Marianela, personaje del español Benito Pérez Galdós (1843–1920), sufrió por amor o por falta de amor propio. Un mal el siglo XIX, pero del XXI
también.
Por Matías Rótulo
Por Matías Rótulo
Un ciego de nombre Pablo, amo (y
amigo) de Marianela, un día recuperó la vista gracias a una operación que en
pleno auge científico le permitió conocer el cuerpo de la niña-adolescente.
Corría el siglo XIX, positivista y lleno de progresos.
Pablo, al ser operado también conoció el mundo que imaginaba, y la vida que hasta ese momento veía, si bien con gran sabiduría, en tinieblas. Era un mundo idealizado y perfecto, a pesar de imperfección.
Pablo, al ser operado también conoció el mundo que imaginaba, y la vida que hasta ese momento veía, si bien con gran sabiduría, en tinieblas. Era un mundo idealizado y perfecto, a pesar de imperfección.
En realidad, el ciego, que siempre en la
literatura ocupa un lugar preponderante en cuanto al conocimiento, ya conocía a
Marianela (así como al mundo). La conocía en esencia. Ella era sus ojos. Él era
el razonamiento. Ambos se complementaban perfectamente a partir de largas
charlas donde el ciego le mostraba a Marianela el mundo que Marianela no veía,
a pesar de sus ojos sanos. Él evitaba obstáculos físicos porque Marianela era
su lazarillo. Pero la luz los separó, pues él dejó de ver en la esencia de la
muchacha, y ella ya no se dejó ver más allá de lo que creía conocerse. Marianela
ya no lo era útil a Pablo.
Es así que Marianela, de Benito Pérez Galdós nos adelante uno de los “dramas”
actuales, particularmente de la adolescencia de nuestra época. La belleza vista
desde los ojos ciegos de una sociedad que determina qué es lo lindo y qué es lo
feo. La televisión, Internet, las revistas, nos reflejan a nosotros mismos
siendo diferentes de lo que vemos allí. Debemos ser como “ellos”, porque de lo
contrario, nos quedamos sin ellos, nos alejamos de ellos: no les somos útiles.
En aquellos momentos, en la obra
de Pérez Galdós, el reflejo desfigurado
de Marianela en el agua, su pobreza, o lo que ella misma creía que no era ante
los ojos ciegos de Pablo, la hicieron pensar en su fealdad. Una vez que Pablo
recupera la vista, Marianela pierde sus esperanzas. Pablo ya no la veía con los
mismos ojos. La hermosura, la esencia de la niña, seguía para Pablo vista desde
esos ojos interiores que nos muestran la idealización del ser. Lo que a
Marianela le preocupaba, era su imagen externa ¿No es un drama cotidiano?
Causa y efecto
Marianela está en todos lados. Cuando
a un adolescente no lo dejan entrar a un shopping por su aspecto físico, ahí
está Marianela sufriendo su crisis. Cuando una adolescente tiene ganas de
operarse los senos o la cola, ahí está Marianela celebrando el mismo éxito
científico que le permitió a Pablo volver a ver. Claro, que la desilusión de lo
visto, es mayor que la desilusión de lo que no se veía antes. El deseo de la
Marianela de nuestra época es, a diferencia del personaje de Pérez Galdós, ser
vista por esos ojos ciegos que la reclaman. ¿Qué ojos ciegos? De una masa
deseosa de gente que procura verse a sí misma reflejada en la pantalla de la
televisión, pero que frente al espejo descubre que la imagen, su imagen no es más
que la cotidiana.
Como queremos ver la imagen
“perfecta” (no la interior sino la física), los medios de comunicación nos
entregan esas imágenes para que nos sirva de modelo ¿No será que Pablo idealizó
estando ciego, una imagen de Marianela, y por eso no se enamoró de ella una vez
que la conoció? ¿No será que idealizamos al hombre y mujer y por eso nos
terminamos enamorando de lo menos ideal?
Marianela, es una adolescente que
vive sufriendo lo que sufrió Marianela. La primera es cualquiera de las adolescentes
uruguayas (y los varones también) que andan hoy por acá. La segunda es un
personaje que nos habla de nosotros mismos como “Marianelas” del siglo XXI.
Como Pablo con sus ojos sanos, miramos más allá del alma humana, tanto, que nos
pasamos y atravesamos el cuerpo. Al mirar para atrás, lo que vemos es una masa
de carne que queremos que sea perfecta, o por lo menos que se aproxime a la
perfección que nos muestran en la televisión.
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Matías Rótulo.