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APOLOGÍA DEL SUICIDIO

ESA CAJA BOBA QUE NOS TRATA COMO IDIOTAS

Por Matías Rótulo en Voces 505 del jueves 18 de febrero de 2016

Canal 10 es la televisora uruguaya con el índice más alto de intentos de suicidios los sábados de noche.

El “Índice de intentos de suicidios los sábados de noche” es medido por la misma encuestadora que evalúa el nivel de mal gusto que tienen aquellos que miraron “Esperanza Mía”, con resultados que justifican los magros puntajes en las pruebas Pisa.

Podemos medir que “Algo Contigo” es el programa con la tasa más alta de colesterol, que “Buscadores” es el que despierta la mayor cantidad de odio social contra columnistas judíos, comunistas, blancos, periodistas, periodistas deportivos (los periodistas son diferentes a los periodistas deportivos), colorados, frenteamplistas y Maesos (Maeso es inclasificable). También descubrimos que “Calidad de vida” es el programa que más infartos ha prevenido gracias a la cura del sueño (mientras uno lo mira se duerme).
De la misma manera, la franja que va desde la hora que cae el sol, a eso de las 19:00 horas, hasta la hora en la que uno se da cuenta que ya no sale los sábados de noche por no tener con quién (las 00:30 horas), es el momento con más gente deprimida.
Canal 10 es la emisora culpable de la depresión. El asunto empieza con “Vivila otra vez” y  su empecinamiento por demostrarnos que todo tiempo pasado fue mejor. “Caleidoscopio” fue mejor que “La mañana en casa”, los Rolling Stones estuvieron mejor en los setenta que el martes pasado, Voces del Frente era mejor que Voces así a secas.  Daniel Figares es el único que se salva, pues su programa radial está mejor ahora que antes. Nota del editor: el pasado comentario fue vertido por un antisistema, un tirabombas comunicacional y anti frenteamplista que encuentra en Figares a su mejor socio.

Si usted está triste, póngase más triste los sábados de noche. Los medios uruguayos tienen un doble discurso basado en publicidades que nos invitan a pensar en un presente mejor, gracias a las compras innecesarias que hacemos, hundiéndonos en cuentas imposibles de pagar en el futuro. El futuro también es importante en épocas de campaña electoral, aunque en el presente notamos que lo que en el pasado nos ofrecieron los políticos en las campañas, no redunda en un buen futuro (guiño cómplice a Daniel Figares).  Esas publicidades rodean programas que nos llevan constantemente a un pasado que es por definición “mejor” que el actual presente (por ejemplo “Vivila otra vez”). El recurso utilizado es el recuerdo y la emotividad, disimulado bajo el manto de la educación a las nuevas generaciones que obviamente, no están mirando Canal 10.

El sábado es el día que más esperamos en la semana porque podemos festejar que no es ni viernes ni domingo, pues lo viernes vivimos la angustia de esperar el sábado y el domingo sufrimos el dolor de que al ser domingo, al otro día trabajaremos. Sin embargo, en ese momento de la semana, donde el hueco lo es todo, tenemos que pensar en el pasado porque la televisión así lo impone. Y siempre que exista un lugar libre los sábados de noche, este puede ser cubierto por Cantinflas. Y si no basta con una película, ahora tiene dos por sábado. Así, usted podrá sacarse las ganas de ver cómo le explota la vejiga por aguantar el pichí por no perderse ni un sólo segundo del renovado cine latinoamericano que emite Canal 10.

La receta del sábado es perfecta: lloro de la risa con los chistes de Humberto (creo que lloro de la angustia), luego lloro con el recuerdo de la publicidad vieja de “Aspirina” en el programa de Humberto y María Inés, después me río con Humberto de nuevo en un vertiginoso sube y baja de emociones, más tarde recuerdo “Decalegrón” y vuelvo a llorar, y así hasta que Violeta Rivas se consagra como la cantante reina de la noche del sábado.

Más tarde tengo a Cantinflas. Uno encuentra así una muerte rápida y dolorosa cuando decide cambiar de canal y aparece Álvaro Navia reviviendo episodios de la más simplona esencia del humor nacional: el chiste de doble sentido con chorizos y bananas vinculados a mujeres semidesnudas en “Sé lo que viste”.
Todo culmina en el tercer zapping cuando en Canal 12 se le desangra a uno el hígado entre tanta película de bajo presupuesto, repetida por décima vez en el año. El efecto es una perforación que se siente en el tímpano de tanto tiroteo y acento latino neutro de doblaje. La salvación sería apagar la tele, pero nos quedamos prendidos a la pantalla, sufriendo una lenta agonía, sin entender por qué hay un documental de cocina en TNU.


El sábado de noche nos quedamos sin esperanzas. Morimos lentamente de la angustiosa competencia que los canales privados uruguayos le hacen con sus mejores armas del pasado a los renovados ciclos de televisión por cable. Programas de recuerdos, cine añejo y humor para el olvido es la estrategia de una televisión abierta que se suicida cultural y económicamente. Bueno, económicamente no, porque pudrir a la gente es un negocio muy lucrativo.

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