Las moscas del Cementerio de La Teja zumban sin saberlo, haciendo el sonido silencioso del recuerdo que alguien intenta establecer su historia y la de aquel con su nombre escrito en el mármol. Por Matías Rótulo Las moscas del Cementerio no son tan llamativas como las mariposas que les compiten el espacio de vuelo de aquellos lugares. Igual, una cosa es una mariposa del Parque Rodó en Octubre, y otra cosa es una mariposa en octubre en el Cementerio de la Teja. La primera esconde la alegría de una ciudad que anhela la vida del verano. La otra es como si alguien se hubiera adueñado de la vida del bichito, reencarnándose en él y espiando quién lo llora. En los cementerios hay también literatura, además de letras que indican lugares de depósito, señales de tránsito y hasta avisos publicitarios (de cuidado con el Dengue, de funerarias, etc.). Hay pintadas en las paredes dentro y fuera. Afuera se debate política y fútbol, adentro también: dos cuestiones de la vida. En más
Un sitio de Matías Rótulo