Los datos
históricos ubican a Uruguay como uno de los países con mayor índice de auto
eliminaciones en el continente. Los expertos y las instituciones que estudian
este fenómeno afirman que es evitable con un abordaje a nivel nacional. La
Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda a todos los países que
atienda la prevención, pero sólo 28 (entre ellos Uruguay) tienen un plan. Las
víctimas son fundamentalmente las poblaciones vulnerables: personas con
patologías siquiátricas, con intentos no concretados, ancianos y adolescentes. El
17 de julio es el Día Nacional de Prevención del Suicidio en un país donde cada
100.000 habitantes hubo 16 muertes por esta causa en 2013. Es un problema grave
en nuestro país, pero en los planes de gobierno, el suicidio como problema a
atender casi no existe.
Por Matías Rótulo (publicado en Voces 451, 16/10/2014)
El
10 de febrero de cada año -desde 1996-, M.J.L (hombre de 42 años) visita el Cementerio
del Norte. “No voy a ver a nadie, voy –si se me permite la expresión- a
celebrar la vida, mi vida, y lo digo con el mayor de los respetos a las
personas que perdieron a un ser querido de una u otra forma”. M.J.L tomó una
decisión el 10 de febrero de 1995 “y al otro año empecé a ir al Cementerio. Voy
a verme a mí mismo porque yo hubiera estado ahí” explica. La primera decisión
fue la del año 1995: “quería morir, pero decidí vivir”. Esa decisión “me
permite disfrutar de las dos hijas que tuve en 1999 y 2002, de un hermano no
esperado que nació en 1996 (a un año de esa decisión acertada), de la carrera
terciaria que terminé en 2012 en Buenos Aires, de un viaje a Francia y España,
de muchas tristezas, es cierto, pero también de un montón de alegrías que vivo
con la vida que no tiré a la basura aquella mañana”. Con un par de boletas de
alto valor sin pagar en el bolsillo, “no sé qué me pasó, no entiendo mucho sobre
lo ocurrido a las 10:30 de la mañana del 10 de febrero de 1995”. Justo antes de
tomar la decisión fatal pensó “¿No habrá otra salida?” y la respuesta se la dio
el tiempo: “hubo otra salida y acá estoy”. Reflexiona que “uno no es cobarde
por no animarse a hacerlo, uno es cobarde si lo hace, si afronta lo que se
viene, pero tampoco hay que ser tan duro con el que toma la decisión, porque
acá se quedan los familiares, la gente que lo quiere, que lo sufre… el que se
fue, se fue porque quizás no recibió ayuda”. Hoy es un militante silencioso en
contra del suicidio: “¿Por qué no lo hice? Porque lo que yo tenía eran deudas y
lo que me faltaba era voluntad de pago. Fijate que por unos papeles iba a dejar
de vivir, iba a dejar a mis seres queridos, tu un segundo de reflexión y lo
aproveché”. Después buscó una respuesta, que fue su respuesta para dar ayuda a otros:
“fui a estudiar sicología. Mis pacientes no saben que pasé por cosas que a
veces ellos mismos viven con dolor y angustia”. Gracias a M.J.L, hoy muchas
personas encuentran una salida: “no puedo hablar de mis pacientes, pero sí de
una constante que noto en todos, y es que ellos se piensan que no hay otra
salida, o que esa (morir) es la salida más segura y quizás lo que les falta es
que alguien les muestre el camino”.
Pandemia
nacional
En
nuestro país, alguien (vaya a saber quién) alguna vez dijo que los medios de
comunicación no pueden tratar ciertos temas porque genera epidemia. Del
suicidio no se habla por el miedo a la repetición, pero otros hechos que
desmoralizan a la sociedad y generan terrores no se deja de informar. La OMS
pide que el tema sea tratado con responsabilidad y en un plan de educación y
prevención. En Uruguay, el 17 de julio
de cada año es el Día Nacional de Prevención del Suicidio, jornada pensada para
que la población reflexione y se enfrente a un problema que la afecta de manera
grave. Cada 100.000 habitantes hubo 16 suicidios en 2013, lo que ubica a
Uruguay arriba de la media de los países del mundo y del continente. Según el
Ministerio de Salud Pública (MSP), la tasa de mortalidad por suicidios es de 25,6
cada 100.000 habitantes hombres y 7,0 cada 100.000 habitantes mujeres (datos de
2014). Desde el año 2009, la tasa se ha mantenido en menos de 17 suicidios cada
100.000 habitantes, siendo que a nivel mundial, -según la OMS-, aumentó un 60%.
Pero
el problema no es reciente. En un artículo publicado en el sitio web del
Sindicato Médico del Uruguay (sin datos de fecha y publicación original) el
profesor Ángel Ginés detalla que “en nuestro país existen investigaciones sobre
suicidio que no pueden obviarse y que fueron realizadas por Federico Dajas
(Instituto de Ciencias Biológicas Clemente Estable), Juan Carlos González Rea y
Rossana Lucero (Clínica Psiquiátrica y Laboratorio de Bioestadística de la
Facultad de Medicina)”. Recoge de estas investigaciones datos nacionales
correspondientes al año 1963 hasta el año 1992. “La tasa histórica de suicidios
en nuestro país se mantuvo en el entorno de diez suicidios por cien mil
habitantes por año; con oscilaciones que muestran un máximo de 12,4 en 1973 y
un mínimo de 8,5 en 1985”. Así como ocurre actualmente, “los hombres tienen
tasas francamente superiores a las mujeres (con una relación máxima de 6 a 1 en
1980)”. Con posterioridad a 1992, “algunos técnicos creen percibir en nuestro
país un incremento del suicidio especialmente en edades juveniles”.
Plan Nacional
Atendiendo a los datos actuales e
históricos, el MSP elaboró un Programa Nacional de Salud Mental 2011-2015, en
el cual procura generar conciencia y proponer acciones a nivel nacional contra
el suicidio. Según el documento base del año 2013 disponible en el sitio web
del MSP, se pretende “disminuir la incidencia del suicidio en la sociedad
uruguaya”. Además de las acciones a nivel estatales, hay instituciones que
trabajan con la comunidad de riesgo. La doctora Silvia Peláez pertenece a la Organización No
Gubernamental (ONG) “Último Recurso”. Esta institución fue creada hace casi veinticinco
años por el Hermano Franciscano Pedro Frontini para atender a la población más
desprotegida socioeconómicamente. “Procuramos evitar el suicidio a través de
intentar decodificar con el consultante qué quiere expresar a través del acto
del suicidio, planteándole que la solución nunca es querer morir sino dejar de
vivir así”. Peláez explicó que los
factores que inciden en el suicidio dependen de cada lugar y contexto personal:
“lo general serían las enfermedades psiquiátricas sub-tratadas, la violencia
doméstica, el abuso sexual, y el desempleo…”.
Algunos factores sociales también son
determinantes. En el documento de base del Plan Nacional de Prevención del
Suicidio (2011-2015, MSP) se diagnostica la situación del país al respecto y se
enfatiza que en el año 2002, coincidiendo con la fuerte crisis económica que
atravesó el país, se observó un aumento en el valor de la tasa de suicidio,
llegando a un 21.43 cada 100.000 habitantes”. Asimismo, en cuanto a poblaciones
de riesgo, en este informe se destacan los grupos comprendidos entre los 15 y
29 años, y los mayores de 65 años. Según
el Programa Nacional de Adolescencia y
Juventud (MSP, 2007), una de cada cinco muertes entre los veinte y veinticuatro
años la causa es el suicidio y el suicidio adolescente constituye actualmente
uno de los mayores problemas en la población de esta edad. El Reporte
Social del Ministerio de Desarrollo Social (MIDES) correspondiente al año 2013
advirtió que entre las principales causas de muertes de los jóvenes están los
accidentes de tránsito y los suicidios. Por otra parte, una de cada tres
muertes por suicidio ocurre en los grupos de los mayores de sesenta y cinco
años (11 cada 100.000 adolescentes según el MSP y la Junta Nacional de Drogas
de acuerdo a datos proporcionados en 2014).
Derribando
mitos
Existe una gran mitología alrededor del suicidio.
El contagio genético, el “llamado de atención” de quienes lo intentan y el dicho
“el que se suicida no avisa”, son parte de un imaginario no comprobado
científicamente. En
el año 2007, el MSP presentó una Guía de prevención del suicidio (esta y todas
las publicaciones mencionadas están disponibles en los sitios web de las
instituciones) que, según consultas que se hicieron para este artículo a
personal de emergencias de instituciones públicas y privadas, el librillo no
está ni a la vista en los centros, y muchos consultados no tienen conocimiento
del mismo. Sin embargo, el libro es un completo plan de trabajo y mapa de ruta
a seguir por los profesionales. En dicho trabajo titulado “Guías de prevención
y detección de factores de riesgos de conductas suicidas”, se detallaron los
mitos sobre el suicidio y cómo cada uno carece de sustento. Se derriba el mito
de que “el que dice que se va a matar no lo hace” ya que “todo aquel que ha
cometido intento de suicidio o se suicidó lo ha manifestado antes verbalmente”.
Las estadísticas muestran que de cada diez personas que se suicidan, nueve lo
manifestaron claramente. Además, se explica que es falsa la creencia popular
que sostiene que “el que se ha recuperado de una crisis no lo volverá a
intentar” porque “se ha visto que en general reinciden a corto plazo”. También
es falsa la creencia de que los que intentan el suicidio no desean morir y es
sólo “un llamado de atención” o que el suicidio se hereda: “es Falso… no se ha
demostrado el carácter genético del suicidio y aunque en una familia varios de
sus miembros se hayan quitado la vida, en todo caso es una conducta aprendida”.
Por otro lado, no todos los deprimidos se suicidan aunque puede ser un factor
de riesgo.
De eso se
debe hablar
“El suicidio no está localizado sólo en las
problemáticas personales detectadas sino en ciertos lugares geográficos: en
Castillos (Rocha) encontramos que la población veía natural que luego de un
suicidio hubieran dos más, así como que habría subterráneamente unas ´sustancia
suicidógena y que eso habría sido avalado por geólogo´" explica Silvia
Peláez de Último Recurso. Las recomendaciones de la OMS y el Plan Nacional de
Prevención es atender las problemáticas locales en caso de haberlos. Milton
vive en Castillos. “Soy un sobreviviente” explica poniendo voz seria y
acongojada desde el otro lado de la línea “porque yo soy muy Jodón, pero con
eso no se jode”. Milton sabe que es un sobreviviente porque “han dicho de todo
de Castillos, se sigue diciendo. Un diario llegó a publicar que en Castillo es
normal suicidarse y eso es terrible, porque ¿Quién piensa que es normal
suicidarse?” Él considera que “como muchos se suicidaron, uno empieza a
acostumbrarse a que esa sería una buena salida”. En 2009, Milton se encontró mencionado en una
radio regional: “dijeron mi nombre porque hubo una confusión. Quien murió fue
mi hermano Mario, pero alguien pasó mal la información, igual lo de la mención
fue lo de menos ante gran tragedia”. Resulta que “si yo me moría era lo mismo.
Nunca lo pensé ni lo haría. Uno sufre cuando el otro se va. Y además me he
informado y sé que esto no es un problema de Castillos por el lugar geográfico
o por algo genético de la zona”. Lejos de ser un problema geológico o
hereditario, para Silvia Peláez, hay que ver personas con riesgo. Estos son
aquellos “sobrevivientes de suicidio (personas que perdieron por suicidio a
alguien significativo)” pero también “los que han realizado un intento de
autoeliminación en el último año, los ancianos, y los adictos a sustancias
adictivas”.
¿Un plan
nacional en riesgo?
Si bien
la problemática determina que el suicidio afecta a poblaciones vulnerables, y
que no es un problema fácilmente detectable, el futuro de la prevención y las acciones
a nivel nacional son una gran interrogante. A pesar de ser un tema presente y
problemático, el suicidio como factor que afecta a la salud de la sociedad
toda, no aparece casi reflejado en las propuestas de gobierno para el período
2015-2020. En el programa del Frente Amplio, el tema ocupa una mención en la
parte de “logros y desafíos” de los gobiernos de la izquierda con la creación
del Plan Nacional de Prevención, pero no existen proyecciones a futuro. En el
libro del programa de gobierno se explica que dentro de las prioridades estarán
“la salud mental con énfasis en la afectación de los trastornos mentales
severos y recurrentes, las problemáticas de violencia y muerte violenta y el
consumo problemático de sustancias y las adicciones” y la atención a otras
muertes (por ejemplo accidentes de tránsito), pero no se dice nada más sobre el
suicidio. El Partido Colorado propone un Plan de Salud Mental donde se buscará:
“desarrollar una política nacional en materia de Salud Mental” y “promover la
mejor calidad de vida a los enfermos mentales, educación a sus familias y
contención del grupo familiar”, pero en ningún momento se habla de un plan contra
el suicidio, y ni siquiera se menciona darle continuidad al Plan propuesto por
el gobierno de izquierda. Sin embargo, en el programa del Partido Colorado se
propone seguir los lineamientos de la OMS sobre prevención de muertes violentas
por siniestros de tránsito. En el Partido Nacional tampoco se hace referencia
al plan vigente ni su continuidad. El
Plan de Gobierno del Partido Nacional, en el capítulo titulado “Un país que
cuida a su gente” no tiene ni una mención a la problemática del suicidio. En
cuanto a la salud, se detiene en algunos puntos como las adicciones y los
accidentes de tránsito, pero el mayor énfasis es puesto en la gestión y no en
las políticas de prevención. En el programa del Partido Independiente se
plantea a modo de pregunta: “¿Cuáles son los principales problemas? ¿Las
patologías cardiovasculares? ¿Dentro de estas?, ¿Cuáles?: ¿Los infartos de
miocardio? ¿Los accidentes cerebro-vasculares? (…) ¿Lo son los accidentes de
tránsito? ¿Los suicidios?... Cualquiera de estos problemas y otros han estado
en algún momento en primer plano como consecuencia de eventos notorios, pero en
ningún caso se ha manifestado con claridad cuáles deben atenderse
prioritariamente”. El programa del Partido Independiente no tiene en cuenta la
vasta documentación existente desde hace varios años sobre los problemas
mencionados ni los distintos planes, entre ellos el Plan Nacional sobre el
suicidio iniciado en los últimos dos gobiernos. Solamente Unidad Popular (no
pudimos acceder al Programa del Partido de los Trabajadores) propone atender la
problemática del suicidio. La propuesta que hace Unidad Popular es la de
asistencia sin costo a las poblaciones de riesgo.
Prevenir es no
dejar morir
Sólo veintiocho
países tienen estrategias contra el suicidio, entre ellos Uruguay, lo cual es
destacado por la OMS. Este organismo entiende que “los suicidios son prevenibles” y “para que las respuestas nacionales sean
eficaces, se necesita una estrategia integral multisectorial de prevención”
algo que no está propuesto en ningún programa de gobierno. De acuerdo a este
organismo, la restricción del acceso a los medios utilizables para suicidarse
da buenos resultados y una estrategia eficaz para prevenir los suicidios y los
intentos de suicidio es restringir el acceso a los medios más comunes,
incluidos plaguicidas, armas de fuego y ciertos medicamentos. A nivel
internacional se sugiere que los servicios de salud “tienen que incorporar la
prevención del suicidio como un componente central”.
“Si
en Uruguay tuviéramos este tema entre las prioridades como lo del tabaco,
seguro que muchas muertes se evitarían” afirma M.J.L, que lleno de vida (tal
como le gusta definirse a sí mismo), emprende un viaje a su consultorio “porque
es la hora de salvar vidas” concluye.
Claves
- La OMS detalló este año en
un informe a nivel mundial que los suicidios se cobran un costo alto con más
de 800 000 personas muertas por año en el mundo por esta causa.
- Los suicidios son la segunda
causa principal de muerte entre personas de 15 a 29 años de edad en el
mundo.
- Hay indicios de que, por
cada adulto que se suicidó, posiblemente otros 20 intentaron suicidarse.
¿Cómo
acceder a Último Recurso?
-
Celular: #VIVE (8483), las 24 horas del día en
forma gratuita para usuarios de Movistar y Antel, o al 095738483, para usuarios
de otras compañías.
-
0800 VIVE (8483) de 19:00 a 23:00 horas
(este servicio tiene el apoyo de Antel).
-
Puestos
centinelas (véase en el sitio web de Último Recurso: http://www.ultimorecurso.com.uy).
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por su comentario.
Matías Rótulo.