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Consignas para que tengamos un “día perfecto” de indiferencia y frivolidad

ESA CAJA BOBA QUE NOS TRATA COMO IDIOTAS


Las consignas de “Día perfecto” (para que el público opine), son tan pensadas (irónicamente dicho) como el programa en sí. Un programa para que los conductores, además de cobrar su sueldo, se diviertan. La diversión incluye momentos fascinantes de despotismo, discriminación entre los conductores, así como subestimación al público.

Chistes internos de doble sentido, tanto machistas como feministas. Gastadas que no perdonan ni lo social, ni lo sexual y mucho menos el pensamiento, la ideología, y demás. Chistes que por ser internos (es decir entre los conductores y con los técnicos que para nosotros, el público son totalmente desconocidos), nos hacen partícipes de esos momentos que tomados como broma, no dejan de ser la muestra de la televisión que tenemos: una televisión que se encarga del entretenimiento excluyentemente, aunque el entretenimiento no sea nada entretenido. Cuando hay que hablar de “homosexualidad” y demás, los conductores hombres (y reidores fuera de cámara), no escatiman referencias de doble sentido solapadas con “buena onda”. Si hay que hacer referencia al nivel socioeconómico de los conductores, siempre prima destacar que son de de una clase alta “cool”. Que van en limusina al canal (que aunque sea otra “genial” broma interna, no se aleja de la realidad de muchos personajes de la televisión), que viajan, y que cenan en buenos lugares, y demás. Es que hay que hacer que la gente pase un día perfecto viendo como “yo” puedo ir a un shopping a comprarme todo lo que quiera, y como “usted” apenas puede conseguir plata para sus necesidades básicas, o puede conseguirla pero igual envidia el modo de vida de la gente de la tele. Pero ojo, “es entretenimiento”. En “Día perfecto” está a la orden del día el cuestionamiento al pensamiento del prójimo con la descalificación, con el predominio de la cara de la conductora “Cata”, abriendo la boca como diciendo “¡andá!” y mirando de reojo a quien opina diferente a ella. En “Día perfecto” se establece que no hay lugar para un día imperfecto, porque la misión es hacer que el público tenga un día perfecto pero a partir de conseguir que los propios conductores, partícipes, estrellas, centro de la acción, realicen las actividades lo suficientemente entretenidas con un toque de “chiste”, gastadas, prendas, que garantice que ellos la pasen “re, pero re bien”.


Participe y gane

un día perfecto

Los conductores juegan, cantan, son hipnotizados, se llaman diminutivamente “Figue”, o “Ale”, “Fede” y “Xime”. Nos hacen sentir cerca de ellos. Logran que Tetes sea el tipo más serio de todos, y que el destacado periodista Nelson Fernández (“exBúsqueda”, y ex director de “Subrayado”) se vista del Chavo. De hecho, un día hicieron un casting entre ellos para participar en “Cantando en la oficina”. Fue una joda re loca. Re divertida. Re in. Al otro del “casting”, entrevistaron al artista argentino Axel. En vez de centrar la entrevista a la obra y vida del músico, ocuparon gran parte de ese momento en mirarse el ombligo, mostrándole a Axel cómo los conductores habían cantado el día anterior. Hace algunos días los conductores hicieron las pruebas de “Minuto para ganar” en una verdadero espectáculo de diversión, demostrando que el comunicador ya no comunica, sino que es lo comunicado. Como ocurre en la mayoría de los programas matinales, cuando al público se le plantea una consigna para que participe es a partir de la neutralidad del hecho, con preguntas abiertas que son respondidas al aire siempre y cuando sean lo suficientemente originales para acompañar la originalidad de la pregunta. De los temas del día no se habla. No se puede hablar. El día perfecto de los uruguayos no incluye pensar, reflexionar, opinar libremente, sobre las cuestiones que hacen la vida diaria. Las preguntas son dirigidas desde los intereses de alguien, de algún productor que se rompió la cabeza pensando. O peor aún, de todo el equipo de trabajo que diseñó la brillante pregunta. El público no puede proponer temas. Aunque el programa se haga para que el público tenga un día perfecto, el público no puede ser el arquitecto de ese día perfecto, pues ya los conductores le dan todo hecho. Si hay preocupación no hay “día perfecto”, y si no hay “día perfecto”, los programas matinales no cumplen con ese papel tan noble de mostrarnos que la vida ideal se construye viendo a un grupo de personas a punto de llegar al orgasmo de tanto reírse frente a una cámara prendida. Voy a dar un mínimo ejemplo real de las consignas planteadas por “Día perfecto” para que el público opine: “¿Dónde están las personas lindas en Uruguay?”. Si uno se pregunta eso, es porque tal vez, siempre nos cruzamos (hablo de los conductores o de aquellos que se lo cuestionan) con personas “feas”. Eso nos preocupa a tal punto de querer ubicar con urgencia a aquellas personas lindas que nos salven de los feos. Además, determinar que en algún lugar están las personas lindas, quiere decir que el resto (los que no son lindos) son los feos. Nunca se pregunta en estos programas ¿Qué es la belleza? Sino que directa y sin pudor se impone el ideal de belleza. Un ideal que se aproxima mucho a la carita de los conductores del programa, o de las personas de las que se habla en el programa, es decir, aquellos hombres y mujeres considerados “lindos” y que forman parte del jet set local o internacional. Por qué no preguntan “¿Cuáles son las personas feas?”, así la discriminación no tiene tanto rodeo. ¿Es necesario que el público se cuestione esto? Hubiera sido al menos políticamente correcto preguntar “¿Usted cree que hay que diferenciar las personas en lindas y feas?” lo cual nos podría dar lugar para reflexionar mínimamente sobre el valor que le damos a las personas. Yo ahora me pregunto, siguiendo la línea de “Día perfecto”: ¿Dónde están las buenas ideas para hacer un programa de televisión que tenga buenas ideas? Como yo soy feo, no se las puedo responder.


Publicado el 1 de octubre de 2010

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