Por Matías Rótulo
Para la niña que lleva la luz y
que en algún momento tendrá 17
Miré al futuro. Me vi mirando al
pasado. Ella estaba en su presente. Lloraba esa tristeza de los felices. Porque
nadie quiere enamorarse así.
A los 17 tuvo un sueño, escribió
una carta, movió las manos. La lágrima quedó aplastada en la palma. La uña fue
pluma, y desgarró en la pared las letras de un nombre en silencio. Un nombre
silencioso.
Así, enamorada y todo, salió al
jardín a mirarse al espejo del charco de la lluvia. A mojarse los pies helados
del otoño.
Salpicó de baile a las flores,
murmuró una canción como si masticara el nombre de alguien que no merece ser
besado por aquel viento que recoge los sonidos. El viento que silbó y le contó
con rabia, que hizo pensar a la niña que
nadie, pero nadie, nadie quiere estar enamorado así.
Las hormigas esquivaron el pie y
soportaron la carga de la hoja que se sostenía en un hilo amarillo de cadáver,
del verde brillante, trozo de tronco de dedo de sauce.
Pero ahí estaba aquella que lleva
la luz. Aquella que lleva la luz, fue una deliciosa niña cuando era niña,
besada hasta el cansancio por su madre, pero hoy, lamenta haberse enamorado
así.
Nadie quiere enamorarse así nunca
más. Mirando los retratos que dibuja el cielo, retratos blancos, avisos de más aguas
convirtiendo a Montevideo, en más Montevideo que nunca.
Aquella que lleva la luz, inflamó
de color una noche en la cual nadie se esperaba Luna. Nadie se esperaba ver a
las estrella, nadie era capaz a desafiar aquel momento en el que alguien quiso
que ella se enamorara así, de la forma en la que nadie se puede enamorar.
Porque tiene 17 y nadie se lo
advirtió. Pues en el fondo, todos queremos enamorarnos así…
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Matías Rótulo.