ESA CAJA BOBA QUE NOS TRATA COMO IDIOTAS
En Canal 10 comenzó un nuevo programa que se llama “Sobre ruedas”, un
ciclo mundialista autorreferencial (masturbatorio comunicacional colectivo). Es
un programa que demuestra que la televisión no es puro divertimento, porque de
lo contrario, este programa sería algo divertido. Muestra el viaje en casa
rodante al Mundial de Brasil, y a Rafael Cotelo lo acompaña un equipo de
intrascendentes adultos en actitud adolescente. Rafael Cotelo empezó relatando
las increíbles historias de viaje como si fuera un escolar en el momento de
declamar en un acto público un libreto sobre la Independencia. Las increíbles
historias de viaje son: ver cómo duermen, cómo pasan su tiempo jugando a la
pelota, como desperdician comida, cómo se hacen los vivos para pasar sin
acreditación, cómo pinchan la rueda de la camioneta, cómo uno de los
participantes del programa orina y es mostrado de espalda en la carretera, cómo
ese mismo sujeto es abandonado por el auto que se pone en marcha, cómo el muchacho
debe correr por la ruta para alcanzar el auto… sí, es muy emocionante verlos en
este viaje de egresados tardío.
Los verdaderos protagonistas
Menos mal que Mario Uberti tiene
posición de comentarista. Gracias a Dios. La “posición de comentarista” es para
Uberti lo que es la desafinación para Natalia Oreiro, la canción “Clara” para
No te va gustar, el helado de caja celeste para Conaprole y la baba escupida para Larrañaga. Es algo esencial para
la existencia de ese ser poco comprometido, o mejor dicho, un periodista
extremadamente neutral que sin jugársela
por nada, logra tener la tan envidada “posición de comentarista”. Al menos se
la juega para pedir la acreditación. Es importante que los enviados al mundial
como Uberti la pasen bien, sean felices, festejen y salten llorando en cada gol.
Si los comentaristas tapan a los relatores mucho mejor. El relator es
importante, pero más importante es mostrar que los de alrededor estamos
emocionados.
En los programas se anuncia ya no
el festejo en 18 de Julio, sino que el movilero “se fue a festejar a 18 de
Julio”. En otros casos los enviados a Brasil enseñan sus habitaciones, se
muestran paseando, haciendo ejercicio o comiendo.
El Mundial transita entre
informaciones que no buscan mostrar a la hinchada, sino cómo el periodista
enviado a Brasil queda sumergido en el medio de la gente a punto de ser
aplastado.
Mensaje a las hinchadas: ojo con Uberti, ya que si le quiebran un brazo
no dirá nada, pero si le pierden la acreditación de su puesto de comentarista,
se pone como una fiera.
Relatores
Los relatores en televisión sólo
buscan su propio protagonismo: gritar con la voz quebrada el gol final de la
victoria y la hazaña. Porque eso los deja como parte del logro
colectivo-deportivo a ellos. Figueredo en La
Tele, en cada pase que relata tiene tiempo para comer un pan con grasa ya
que entre nombre y nombre demora medio minuto. Federico Paz, en Canal 4, se
hiperventila. Romano hace su stand up de frases originales y tradicionales. Al
otro día, los colegas de cada uno destacan a su compañero de canal como el
mejor relator del Mundial. Ese es el momento de tratar al relator como Solé en
el cincuenta, o como a Víctor Hugo Morales en el gol histórico de Maradona
contra Inglaterra en 1986. Pero ni Romano, Figueredo y Paz son Víctor Hugo, y nadie ha metido un gol así.
Sin título no vale
En una charla con una periodista
con título universitario en comunicación que conduce un programa matinal y cuyo
apellido tiene historia (Nahúm), una vez me dijo que los comunicadores
deberíamos tener título universitario para trabajar en los medios. Es cierto.
Con qué gracia el programa que conduce empieza con ella saltando y revoleando
una banderita… Es por eso que al no ser egresado en comunicación no trabajo en
televisión y me privo de ese momento de saltar como un desaforado.
Otro griterío orgiástico son los
programas post-partidos de Uruguay en Canal 10 en la tarde. No hay gases, no
hay eructos, no hay hombres sin remera al lado del fuego en el asado, pero hay periodistas
vestidos de traje en actitud de gases, eructos y asado, opinando sobre lo macho
que fue aquel jugador, los huevos del otro, etc.: un asado sin asado. El líder
del grupo es Alberto Sonsol que grita, se emociona… es el tío pesado que en la
fiesta de cumpleaños le invita al adolescente a tomar un vino pa´ hacerse hombrecito.
Me informo muy poco sobre el
mundial, pero me quedo tranquilo por Diego González, que está viviendo su
momento de gloria, sosteniendo un micrófono gritando y saltando con la hinchada
“soy celeste, soy celeste”, en el más hermoso y patriota del acto masturbatorio
comunicacional colectivo.
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Matías Rótulo.