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¿Cómo es la muerte?


Un relato sobre qué es la muerte, o cómo se vive (aunque no se vive).



La muerte es así:
La gente está viva y de repente se muere. Se murió. No hay más gente.
Como tenemos conciencia, algo que otros animales no tienen, sabemos que existimos.
Entonces aparecemos en otro lugar. Así, sin más. 

No hay San Pedro, no hay nubes, no hay nada. Es otro lugar (no me interesa detallar cómo es ese lugar).
Quiero sí decir un aspecto importante de la muerte: cuando aparecemos, estamos todos, absolutamente todos recién despertando en ese lugar.
¿Qué quiero decir con esto? Un hombre con conciencia (los hombres y mujeres así como los niños, que no tuvieron nunca conciencia de sí mismos no aparecen, no están, no existen en esa muerte y no sabemos qué pasa con ellos), se da cuenta de que está muerto en el mismo momento en que se da cuenta el resto de la humanidad.
Me explico mejor. Es como si yo saliera ahora de Uruguay rumbo a España y llegara en veinte horas por avión. En el mismo momento que llego yo, también lo hará aquel que zarpó de un pedazo de tabla podrido en el año 1260 de alguna isla cercana escapando de la cárcel. Llegaré yo, ese hombre y también el que se tomará un tren de Francia a España en el 2069 yendo de paseo. Todos juntos entraremos a la vez al mismo lugar: migraciones (para poner un ejemplo práctico, aunque el de 1260 no pasaría por migraciones de haber una en esa época).
Entonces nos morimos, y cuando morimos nos despertamos en otro lugar. En ese momento también se despierta el hombre que murió ayer, el que murió en el 1865, Garcilaso de la Vega, Colón, Hitler, Jesús, Homero, Dante, y Elvis. También Obama, Ringo Star y Jaime Roos cuando se mueran. Todos juntos. Entonces la confusión es enorme. Porque uno le preguntará a otro ¿Qué es eso? ¿Dónde estamos? Pero nadie sabrá, porque por más que uno haya nacido en el 1256 antes de Cristo y muerto quince años más tarde, todos entraremos en el mismo momento. Claro, que en el lapso entre la vida y la muerte no hay nada, y el tiempo no transcurre a pesar de los miles y miles de años vividos en el tiempo de los vivos.
Todo esto ocurre, si es que en algún momento se termina la existencia del sujeto con conciencia. Si la existencia es eterna, si nunca se acaba la civilización humana, nunca sucederá que todos nos despertemos en la muerte todos juntos.
Claro, que sabemos que el hombre es auto destructivo y no faltará muchos para que nos despertemos en ese nuevo mundo. 
Entonces comenzará el caos de las preguntas, las  búsquedas de los seres queridos, la desesperación de no saber. Y así se generará una nueva conciencia. El hombre y la mujer deberán buscar una explicación en Dios y crearán un mito escrito para entender lo que les pasa. Lucharán entre ellos, todos los habitantes de ese mundo, como no podrán estar solos en en tal lugar, buscarán reproducirse y tener hijos. Y esos hijos tendrán hijos... Unos y otros se tendrán envidia, odio, y el hombre deseará a la mujer y la mujer al hombre y donde un hombre desee a otro hombre será condenado. En fin, harán todo lo mismo que hace cualquier sujeto con conciencia, por más paradójico que sea, que a pesar de tener conciencia, el ser humano no la aprovecha con inteligencia. 

Pero nadie morirá en ese nuevo mundo de muertos, pues estarán todos muertos, en la muerte, sufriéndola eternamente: sufriendo por la idea de saberse muertos, por la idea del recuerdo de la vida, cuando eran todos más felices, aquellas épocas de vivo, donde se vivía especulando sobre cómo era la muerte, cómo ir más rápido y más dolorosamente hacía ella, en vez de aprovecharla para vivir una vida más feliz. 



Por Matías Rótulo (2017)

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