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Una fiesta de niños

Hay una fiesta de voces endiabladas en el jardín de niños. Uno recoge arcos invisibles de color violeta. Las penas tienen el mismo color de ojos que la maestra. De uno a uno se pasan de mano en mano el reloj que marca de tres a cuatro la hora de la siesta.
Se muere el día cuando nace la noche.
Yo estaba envejeciendo mientras en silencio ella me susurraba al oído la canción de Pedro.
La casa es violeta, con tridimensionales pinturitas de plantas en las paredes horizontales por donde pisamos los sueños.
Abajo sale el sol, y arriba vuelan las gotas del mar. Las fotografías son grises. Las caras marrones. Los abuelos en blanco y negro. Los abuelos están muertos.
Hay un lecho de piedad donde duermen los gatos mancos que le roban los bigotes a los perros. Hay en el Buceo un acuerdo de brujas. Hay en el Buceo un cementerio de cunas.
Yo sé que te he perdido, en la fiesta de voces encendidas en el jardín de niños.
La maestra tenía tus mismo ojos lindos.
Teñidos de blanco.
Tendidos de olvido.
Yo supe que te había perdido, cuando tus ojos lindos ya no eran míos.


Para Gloria. 

m.r. julio - 2014


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