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Bolivia la otra: Santa Cruz de la Sierra



“Allá” y “acá” es lo que más se les escucha decir a los santacruceños al hablar de su propio país. El “allá” es la alta capital de La Paz, fría e inmensa, pobre y “enloquecida”. Una capital que mueve la mayor parte del comercio nacional desde lo político pero no en lo productivo. El “acá” es la templada Santa Cruz de la Sierra. Una ciudad al oriente del país, que intenta alejarse del resto con son una vida ciudadana movida, sus camionetas nuevas, reservas de gas, y la mayor producción agrícola del país… y un secreto del que nadie quiere hablar.

Por Matías Rótulo -desde Santa Cruz de la Sierra

No quieren al gobierno de Evo Morales, les gustaría ser independientes, mueven la mayor parte de la economía del país, se sienten con una identidad propia, reciben a los turistas como en ninguna otra parte de la nación, y tienen contactos comerciales con el exterior, algo que a la capital La Paz le cuesta mucho más por la altura, el lugar geográfico y la no llegada al mar. Santa Cruz de la Sierra es la otra Bolivia pero en Bolivia.
En 2006 el Presidente Evo Morales visitó (pese a las advertencias de su equipo) Santa Cruz de la Sierra. Con mucha hostilidad, el Presidente fue recibido entre piedras e insultos. El grito era el de “autonomía” y “traición”. Hasta el día de hoy, la oposición al gobernante en Santa Cruz recuerda aquella jornada no como un paso a la integración de una nación sino como una provocación. Los medios locales no dejan de destacar la oposición que existe en Santa Cruz a la gestión y cuando hay que hablar de Bolivia, los habitantes destacan un “ellos” (todo lo que esté fuera de los límites de Santa Cruz) y un “nosotros”. En el fondo, hay secretos dichos en voz alta pero que nadie se anima a admitir. Una alta producción que supera a la de todo el resto del país, un tráfico ilegal de vehículos y drogas que se mantiene en silencio, una creciente industria turística y un pueblo con identidad propia, son algunos de los condimentos de la otra Bolivia.

Ritos católicos
En la por momentos moderna y por momentos antigua ciudad, se vivía la Semana Santa con todos los preparativos del caso: “En Santa Cruz podés ser cualquier cosa menos ateo”, explicó Jaime, un simpático chofer que se dedica a trasladar turistas de un lado al otro entre las calles caóticas de la ciudad que tiene más de un millón y medio de habitantes, casi todos concentrados en su Centro. En cuanto a la religión, en el resto del país, las religiones locales se mezclan con el catolicismo (siempre) dominante, pero en Santa Cruz, ser católico es llevar en la sangre la tradición del pueblo construido alrededor de la Iglesia. Una ciudad que la protege desde su diagramación encerrándola en el centro de la cartografía las calles coloniales. La Catedral de la ciudad está en centro de un mapa diseñado desde esa histórica iglesia abriéndose en anillos. El Viernes Santo, allí, en la puerta de la Catedral se armaba un pequeño escenario donde se recibiría a miles de fieles que aprovecharían también para comprar ropa, electrodomésticos y demás en los negocios que se mantendrían abiertos alrededor, mientras se celebraba la misa.  En los hechos, la mayoría de los santacruceños paseaban por los alrededores sin escuchar el dolorido cantar sobre la muerte de Jesús que salía de las gargantas de un grupo de señoras que entonaban las estrofas.

Sobrevivir en las calles
El primer anillo de la ciudad, es decir, la avenida que rodea la Catedral y donde se puede dar vueltas en ella infinitamente como si fuera un círculo del infierno dantesco, iba a ser el estacionamiento casual de grandes y hermosas camionetas cuatro por cuatro. Los  pasajeros se dirigían a la Catedral o a las compras.  En una ciudad casi sin espacios verdes, y con un caótico sistema de tránsito, los demás pobladores, los de a pie, iban a ir llegando a la Catedral en pequeños microbuses con capacidad para veinte personas sentadas. Son los microbuses viejos y sucios que brindan el servicio de transporte por los cuatro círculos de la ciudad, las cuatro grandes avenidas que rodean la plaza principal y Catedral y que se van haciendo más largos a medida que se van alejando del centro. Pura geometría.
¿Cómo hacen los santacruceños para tener estas camionetas? Los hermosos vehículos no dan lugar a los coches anteriores al año 2006 o 2005. Los únicos vehículos viejos son aquellos del transporte colectivo: los taxímetros no tienen un color en particular en la carrocería salvo un cartel en el vidrio delantero y la bandera que los montevideanos conocemos, ambas con la palabra “taxi”. Son vehículos comunes a los cuales se les dio un permiso especial de trabajo. Ellos van tocándole bocina a todo aquel que camine por la calle para poder captar la atención de algún posible cliente. También están los taxis – colectivos, aquellos autos que cumplen una ruta (generalmente por los anillos) y que suben hasta cinco personas por un módico precio. Todos estos vehículos conviven o se atormentan unos a otros: autos nuevos y viejos, taxímetros y microbuses andan a la deriva por las calles de la ciudad. Casi sin semáforos y señalización, los vehículos atraviesan las esquinas con las luces de los escasos semáforos en rojo, siempre cuidando que del lado con luz verde no venga nadie. El peatón es el que debe ceder siempre el paso al vehículo. Los cinturones de seguridad son elementos desconocidos para todos los choferes que los tienen ahí, detrás sin uso. Los señaleros no se gastan porque no se usan, las luces de noche se ven poco, y las velocidades se regulan según el gusto del usuario. A los taximetristas se les pregunta sobre el por qué de tantos autos nuevos y el silencio deja lugar a la cara de duda. “¿Usted de dónde es?” responden siempre.

Discriminación local
En el Aeropuerto “Viru Viru” en Santa Cruz de la Sierra hay un funcionario de seguridad dedicado a captar rostros. Mira uno a uno a los pasajeros y elije a tres. Los tres tienen rasgos indígenas. Son tres jóvenes que vienen solos. Los apartan, los sientan y los revisan. Son los únicos tres pasajeros que vienen del exterior (de Argentina) y que por sus rasgos físicos podrían ser bolivianos (tratando de encontrarle una explicación al asunto). En realidad había otros pasajeros bolivianos, pero eran elegantes señores acompañados de otras personas con rasgos más “europeos”. A ellos se los trató bien. A los tres jóvenes se los expuso en el medio de la fila, y se escuchaba el maltrato de los funcionarios del Ministerio del Interior de Bolivia. Los jóvenes explicaban que volvían a Bolivia a ver a sus familias. “Si te fuiste quedate allá” le decía uno de los funcionarios. ”¿Traés algo que no podés traer?” le decía otro vestido de policía. Una pasajera (osada ella y a los gritos) les preguntó a los funcionarios aeronáuticos por qué trataban así a los jóvenes, y los guardias policiales le contestaron que  “es rutina. Siempre escogemos a tres o cuatro pasajeros al azar”. La pasajera le contestó lo mismo que notamos todos: “no fue al azar, usted interpretó que ellos, con aspecto boliviano, traían droga. Revíseme a mí que tengo pasaporte diplomático argentino…” El fin de la historia fue que el personal de seguridad  ignoró las acusaciones y los tres jóvenes quedaron libres porque su porte de rostro los condenó a ser culpables con sus propios compatriotas por un rato, pero entre sus pertenencias, todas revueltas y desordenadas por las manos ajenas, no había nada escondido.

Buscando trabajo
Volviendo a la ciudad, en el segundo anillo, cada mañana, amaneces llenas las veinte o treinta casas de empleos con personas que aspiran a trabajar de niñeras, cocineros, limpiadoras, guardias de seguridad, choferes y demás. Las filas son interminables y los problemas también. Desde antes del amanecer hay un grupo de aspirantes a un trabajo que se instalan como en un campamento diario, para ver qué posibilidad laboral hay. “Los mejores trabajos, los más calificados son pocos por acá. Casi no existe el lugar para los profesionales” explicó uno de los funcionarios de las casas de empleo. De hecho, hay pocos centros de salud públicos y privados para brindar un buen servicio a la sociedad y para albergar a los médicos egresados. Los odontólogos y abogados instalan sus lugares de trabajo en sus hogares y en cada cuadra se ofertan por lo menos tres de estos servicios. En el caso de las defensorías y escribanías las hay públicas, en oficinas viejas y sombrías que se distribuyen en toda la ciudad. ¿Cómo hace entonces el santacruceño para tener esos vehículos y mantener un estilo de vida que los pobladores afirman que es alto siendo que la gente se queja por la falta de empleo? En 2009, los datos oficiales del Ministerio de Trabajo de Bolivia indicaban que a finales de 2012 el desempleo total del país descendió cuatro puntos ubicándose por debajo del 4%. Sin embargo, desde el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA) de Bolivia, los datos son menos auspiciosos ubicando el desempleo en los mismos guarismos de 2005, alrededor de un 8%,  La causa es serían, según la CEDLA, los problemas en algunos sectores productivos de Bolivia y la alta tasa de migración. Una de las razones fueron los programas de integración que se realizaron, entre otros lugares, en Santa Cruz de la Sierra. Según el estudio de la CEDLA presentado en marzo de 2013, sólo 20 de cada 100 santacruceños tenía trabajo adecuado.

Comida barata pero…
Quienes se cansaron de buscar un empleo en las agencias, optaron por el negocio más rentable (dicen ellos mismos) y abundante: la gastronomía. El diario local El Deber en dos días seguidos de abril informó dos hechos destacados con respecto a la alimentación. Más del 50% de los locales y puestos de comida no cumplen con las normas sanitarias y más del 50% de la población es obesa. Los locales de comida abundan por toda la ciudad. Ya es mundialmente conocida la decisión del gobierno boliviano de no permitir la instalación de Mc Donalds, aunque existen otras cadenas de comida rápida como Burger King. La oferta en las casas de comida es limitada: pollo frito y más pollo frito. También se ofrecen las comidas de olla, todas con un alto nivel de grasa que explica en parte la alta tasa de obesidad en la población. En los pocos supermercados y en los restaurantes (son muy pocos los que ofrecen otras opciones de comida), es muy difícil encontrar alimentos dietéticos o bebidas light. En las calles, aquellos que optaron por ganarse la vida por su cuenta ante la falta de trabajo, se hierven aceites y grasas para fritar bananas, masas, empanadas, tortillas entre otros, que son saboreados por los santacruceños desde muy temprano en la mañana, antes de ir al trabajo.

Sangre y carne de Jesús
Santa Cruz en Semana Santa es una fiesta. Las Iglesias se preparan con sus ramos gratis, pero afuera se venden a cinco pesos bolivianos. Alrededor de las Iglesias, los vendedores de objetos religiosos y alimentos se aglomeran para recibir a los fieles. Las Iglesias tienen el aspecto exterior de los templos que conocemos en Uruguay. Por dentro, notamos el techo hecho en algunos casos de paja. En una de ellas se brinda la Misa Carismática. Está cerca del segundo anillo, y es la más requerida por los fieles al brindarse un espectáculo integral. La Iglesia se llama “La Mansión” y la misa de pascuas se transmitirá en vivo por la televisión local. Omar, uno de los fieles de la Iglesia explicó que “hace muchos años se estaban perdiendo fieles y se decidió comenzar aquí con la Misa Carismática. Desde entonces, de tener cien fieles ahora tenemos cerca de dos mil por misa”. Como toda ciudad latinoamericana, el catolicismo debe compartir su espacio con otras religiones: también está la Iglesia Dios es Amor en edificios que antes fueron teatros o cines. También hay espacio para los evangelistas, umbandista y judíos compartiendo el espacio en armonía.  Pero quien tiene la mayor parte de la presencia pública es la Iglesia Católica, no solamente por su Catedral y “filiales” en los barrios. Tampoco por la ubicación de cruces y monumentos por doquier con símbolos y mártires católicos adornando la ciudad. Sino porque en la oferta y la demanda, la Iglesia sabe cómo ubicarse en el mercado local. El crecimiento en la oferta educativa se nota con solo transitar las avenidas. Los carteles anuncian la educación con valores cristianos en colegios privados que prometen “amor y sabiduría”. Colegio, liceos y facultades son la promesa de una vida mejor, cerca de Dios y ganando plata.

El secreto
No es la vida mística el mayor de los secretos de los santacruceños. “En Santa Cruz de la Sierra se mueve mucho dinero” dicen todos aquellos pobladores que luego de tenernos un poco de confianza, se animan a hablar. Basta con ver el nivel de vida, el parque automotor, pero además los bajos precios para el turista y para el boliviano con respecto a otros puntos del país. El turismo es un gran atractivo y el gobierno local está empezando a promover una explotación activa de la industria turística. Según los datos estadísticos del gobierno boliviano, es esta ciudad el principal mojón económico del país y no gracias al turismo. La agro industria representa entre el 30 y el 40% del Producto Bruto Interno de Bolivia. Su cercanía con Argentina, Brasil y Paraguay permite el intercambio que todo el país no se permite a causa de no tener una salida al mar. En Santa Cruz hay una gran reserva de hidrocarburos, y tierras fértiles. ¿Pero ese espacio fértil y productivo que impulsa a la ciudad y al país es el mayor de los secretos de la ciudad? Tal vez las claves estén puestas en otro lado. “Mire –afirma uno de los habitantes-, este vehículo salió cuatro veces menos de lo que sale, porque lo traemos de Paraguay de contrabando. Todos estos autos son de allá”. ¿Será así? ¿Por qué Santa Cruz de la Sierra tiene que tener a la mayor parte de su población en la informalidad laboral, o  en bolsones de desocupación sin es tan productiva? ¿Quién maneja el alto caudal económico? La respuesta está en el mismo lugar de siempre: los pocos productores que manejan la mayor parte del dinero en la ciudad. Algunos de ellos vinculados a escándalos por narcotráfico. Esa también es la otra Bolivia. 

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