Cuando me dijeron que se iba a realizar una edición especial de HumBral sobre el 27 de junio de 1973 de inmediato pensé en que el 27 de junio no es una fecha límite. No es el principio de una etapa de Dictadura (lo es en los hechos), ni el final de una etapa de Democracia (lo es en los hechos).
Por Matías Rótulo
(publicado en HumBral el 22/6/13)
(publicado en HumBral el 22/6/13)
Tampoco es una fecha más. Pensé en aquellos libros de historia que he leído y que debaten unos con otros sobre guerrillas, guerras internas, autoritarismos, luchas por la libertad, reclamos, medidas prontas de seguridad, procesos económicos, arrebatos, asesinados, sindicatos, policías, militares, actos de justicia, actos de injusticia… en fin, debates. Las fronteras son como la niebla del día en el que escribo este artículo. No se sabe dónde empieza, dónde termina, qué es, dónde está, ni cuando se irá. El 27 de junio de 1973, (me quedaba menos de una década para nacer), es una fecha que marca un proceso histórico encadenado con otros procesos históricos (más debates que aportan y aportarán). Lo que no se puede debatir son esos hechos que marcan las vidas o las muertes de quienes estuvieron ahí, de quienes estamos por casualidad.
Por eso, cuando me invitaron a escribir al respecto no pensé en el 27 de junio de 1973, sino en un año antes. En 1972 asesinaban a Ibero Gutiérrez. ¿Por qué pienso en Ibero? Por eso de los límites como nieblas. El 27 de junio de 1973 cae la Democracia y nace mal parida como todas las de su especie la Dictadura. Un año antes, el 28 de febrero “su cuerpo fue encontrado en Camino de las Tropas, atravesado por múltiples impactos de bala calibre 38” cuenta Luis Bravo (1) en su libro sobre Gutiérrez. El asesinato fue del Escuadrón de la Muerte. Ibero fue acribillado en Democracia. Fue juzgado en Democracia por asociación para delinquir, fue buscado en Democracia acusado de un asesinato, fue asesinado en Democracia sin oportunidad de defenderse.
Los límites históricos son difusos: la Dictadura de Juan María Bordaberry daría lugar a profundizar la represión de la cual fue víctima Ibero y otros tantos algunos años antes, meses antes. Benedetti (citado por Luis Bravo) dijo que Ibero fue uno de los poetas formados entre dos fuegos, el fuego de la rebeldía y la represión.
El año 1968 (seguimos ampliando las fronteras ya que de eso se trata revisar la historia), tuvo desde ahí el asesinato de Líber Arce, el levantamiento revolucionario de las juventudes desde Francia al mundo y allí estuvo Ibero, en contacto directo con los revolucionarios.
Los límites de la historia… Al otro día de que su cuerpo fuera abandonado en Camino de las Tropas asumió la Presidencia Juan María Bordaberry.
El poeta
En 2009 se presentó Obra Junta (1966-1972) de Ibero Gutiérrez, una antología de Laura Oreggioni y Luis Bravo (Editorial Estuario).
El libro se presentó en la Feria de arte y diseño del Parque Rodó en Montevideo. Bravo invitó a Daniel Viglietti al escenario para recitar conjuntamente algunos de los poemas de Gutiérrez. Como la historia es tan vacía de límites, yo que nací en 1981, que no tuve conciencia de la Dictadura en su momento, que no conocí a íbero, que sabía muy poco de su historia, que vivía en un 2009 cada vez más alejado de ideales, sentí en la voz de Viglietti algo que me acercaba a esos años, a Ibero, algo lejano. Sentí en la voz de Viglietti, en las cuerdas de su guitarra y en su aire, un momento de libertad que paradójicamente me llevó al 68, pero también a ese último día de febrero fatal, al 27 de junio, a 1985, y a una adolescencia prestada. Yo le tomé prestada la adolescencia a Ibero. Viglietti tocaba la guitarra y silbaba una vieja melodía, una de esas de Bob Dylan que no se olvidan. Y recitó:
Oigo a Bob Dylan y ella
a una distancia de respiro
duerme un minúsculo sueño
suspira la siesta
al entrar en otro tiempo
(Gutiérrez, 1970)
Como los límites son tan difusos, me pregunté ¿quién era ese joven?
Pensé en tomar aquella adolescencia prestada y en leer todos los poemas que Bravo y Oreggioni recopilaron (faltan muchos más por publicar, según Bravo). Pensé en un adolescente escritor, más que en un militante o mejor dicho, en un militante escritor, más que en un adolescente. No sabía en qué pensar. Sus escritos, se conocen de a poco. No soy quién para dar consejos, pero los adolescentes de hoy deberían escuchar la voz de Ibero cantando a lo mismo que le cantan los adolescentes de hoy: preocupaciones existenciales, amorosos, vitales, dudas mayores y menores, poesías que toman lo cotidiano, la tecnología y la transforman en un arte sin pretensiones futuristas.
En 1969 escribía el poeta Gutiérrez, el militante, el adolescente: “y ahora tenemos que construir un destino nuevo sin el servicio automático de limpiar zapatos”. ¿Qué destino construyó Ibero?
El único posible es el de la poesía que hoy leemos, porque no hubo más destino para él que el del último día de febrero de 1972. Ni si quiera se pudo indignar, escapar, protestar por la Dictadura que un año después callaría a tantos otros Ibero Gutiérrez. “Este oficio de escribir es bien jodido: por la ventana de mi cuarto entran nubarrones violetas estoy llovido” (Gutiérrez, 1966-1972).
El destino de la Dictadura (los límites no son exactos) se construyó sin él físicamente, pero él sufrió en carne lo que otros sufrieron también antes o después de ese 29 de febrero de 1972. El 27 de junio de 1973 es una fecha, un todo antes y después. Íbero Gutiérrez llega hasta hoy porque su poesía no ha sido asesinada, ni sus escritos manchados de sangre volcados en Camino de las Tropas.
Fue un joven uruguayo poeta y militante. Asesinado, nunca silenciado. Un joven al que le preocupaba la libertad y algunas de las cosas que a los jóvenes de hoy no les preocupa (o sí):
“(Un avión de PLUNA pasa ajeno haciendo un ruido que ya no despierta a nadie)”
(Paréntesis del autor, Gutiérrez 1966 – 1972)
Porque el tiempo no tiene límites y lo de ayer y lo de hoy nos atrapa hoy y nos atrapará mañana.
“La televisión descentrada de rubias
El bikini de la yegua
Y mi saliva que rebota
En todo el infinito
En todo el tiempo”
(Gutiérrez 1966 – 1972)
No hubo un 27 de junio de 1973, hubo un antes y un después, difuso, porque se encargaron de teñir con niebla y sangre el Uruguay que soñó en poesía Ibero y que silbando acompaña Viglietti, y que escribiendo narró Benedetti, y que gritando clamaron las voces, las voces…
(1)Gutiérrez, Ibero. Obra Junta (1966-1972). Estuario: Montevideo, 2009.
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Matías Rótulo.