Juan Manuel Blanes desde su obra, imaginó la hazaña de los Treinta y Tres Orientales retratando a los héroes. A esa obra también le escribió el gaucho Martín Fierro, mediante una carta que el subalterno creado por José Hernández le envió al uruguayo.
Por Маттиас
Rotulovic (desde el 19 de abril, hace muchos años)
Juan Manuel Blanes se convirtió en el ojo de la epopeya. Su obra, imaginando aquel momento, retrata a los héroes, que con los pies en el suelo son recibidos debajo de un cielo que abraza los sables en alto. A esa obra le escribió el gaucho Martín Fierro, mediante una carta que el subalterno creado por José Hernández le envió al autor de la pieza pictórica, histórica, heroica.
Todos sabemos que hay
autores y narradores. Que hay hechos narrados y personajes protagonistas de
esos hechos. José Hernández los cruza (los entrecruza) con la maestría misma de
un letrado exquisito. Un letrado que no gustaba (al decir de Ezequiel Martínez
Estrada [1]) de la música, pero que
compuso poemas de una gran musicalidad. Hernández fue un eterno cruzador de
límites, cruzador de artes (si se me permiten los términos poco académicos). El
primer límite que cruzó fue el de darle voz a los sin voz (nada nuevo por
cierto, pero llevado a la belleza poética – narrativa en su extenso poema
gauchesco). El gaucho argentino, al igual que el gaucho oriental fueron
subalternos utilizados para la guerra, pero desplazados cuando ya no le eran
útiles a los proyectos modernizadores[2]. ¿Vale la pena recordar
que el proyecto vareliano se basó en la limpieza de los vicios del hombre de la
campaña? ¿Es necesario recordar que el gaucho libre fue atrapado por la propiedad
privada? Luego quedó idealizado, inmortalizado en una imagen necesaria para la
construcción patriótica.
El gaucho tuvo “voz” gracias al hombre de ciudad,
al culto ilustrado. Hernández era uno de esos. El segundo límite que cruzó fue
el de hacer un cruce de las artes entre ellas. Ya en el inicio del Martín Fierro, además de la musicalidad
propia del poema, lo hace cantar al gaucho, dirigirse al público lector: rompe
así con la frontera del otro, al otro lado del libro.
“Aquí me pongo a cantar
Al compás de la vigüela,
Que el hombre que lo desvela
Una pena estraordinaria
Como la ave solitaria
Con el cantar se consuela” (Martín
Fierro, I).
En la carta “que el gaucho Martín
Fierro dirige a su amigo don Juan Manuel Blanes, con motivo de su cuadro ´Los
treinta y tres orientales´"[3] del año
1878, Hernández desafía a todas las leyes de la linealidad:
1. Hernández le
vuelve a dar voz al sub alterno Martín Fierro. Martín Fierro es un gaucho pero
no todos los gauchos. Es un gaucho en particular pero representa a todo su
conjunto. No es la voz del gaucho real, sino una representación, una imitación
culta de la voz del hombre de campaña.
2. Hernández le
hace decir a Martín Fierro un elogio a otro autor. Ese autor es Juan Manuel
Blanes. Si existiera una simetría entre autor – autor, narrador –
narrador, personaje – personaje en este
caso queda suprimida o reforzada. El personaje saluda al autor.
3. La literatura, (la
de Hernández) una literatura musical que saluda a la pintura. La pintura,
homenajea a la historia. Eso se llama interdisciplinariedad.
4. Martín Fierro
saluda a un autor por su obra artística. La creación artística saluda al arte.
5. Blanes pinta,
le da valor narrativo a un hecho histórico. También hay un cruce entre artes en
este caso.
El poema empieza de primera persona a primera
persona:
“Amigo
don Juan Manuel,
que se halle, me
alegraré,
sano del copete al
pie.
Y perdone si en su
carta
algún disparate
ensarta
este servidor de
usté”.
Así, el guacho inculto (aunque en los hechos de la
literatura conoce la música, la rima, el verso, y es un experimentado filósofo)
le habla al hombre culto, al artista.
La carta de Martín Fierro es en respuesta a la
carta que antes le mandó Blanes, en este caso, personaje del poema narrativo.
“Una
suya recebí
punteada con todo
esmero,
y al verlo tan
cariñero
dije para mí, a
este Blanes,
no hay oriental que
le gane
como amigo
verdadero”.
¿Será que
Blanes, el pintor le escribió al Hernández, o se salteó la dualidad autor-autor
y le escribió al personaje del mayor poema gauchesco? La carta ficcional
permite el cruce de puentes imaginarios de obra a obra, de autor a autor.
Entonces llega el elogio al proyecto patriótico de
los Treinta y Tres Orientales, que son los protagonistas del poema, y de la
pintura de Blanes:
“(…)los
famosos "Treinta y tres"...
¡Ah, cuadro que da
calor!
Me
quedé medio azorao
al ver esa
comitiva.
Lo miré de abajo
arriba
pero, ¡que el
diablo me lleve!,
si parece que se
mueve
lo mesmo que cosa
viva”.
La consideración
del cantor, es por un lado artística: “si parece que se mueve/lo mesmo que cosa
viva”. La bandera, las miradas dispersas, los brazos en alto, pero
particularmente los guerreros con los pies en la tierra, dan precisamente esa
emoción del movimiento, de la victoria.
Otro elogio estético de Martín Fierro es:
“Encima
le han colocao
un sol que valdrá
un tesoro.
Lo habrán puesto,
no lo inoro
como en el naipe
español;
pues habrán dicho
esos toros
"a todos
alumbra el sol".
En ambos pasajes
se encuentra el elogio guerrero contra el invasor en un proyecto de libertad.
Claro está, los conceptos de libertad para el guacho fueron cambiando. Como fue
mencionado más arriba, la libertad del gaucho fue sometida a la duda y la lucha
porque desordenó la campaña, porque además se lo utilizó para las luchas
libertadoras contra el europeo. Luchas que pretendían seguir el modelo de
Europa. ¿Debería ser el guacho agradecido de las cruzadas libertadoras siendo
que limitaron su propia libertad?
“Y
esa gente tan dispuesta
que su páis va a
libertar,
no se le puede
mirar
sin cobrarles
afición...
¡Si hasta quisiera
el mirón
poderlos acompañar!”
Claro está, que
los cantares de gesta gauchesca se caracterizaron por exaltar los laureles independentista.
Luego,
el poema epistolar, la carta a Blanes se desarrolla desde lo descriptivo:
“Cerca
de él hay otro criollo
de poncho y de bota
fina.
Se ve que en la
tremolina
hará aujero si
atropella,
ha agarrao la
carabina
como pa darles con
ella”.
En esa descripción surge nuevamente el movimiento,
la voz, y la imaginación que contribuye a completar el cuadro de Blanes:
Hay
otro viejo gritando:
"¡A mí naides
me aventaja;
en cuanto suene la
caja
he de responder al
grito!"
Tiene en la mano un
corvito
que ha de estar
como navaja.
Ese
que está arrodillao
no me deja de
gustar,
uno puede asigurar
que va a decir
-cuando hable-
"Todos tienen
que jurar
sobre la hoja de
este sable".
La gesta patriótica se
convierte así en doble tema artístico. En el caso de Hernández, toma la materia
y la reelabora. Toma la pintura y la convierte en letra, en cantar patriótico.
Un argentino elogio a los orientales y su batallar. El gaucho elogia al solado
libertador. Se entrecruzan las ideologías y los intereses. El interés que prima
es el artístico.
(*)
Por Matías Rótulo (publicado el 20 de abril de 2013 en Hum Bral)
[1] Martínez Estrada, Ezequiel. Muerte y transfiguración de Martín Fierro.
Rosario, Argentina: Editora Beatriz Viterbo, 2005.
[2] Sobre este aspecto, recomiendo la
obra sobre la poesía gauchesca de Josefina Ludmer y Ángel Rama.
[3] Varios autores. Poesía gauchesca. Edición, prólogo, notas y glosario de Jorge Luis
Borges y Adolfo Bioy Casares. México: Buenos Aires, F.C.E., 1955, Impreso.
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Matías Rótulo.