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Periodista: deus ex machina




Los periodistas desde la máquina (Deus ex machina) son creadores. Crean como Dios cuando llamó a los  hombres “hombres” y los hizo a su imagen y semejanza soplándole la nariz. Dios dijo y señaló, y al hacerlo fue grande, hermoso, victorioso… Nosotros le soplamos la nariz a la gente, y lo hacemos a nuestra perturbada imagen. ¿Quién es el que relata lo que hizo Dios en ese diario llamado La Biblia? Un cronista, ese tal hombre llamado Samuel. Desde ahí, somos grandes. Todo lo vemos pero poco advertimos.

Por Matías Rótulo


Los periodistas tenemos poder, ya no sólo social o político. Lo tenemos ante otros periodistas desde la máquina. El medio televisivo es potente, pero cuando leen en televisión mi nota escrita desde mi máquina en la redacción de un diario: ¡Eso sí es poder! Ellos le ponen cara y voz a lo que creo en mi cueva. Los periodistas desde la máquina son creadores, y los de la radio y televisión (perdón por la generalización, no se olviden que soy un periodista desde la máquina), que también son periodistas desde la máquina y en la máquina, repiten la palabra del señor como si fueran los testigos de mis hazañas. Obedecen a lo dicho, reiteran frases exactas, no citan la fuente, y por eso legitiman a esos dioses. Si me leen y tantos otros me escuchan, por algo será.

La cobertura del asesinato de una joven en Maldonado no debe ser lo cuestionado, tal como surge en algunos medios y en mi mismo sindicato, la Asociación de la Prensa Uruguaya mediante un comunicado emitido hoy. Lo que tiene que estar en debate son las consciencias, dar un debate de consciencia es romper con la estructura utilitaria con la que periodistas, dueños de medios y hasta consumidores, ven esta rama de la actividad.
El problema es informar y a la vez vulnerar a personas indefensas. El problema no es informar y vulnerar a la familia de una víctima. El problema es además una cobardía de los dioses: difamar a alguien muerto, a alguien que no se puede defender.
Pero a los periodistas nos gusta afirmar cosas tales como “todos lo hacen y yo obedezco órdenes”, o “yo tengo que laburar y esto me da de comer”, o “yo no hago filosofía, hago periodismo”. Sobre la primera, los dioses demuestran que son en definitiva las ovejas que obedecen a otro ser superior que sabe que en la repetición del producto con mejoras sutiles hay una buena competencia: el empresario.
En cuanto a la segunda, se marca que la indignidad va de la mano con el trabajador. El examen de consciencia en ese caso es imposible.
Por último, la afirmación de no hacer filosofía y si periodismo es omitir que esa misma afirmación tiene un dejo de filosofía berreta.

Somos dioses creadores
Un jefe, editor de un diario montevideano donde yo trabajaba, me pidió hace algunos años que armara un perfil sicológico de una asesina. Como buen sicólogo que no soy, me negué a hacerlo. Fui un Dios negador. Tras un momento de tensión (porque entre dioses en la máquina la lucha es homérica), él mismo decidió hacerlo. De su perfil de Facebook descubrió algunos de sus gustos, que la mujer se había divorciado y que amaba  de música lenta: el periodista detectó en eso una depresión que se relejaba en esas melodías melancólicas. Al otro día se publicó el perfil de la asesina. El deus ex machina hizo funcionar los resortes de las rotativas con la tinta que chorreaba sangre. ¿Vendió más diarios? La amenaza utilitaria sobre el sueldo, el trabajo que yo podría perder, no le ganó a mi batalla de consciencia. Pero en definitiva, el victorioso fue él, y el fracasado fui yo. Mi consciencia no se impuso a su utilidad. Porque se impuso la jerarquía, algo que los periodistas no hemos sabido afrontar últimamente.
Sabemos que hay otros dioses desde la máquina que están por encima de nosotros y nos piden vender diarios y dar primicias. Los periodistas de diarios y semanarios somos bastante ineficientes, pues por más intentos que hagamos, cada vez se venden menos diarios. Yo mismo, que trabajo en la cocina de un Semanario no logro que mi medio venda más de lo que vendía, haga lo que haga, ponga en la tapa lo que sea.

La utilidad es todo
Hace pocos días un político les pidió a los periodistas que entrevisten a otro político. Ningún periodista se quejó de tal atrevimiento. Es más, fueron corriendo a obedecer.
El ser utilitario del Dios es máquina, el periodista desde la máquina nos lleva a que todo tiene que tener un por qué. Abundan las notas tituladas con “¿Por qué?” Un ejemplo “¿Por qué las bananas adoptan la forma alargada”? Que es igual a “¿Por qué los sindicatos hacen paro esta tarde?” (Los ejemplos son del Dios desde la máquina autor de esta nota). Entonces corremos los periodistas atrás de un por qué. Hace algunos años, un artículo de prensa detallaba la vestimenta de una adolescente violada en Montevideo. Su ropaje liceal, y que en vez de ir a su casa decidió ir a la Rambla. Dios nos persuade a imaginarnos situaciones. La noticia fue tal, no por el abuso, sino por la provocación de la abusada. El Periodista desde la máquina, el deus ex machina, detesta la lujuria y la tentación y nos hace saber eso. Al decirnos que la culpa fue de la víctima, perdona los pecados del victimario.
En Argentina, Clarín (al igual que en el caso de Maldonado) también hizo hace pocas semanas un perfil de una chica desaparecida: nos contó de sus amistades, de su abandono al liceo, de sus gustos personales. Luego, la chica apareció muerta. Dios escribidor hizo su trabajo: desvío la atención a favor del asesino.  

Somos dioses
¿Qué nos lleva a los periodistas a hacer este tipo de notas? El caso de la joven de Maldonado asesinada hace pocos días sigue demostrando nuestro ser deus ex machina. Tenemos el poder para tomar decisiones en cuestión de horas. Las redacciones son nuestra nube de humo desde la cual todo lo vemos, todo lo sabemos, todo lo sentimos. “Es lo que la gente quiere leer” decimos los dioses del periodismo tras sacar las narices puertas afuera de nuestra redacción contaminada de olor a papel y tinta, para descubrir lo que la gente desea. Olemos y decidimos. El tema del día es el asesinato de una muchacha. La gente quiere saber por qué. La gente cree que fue porque ella estaba en cualquiera. Informemos por ahí.
La gente quería leer, ver y escuchar (para algo los dioses desde las máquinas les dimos orejas y narices a nuestra criatura: el espectador) no sobre lo que ocurrió, sino sobre lo que queremos que se piense que ocurrió. En un programa de televisión se llegó a preguntar sobre el asesinato y las casusas a los panelistas, como si los panelistas fueran detectives. Porque Dios es creador de su propia esencial, su propia materia fecal.
¿Y qué es dar primicias? Mi primicia dura menos que la sensación de satisfacción de un orgasmo. Doy la primicia, digo la novedad, y hoy en día esa novedad se diluye en la repetición. Luego del orgasmo abro un libro.
Pero saciamos nuestro poder siendo máquinas y haciéndolas funcionar a nuestro modo. La chica no estudiaba. La chica era joven. La chica fue invitada a prostituirse.  Ese es el perfil perfecto para que el lector obediente al dios de la máquina interprete que la chica es la culpable, y como ella, todas aquellas que desde la vulnerabilidad y el desamparo no estudian, son jóvenes y son invitadas a prostituirse (“invitada” es un eufemismo de mal gusto ya que eso se llama ser explotada, abusada, y es un delito que antes de esconderse debería denunciarse).
  
Con quién se juntaba no importa. Yo me junto con periodistas que son dioses desde la máquina y que se hacen los sicólogos y eso no me hace un amoral.
Los periodistas dioses desde la máquina cierran la nota, la entregan y se van a dormir. Llegan a casa y se tiran en el sillón a revolverse el ombligo, expedir gases y tomar cerveza. Son todos iguales. ¿Vieron que feo es sentirse en un grupo humano tras una generalización absurda? De la misma forma se generaliza como posibles culpables a todas las adolescentes y los adolescentes (que son muchos, pero como dioses que somos no les hablamos al ser inferiores), que están en la misma situación.
Pero si bien ahora el Dios todopoderosoyperiodista se siente agredido, cuando vaya  a una reunión, alguien le preguntará: “che, vos que sos periodista, ¿Qué sabés sobre la supuesta homosexualidad del candidato?”. Se nos inflará el pecho. Que dependan de nosotros nos hace dioses útiles. Entonces, aunque no sepamos, contaremos la historia que nos dicta nuestro divino entendimiento. Porque si podemos reconstruir un crimen basándonos en dos o tres datos, bien podemos detallar también la bombacha que oculta alguien con poder en su bolso de tenis.

Somos dioses y con eso basta. Somos necios y con eso basta. Deus ex machina.


Hagamos una revisión de nuestra consciencia. Bajemos del cielo. Un día nos puede tocar a nosotros ser la noticia. Y ahí rezaremos para que Dios no nos condene. 


PD.: tal como me acota una diosa desde la máquina llamada Florencia: a los dioses no se los cuestiona. Si, tenemos ese poder. Lamentablemente. 




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