Por Matías Rótulo (Publicado en Voces 435)
Mauricio. Uruguayo, nacido
en Salto. Ocho años preso, cuarenta años de edad. Secundaria incompleta. Tres
hijos (veinte, doce, y diez años). Antecedentes laborales: changador en una
herrería de los doce a los veinte años. Después trabajó en Buenos Aires, en una
remisería hasta que cometió una rapiña y se volvió a Uruguay. En el año 2004
tuvo un trabajo en la construcción que duró hasta que comenzó a delinquir. Seis
años después, salió de la cárcel, sin trabajo, profesión, experiencia y un
legajo que “me preocupa porque tengo que mantener a mi familia”.
Historias
así podrían tener otro final. El
Patronato Nacional de Encarcelados y Liberados (PNEL), dependiente del
Ministerio del Interior, es una institución de más de medio siglo de existencia
que facilita la capacitación laboral para quienes cumplieron condena o tienen
buen comportamiento. Quienes están privados de libertad asumen un compromiso
laboral tanto en la cárcel como en libertad y cobran de acuerdo a los laudos
laborales establecidos en los convenios salariales. Todo esto en un marco de
integración social, educación para el mundo laboral y el aporte productivo que
ellos puedan realizar. Hace algunos años, una empresa del ramo vitivinícola
ganó un premio internacional por la cosecha realizada por personas privadas de
libertad que salieron a trabajar a las viñas. El vino fue reconocido como uno
de los mejores del mundo.
Con
poca repercusión mediática, un menguado presupuesto, poca cantidad de privados de
libertad y liberados que se acercan a una institución dedicada a facilitarles
una salida laboral, el PNEL se puede considerar
exitosa en el cumplimiento de cometidos. “No somos asistencialistas, procuramos
la recuperación de las personas privadas de libertad abriéndoles paso al mundo
laboral con cursos de capacitación, y tratamos de lograr convenios con empresas
privadas y públicas, para posibilitar una reinserción plena de las personas”
explicó Patricia Peralta, directora del PNEL.
El
miércoles 4 de junio se presentó a una decena de empresarios privados cuáles
son las ventajas de sumar a personas privadas de libertad en sus plantillas, y
las experiencias exitosas. “Con esta reunión apostamos a generar un compromiso
con los empresarios, mostrándole que es posible hacer un aporte en el marco de
la responsabilidad social empresarial, con experiencias que ya son exitosas en
otras empresas públicas y privadas” explicó Peralta. Esta actividad contó con
el apoyo de una Comisión Honoraria del PNEL que está integrada desde el año
2012 por el Presidente de Cutcsa Juan Salgado y lo acompañan Julio Sánchez
Padilla, Graciela Novo, Graciela Rompani,
Laetitia D'Aremberg, Gianni Di Palma y Pablo Bentancor.
El otro
camino
Con un
pasado asistencialista, hoy desde el PNEL se abren vínculos entre los
trabajadores y las empresas, la sociedad civil y se crean espacios de
capacitación laboral, pero fundamentalmente se brinda estímulo a las personas
privadas de libertad para que vean con más claridad su futuro. El futuro es el
vivir y trabajar en una sociedad que los mira con temor, o muchas veces,
simplemente los ignora. “Esto es algo que debemos cambiar entre todos” opina
Peralta.
Mauricio
no conoce el PNEL pero prometió acercarse para “poder solucionar mi situación”
ya que “sino laburo, sé que no voy a volver a robar, pero también sería
entendible que ante un caso de desesperación yo o cualquier otro liberado salga
a buscar ese mal camino, un camino que no quiero transitar”. A eso se suma que
“muchas veces te miran mal porque estuviste en la cárcel. Está bien, me mandé
una macana pero también necesito una oportunidad”.
Para
los beneficiados y para los responsables del PNEL, el camino que ha demostrado el
éxito para lo no reincidencia en el delito es el trabajo y el estudio. Pero
pocos privados de libertad y liberados se acercan a las propuestas de la
institución. Algunos por desconocimiento y otros por desinterés. El PNEL
tampoco cuenta con mucha exposición pública que ayude a los beneficiarios en
conocer la institución.
En
Uruguay, hay unos diez mil presos, y el número crece por diversas causas. ¿El
aumento de los delitos? ¿Las cuestionadas (internacionalmente) prisiones
preventivas para los procesados sin condena? ¿La reincidencia? Desde el año
2010, cuando se creó el Sistema Nacional de Rehabilitación (SNR) cambió el
criterio a seguir: los presos deben estudiar y trabajar para que no se siga
fomentando lo que al Ministro del Interior Eduardo Bonomi es una “universidad
del delito” dentro de las prisiones. Quienes participan de experiencias de
trabajo y estudio tienen menos reincidencia en el delito, algo que tampoco es
muy conocido por una sociedad que condena a los delincuentes a una cadena
perpetua de prejuicios sobre la imposibilidad de recuperación.
Según
datos del Ministerio del Interior, la mitad de las personas privadas de
libertad estudian o trabajan actualmente. De acuerdo al informe de la Comisión
Sectorial de Educación de Jóvenes y Adultos de la ANEP, en el año 2013, en
total hubo 531 hombres y 200 mujeres participaron de los cursos brindados por
esta institución.
De
hecho, además de cumplir el papel de privación de libertad, la Constitución de
la República establece que las cárceles no deben ser para mortificar a quien
haya delinquido sino para rehabilitar. “¿Pero qué pasa cuando un privado de
libertad pasa uno, dos, diez años en cárcel y debe salir a una sociedad que le
teme, lo cuestiona y que no le proporciona un trabajo?” se pregunta Patricia
Peralta.
Según cuenta
R.L. “yo salí hace diez años y no tenía nada y volví a caer en la delincuencia,
la segunda vez los conocí y me acerqué cuando salí libre y de nuevo y ahí me
dieron una mano”. El entrevistado que ya ve como algo lejano, pero como una
marca perdurable aquellos años de delincuencia y errores, se refiere al PNEL
como “una nueva vida”.
Las
personas que se han acercado a la institución “demostraron que la reincidencia
es muy baja” pero “el problema es que no
muchos vienen por acá” dijo Peralta. La solución para esa situación fue que el
propio PNEL fuera a las cárceles a mostrar lo que hacen a las personas privadas
de libertad: “Vamos y sin obligarlos les damos a conocer lo que hacemos en un
trabajo que lleva por los menos dos años”.
“El
trabajo y compromiso de varios empresarios y en particular de los trabajadores
nucleados en el Sunca es muy importante para seguir adelante con el proyecto,
explicó Peralta”. Otro sindicato muy comprometido con la tarea del PNEL es el
de los bancarios. Aebu “permite que los familiares de los privados de libertad
vayan a al club de Aebu y utilicen las instalaciones del lugar” enfatizó la
jerarca.
Remándola
Según el informe sobre Derechos Humanos correspondiente al año 2013, el INR firmó un contrato con la Federación Uruguaya de Remo para que los reclusos del Comcar fabriquen botes de remos de competencia. En este proceso, el PNEL juega un papel muy importante en los cursos de capacitación de los presos. “Es una de las actividades que más alegría nos da porque ha posibilitado a los participantes llegar a un gran nivel en la construcción de las canoas. Es la única Cárcel en el mundo en la cual se realizan canoas para competencia de alto nivel” sostuvo Peralta que en su oficina muestra orgullosa las fotos de la fábrica.
Otros de los acuerdos destacados por el informe del año 2013
es el logrado con varias instituciones públicas: OSE y el Correo Uruguayo para
encontrar oportunidades laborales para los presos (una vez que recobran la
libertad) y para sus familias. Las autoridades solo otorgaron salidas
transitorias a 6% de los reclusos (principalmente mujeres).
Actualmente se busca llegar a un acuerdo con las intendencias
municipales, en particular la de Montevideo.
Según el informe sobre Derechos Humanos en
Uruguay del año 2013, el Instituto Nacional de Rehabilitación aumentó en 1.266
las plazas la capacidad de reclusión del Comcar. El informe del mes de mayo
enviado por el Comisionado Parlamentario Penitenciario Álvaro Garcé al
Instituto de Derechos Humanos indicó el avance sobre la aplicación de una ley
de rehabilitación que permite a los reclusos acortar sus condenas en dos días
por cada día de trabajo o estudio que completaran. El Comisionado Parlamentario
informó que 23% de los presos de los veintinueve centros de reclusión
trabajaron o estudiaron. En algunas cárceles del interior ese número alcanzó el
80%. La contratación de nuevos operadores penitenciarios civiles por parte del
INR dio al sistema recursos humanos adicionales. “Por ley las empresas
deberían contratar a un 10% de su plantilla, de personas liberadas, pero no
todas las empresas lo cumplen” expresó Peralta, algo que el Ministerio de
Trabajo se comprometió a fiscalizar.
Ejemplo
a seguir
Sergio
estuvo seis años preso: “Yo soy padre de familia, salí y no tenía trabajo, me
tenía que ganar la confianza de mis seres queridos. Fui al PNEL y empezó un
proceso donde me empezaron a enseñar un oficio y hoy trabajo en el propio
PNEL”. Él desarrolló su oficio en el área de proveeduría y él en su contacto
con otros presos les informa de los beneficios que tiene acercarse al PNEL.
“Voy y les hablo, porque yo sé lo que es eso, el desánimo que se siente”
explicó Sergio.
Al
igual que este beneficiario, otros participantes encontraron una salida en la
capacitación profesional aprovechando la coordinación del PNEL con otras
instituciones. El PNEL, el Fondo de Capacitación para la Construcción (Focap) y
El Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop) entregaron en
junio de este año los certificados de formación profesional a los internos de
la Unidad Nº 4 de la Cárcel de “Santiago Vázquez”. “Hicimos
una citación a los medios de comunicación y no fue nadie. Fue un momento
realmente emocionante porque es un paso muy importante para sus vidas” dijo
Peralta. Según el comunicado publicado en el sitio web del Ministerio del
Interior, el curso se desarrolló desde noviembre a enero del 2014 en las
Unidades de Punta de Rieles, Canelones, Santiago Vázquez y Femenino, en el
marco del acuerdo firmado en entre PNEL, FOCAP e INEFOP para la creación de
cuatro escuelas de capacitación en el rubro construcción en Unidades de
Internación de la zona metropolitana.
La mirada del otro
El
certificado que se les entregó a los participantes es como el que recibe
cualquier otro participante de los cursos de formación profesional. En él no se
especifica que el curso lo realizó siendo privado de libertad así tiene las
mismas posibilidades que el resto de las personas y no son prejuzgadas a la
hora de ir a buscar un trabajo.
El
PNEL cuida que los participantes de los programas no sean estigmatizados. Por
esa razón en esta entrevista se cuidó el no fotografiar a liberados ni
identificar con nombre y apellido a las personas. “Es importante el cuidado a
las personas dado que estuvieron en un contexto de vulnerabilidad” explicó
Peralta.
En
algunas experiencias laborales donde los privados de libertad fueron
trasladados a una zona de alto nivel adquisitivo de Maldonado para realidad
allí trabajos en convenio con una empresa “al principio la gente se escondía,
cerraba las puertas y eso es muy duro para ellos” relató la directora del PNEL,
pero “al final los vecinos que no querían que a su zona fueran personas
privadas de libertad terminaron por llevarlos comida y teniendo un buen trato
con ellos”. La experiencia indica que “nunca tuvimos un hecho de violencia, un
intento de fuga o demás, las personas que han participado de las experiencias
de capacitación o laborales, han demostrado un muy buena actitud”.
“Es
importante que la gente confíe en nosotros, también es importante que nosotros
mismos confiemos en lo que podemos hacer –sostiene convencido Sergio-, ya que
es posible salir de la delincuencia, y encontrar un nuevo camino en la
sociedad”
Estructura renovada
En
febrero de 2013, Patricia Peralta anunció un cambio en el PNEL y explicó a la
prensa: “Estoy convencida de que, para que los planes de trabajo se puedan
ejecutar, los funcionarios involucrados deben estar comprometidos con la tarea,
por lo que es necesario que el funcionario se sienta partícipe”. A un año de
dicho anuncio, Peralta informó que se diseñó un nuevo plan de trabajo que
involucró la capacitación y una discusión conjunta del proyecto que ella y su
equipo presentaron al asumir. “Todavía queda revisar la situación presupuestal
y administrativa, por ejemplo, que se dispongan cargos pagos adecuadamente”.
Sostuvo que se necesitan profesionales, ya que en el caso de los psiquiatras
“es difícil conseguirlos porque el salario es bajo”.
Talleres
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Matías Rótulo.