre peajes, tortas fritas, baños improvisados dentro de casas, bebidas alcohólicas rebajadas y vendidas a quien las pida sin preguntar la edad, Pasta Base, y familia, se escuchan los tambores tronar a lo lejos. Mientras por allá, donde se puede, algunos se hacen el manguito del mes honradamente, otros buscan la trampa para conseguir algo. También hay familias que cuidan que el barrio no se vea afectado por personas que ajenas a él, van a hacer “su mango” a mangazos. Por Matías Rótulo (publicado el 7/2/2013 en Voces) Ser periodista o turista tiene sus desventajas en las calles más cercanas a la rambla Sur los días de las Llamadas: los segundos se pierden y son robados en algunas de las calles (no todos, pero sí hubo algún que otro caso tanto el jueves como el domingo). Tal como aclara Pablo, uno de los habitantes del Barrio Sur, templo abierto del tambor, “esto no es del barrio, sino que vienen de afuera. Acá
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