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Regina de harina

Nosotros supimos de Regina ni bien la vimos.

Es decir, nos enteramos de su existencia, nos enteramos de sus cabellos, nos sorprendimos de sus voz y nos emocionamos de su alma, cuando nuestros ojos pudieron tomar un fragmento de su imagen y transformarla en el recuerdo de una muchacha que escribe pinceladas al aires en gritos de auxilio.
Regina lleva banderas de colores de países inexistentes. Se abanica con la mano cuando el calor es asfixiante. Murmura una canción que acaba de inventar. Baila, deja de soñar y vuelve a bailar.

Regina nos mira con decencia, a nosotros, los indecentes que ponemos nuestros ojos en su belleza. Esperando que nos de una oportunidad, o apenas un saludo, o una mísera miguita de su perfume.

Regina parece ser una pieza de pan, moldeada de harina, agua, cielo y sal.



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